miércoles 23 de octubre del 2024

El sacrificio de la enfermería en tiempos de Covid-19

por Zaída Romero


Este 15 de mayo se celebra el Día de la Enfermera, una profesión de sacrificios y entrega. La enfermera Josseline Nathalie Valencia es sobreviviente de Covid-19 y trabaja en el Hospital El Salvador.

Josseline Nathalie Valencia es una de las muchas enfermeras que ha estado en primera línea ante el Covid, pero su amor a la vocación no la han hecho rendirse ante los momentos difícil

Sus primeros pacientitos fueron sus muñecas de trapo, y a sus juegos de niña le agregaba uno que otro juguete más que le serviría como jeringa. Así pasaba Josseline Nathalie Valencia sus tardes de la infancia y también así descubrió, desde temprana edad, su vocación como enfermera.

Josseline proviene de una familia de médicos, y ella como única enfermera, sin embargo, recuerda que nunca fue obligada a seguir el camino de la medicina. A sus 27 años piensa que la enfermería es una carrera que llena el espíritu y las emociones.

Y es que cuando Josseline habla de su profesión irradia felicidad, se le iluminan sus ojos y su sonrisa se percibe hasta por debajo de su mascarilla celeste.

“Yo siento tan bonito cuando alguien desde la vocación hace las cosas bien, porque para uno es gratificante ver cuando el paciente se retira del hospital, que está bien y que le digan gracias. Uno dice ‘¡qué bueno que lo logró y lo superó todo!’”, expresa Josseline.

Su deseo por ser enfermera estuvo tan arraigo en ella desde siempre, por eso eligió el bachillerato en la salud y posteriormente ingresó a la Universidad de El Salvador para graduarse, en el 2019, como licenciada en enfermería. Un año después, sin saberlo, arriesgaría su vida en una pandemia formando parte del personal de primera línea.

Una profesión empática

En la enfermería, nos relata Josseline, se crean lazos, se crea empatía, se convive tanto con el paciente que muchos logran crear vínculos muy estrechos con el personal de enfermería. Su mayor logro, explica la joven, es ver cuando a uno de sus pacientes le dan de alta y luego presenciar y ayudar muchas veces en su recuperación paulatina.

Sin bien es una profesión en la que permanecen en constante contacto con muchas personas, Josseline cuenta que las caras de sus pacientes sí quedan en su memoria, tal vez los nombres no, pero sí el recuerdo y las emociones que compartió con ellos luego de jornadas y jornadas en las cuales tuvo que socorrerlos.

Pero el deseo por ayudar a los demás lo tuvo desde más chica. Josseline nos dice que antes de empezar a servirle a la población, tuvo que velar por su familia, cuidar por el bienestar de los miembros de su núcleo y desarrollar esa fortaleza a través del cuidado de los más queridos.

El obstáculo más fuerte

“En mi mente me quedaron marcadas las últimas palabras de mi papá ‘vos vas a ser una gran enfermera, vas a ser una gran licenciada’”, expresa Josseline con melancolía.

Cuando la joven se encontraba a mitad de su carrera su papá enfermó gravemente, a tal punto que tuvo que ser hospitalizado. Josseline relata que ese periodo fue una travesía constante: de la universidad, al hospital donde se encontraba recibiendo prácticas y luego se trasladaba al hospital donde estaba internado su papá. Así día a día, sin descanso, a la par de la cama de él, sin perderlo de vista un solo día.

“Eso fue lo más duro, estar a la vez en ambos lados, del lado del familiar y del lado de la enfermera”, recuerda la joven.

Su papá falleció y fue cuando tambaleó un poco la decisión de seguir o no con su profesión.

Sin embargo, luego de asimilar la pérdida de su progenitor, reconoció el sacrificio que ella y toda su familia habían hecho hasta ese punto y decidió continuar con la carrera. Pensó en cómo le había ayudado a su papá y que también lo quería seguir haciendo con los papás y las familias de todos los salvadoreños.

“Ante estas situaciones de pérdida hay que agarrar fuerzas. Realmente uno (como enfermero) tiene el lado humano, los sentimientos están de por medio, pero tenemos que aprender a separar, porque como enfermeros, en momentos difíciles para la familia, tenemos que ser consuelo y para el paciente también tenemos que ser refugió”, explica, con un tono paciente y cálido, Josseline.

Una enfermera en tiempos de Covid

El calor, sed, hambre, sueño, cansancio, incertidumbre y horas que parecían eternas sin poder acudir a un baño fueron algunos de los sacrificios que Josseline enfrentó cuando empezó a trabajar en el Hospital El Salvador a principios de febrero de este año, lugar especializado para atender exclusivamente a pacientes enfermos por Covid. De manera previa ella atendió a los sintomáticos desde un hospital privado, verificaba su estado de salud y los refería al Hospital El Salvador.

FOTO: D1/JAIRO CASTRO

FOTO: D1/JAIRO CASTRO

Su uniforme de enfermera lo cambió por el traje nivel tres, doble guantes, lentes, mascarillas, y gorros especiales. Nunca lo imaginó, nunca pensó atravesar una pandemia y menos servir y poner a disposición sus conocimientos a un país completo.

Recuerda que el protocolo era arduo. Ella, junto con sus demás compañeros esperaban en una fila muy larga a que otros colegas los sanitizaran de pies a cabeza, para luego quitarse ese traje pesado que parecía como el de un buzo, botar los dos pares de guantes que resguardaban sus manos y por último, y con mucho dolor, despojarse del equipo que protegían sus ojos, su nariz y su boca. Por último, entraban a bañarse dos veces.

Su cara quedaba lacerada por la presión de los lentes especiales y por la cantidad de esparadrapo que tenía que utilizar para que no entrara a sus lentes y a su mascarilla el aire de hospital.

Pero nada de esto fue suficiente. Ningún protocolo evitó que Josseline, junto a su esposo, se contagiaran.
Pasaron aislados 14 días, en los cuales ella sufría mucho el distanciamiento físico que tuvo que guardar con su abuela, una de las figuras más cercanas a ella. Sin embargo, de la enfermedad ella rescata el hecho que junto a su pareja pudieron ser donantes de plasma para otro enfermo Covid.

Actualmente Josseline es la coordinadora del módulo 13 del nivel 3 del Megacentro de Vacunación. Fue trasladada desde su apertura, el 11 de abril de este año y aunque sigue en la lucha por la salud en plena pandemia, su alegría y su actitud positiva no la pierde.

“Realmente nosotros, los enfermeros, estamos hechos para la vida, para ayudarles a contrarrestar la muerte de las personas”, menciona Josseline.