En Santo Domingo de Guzmán, Sonsonate, se encuentra una de las tres cascadas más altas y bellas de El Salvador, El Escuco, su nombre proveniente del idioma nahuat o traducido al castellano como «Agua que cae», posee una travesía encantadora entre zonas verdes, árboles frutales y ganado pastando en medio de la vegetación. En su recorrido, los mangos maduros caen al paso y una cantidad de matorrales silvestres que decoran el sendero. Al final del camino, una caída de agua de 64 metros de altura que se abre como un velo sobre rocas antiguas, con un caudal cálido que invita al descanso.


“Uno viene por ese caminito y ya siente el fresco… los pájaros se escuchan cantar, se ven vacas, árboles de mango entre otras frutas dependiendo de la temporada”, describe Medardo Lopez, guía en la Cuna Nawuat. “El recorrido hasta la cascada caminando son 25 minutos, saliendo de Santo Domingo. En automóvil son 5 minutos y cualquier tipo de carro sube, pero para ver la belleza de Santo Domingo, recomiendo mejor caminar.” Dijo Lopez.


El sonido de la cascada se escucha desde la entrada a Santo Domingo, y una vez se llega la caída del agua genera una brisa suave que refresca a los visitantes. “Es un lugar que uno debe ver al menos una vez en la vida”, comento Sandra Ramos, visitante frecuente del sitio.


Santo Domingo, como la cascada, guarda leyendas y relatos que, aunque causan escalofríos, se han vuelto parte de su esencia. “Yo vi al cipitillo una vez,cuando era niña, una vez que regrese tarde de la escuela, fue justo en la entrada de Santo Domingo, cerca del puente. Era pequeño, con sombrero y me miro antes de desaparecer”, recordó doña Rosa de Lopez. Para los lugareños, hablar del «cipitillo», «la siguanaba» o «la carreta chillona» es hablar de la tradición viva de sus abuelos.


Medardo, asegura que en el pasado se realizaban ceremonias indígenas en la cascada, como ofrendas al agua. “Los ancestros creían que el agua de aquí curaba el cuerpo y el alma, decían que una de sus cuevas, se encuentra el agua de la eterna juventud ademas de una piedra piramidal grande, que sirve para meditar”, relató. También hay quienes aseguran haber visto la carreta chillona en los caminos que conducen a la cascada, especialmente en noches sin luna.


Otros testimonios hablan de la aparición de la «siguanaba» cerca del salto de agua. “Dicen que se aparece en la madrugada, peinándose en la piedra grande. Algunos la han visto, otros solo escuchan su risa, pero es cuando no hay luna, en la oscuridad de la noche cuando la cascada parece mas silenciosa”, relató doña Rosa, mientras señalaba el sitio exacto donde muchos creen que ella se manifiesta.


La belleza natural y el arraigo cultural han motivado a las autoridades locales a implementar campañas de limpieza. El jefe de distrito, Antonio Lopez, aseguró: “Con apoyo de la comunidad, hemos realizado jornadas de limpieza, colocación de rótulos, botes de basura y orientación a visitantes para mantener limpio este tesoro natural”. Añadió que también se busca incluirlo como parte del turismo comunitario de la zona.


“Este lugar es nuestro pulmón, nuestra historia y también nuestra fuente de ingresos. Por eso lo cuidamos”, insistió don Medardo, mientras recogía ramas del sendero. Él, junto a otros líderes comunales, pide a los visitantes no dejar basura, no cortar plantas y respetar el silencio del lugar. “Que vengan, pero que no destruyan”, concluyó.
