El Tottenham Hotspur no decepcionó a su afición. En el partido que ningún aficionado ‘Spurs’ quería ganar, el Manchester City se impuso, con un doblete de Erling Haaland tras 51 minutos de tensión y un paradón de Stefan Ortega a Heung-min Sone en los minutos finales; y la cuarta Premier League seguida para los de Pep Guardiola está a un triunfo de distancia.
Pocas veces, por no decir ninguna, un aficionado del Tottenham celebraría un gol en contra de su equipo, pero eso es lo que ocurrió este martes en el norte de Londres. Cuando Haaland desabrochó el 0-0 en la segunda parte, la tensión del estadio se diluyó, tanto la de la afición del City, que veía la liga alejarse, como la del Tottenham, que no quería ayudar ni un ápice al máximo rival, el Arsenal, que confiaba en un milagro para llegar con muchas más opciones de ganar la Premier este domingo.
Y ese milagro pudo tomar forma en una primera parte bastante decente de los ‘Spurs’, que pudieron adelantarse con un remate de Bentancur que despejó Ederson con un paradón, y que dieron esperanzas al Arsenal a través de los paradones de Guglielmo Vicario, que salvó dos goles cantados a Phil Foden y a Kevin de Bruyne.
Con el Tottenham resistiendo, lo que sonaba en el estadio era un cántico de «Odiamos al Arsenal», por parte de la afición, dejando claro el descontento con el 0-0 que se vivía en el campo.
Ese miedo, a un empate que provocaría que el Arsenal dependiera de sí mismo en la última jornada, a no ser que se produjera una remontada en la diferencia de goles del City, lo despejó Haaland al empujar a la red un envío de De Bruyne. Un pase de la muerte que el belga puso en el área pequeña sin levantar la mirada del balón y que el noruego solo tuvo que acompañar con el pie para sumar un tanto más en la Premier League -lleva 27- y asegurar su segunda Bota de Oro consecutiva.
El tanto desató la alegría general y la afición del Tottenham entotó un «¿Lo estáis viendo, Arsenal?», para burlarse de sus rivales, e incluso bailaron el famoso «Poznan», la celebración típica de los hinchas del City, que consiste en abrazarse los unos a los otros, darle la espalda al campo y saltar al unísono.
Postecoglou, que a diferencia de su afición, no renunció al partido, hizo un cambio ofensivo y quitó a Bentancur, que del enfado se fue dando patadas al banquillo, y puso a Dejan Kulusevski, que pudo convertirse en el sueco más querido por la hinchada del Arsenal desde Freddie Ljunberg.
El atacante tuvo la más clara para el empate, tras llevarse un balón a trompicones y a un metro de Stefan Ortega, que sustituyó a Ederson, lastrado por un golpe en la cabeza con Romero, su disparo a bocajarro lo tapó el meta alemán.
Ortega, en sus minutos de héroe, tuvo otra intervención milagrosa, al borde del descuento, cuando sacó un mano a mano a Son que pudo decidir la liga. El alemán fue elegido el hombre del partido por sus dos paradas.
El último aliento de esperanza del Arsenal, de quien no apagara el televisor con el tanto de Haaland, se marchó en ese disparo del surcoreano, al que siguió un penalti sobre Doku que convirtió Halaand para sellar una derrota dulce para la afición del Tottenham, pese a que haya implicado renunciar a la clasificación a la próxima edición de la Champions League. Será el Aston Villa de Unai Emery el que esté en la máxima competición continental.
Al City le bastará con igualar ante el West Ham United el resultado que el Arsenal consiga contra el Everton para ser campeón por cuarta vez consecutiva, algo que no ha logrado nadie en la historia.