El Salvador
sábado 21 de diciembre de 2024

El contagio de la culpa en cementerios clandestinos de la Mara Salvatrucha

por David Ernesto Pérez


“Dentro de estas agrupaciones estos macabros crímenes cobran otros significados como ritual endogrupal: iniciar o adiestrar a otros miembros, estrechar vínculos colectivos, generar lealtad grupal”

Diplomat estaba en la cancha de fútbol y su teléfono sonó. Recordó —es su versión— que al otro lado de la línea una voz le ordenó trasladarse a otra cancha de fútbol a unos cuatro kilómetros de distancia. Eran casi las seis de la tarde de un día de mediados de 2015. El invierno recientemente había iniciado; lloviznaba fino.

Diplomat, Delito, Guanaco y Slipy sabían para que los habían llamado. En el camino pasaron a traer una pala, una piocha y un azadón.

En el expediente judicial referencia 7-C-2016-6, resguardado en el Juzgado Especializado de Sentencia C, puede leerse: “Cuando los llaman así de repente siempre llevan herramientas porque es seguro que van a trabajar”.

El camino desde la cancha de fútbol del cantón Las Delicias, en San Juan Opico, a la cancha de fútbol de Las Brisas, en Colón, duró media hora. Transcurridos algunos minutos llegaron, en una camioneta blanca, tres hombres vestidos como policías, cada uno con un fusil M-16 colgado y una pistola 9MM en la piernera; eran Sayper, Shadown y Triste de Delicias.

De la camioneta blanca también bajaron dos mujeres.

La primera vestía un camisón blanco, aparentaba unos 45 años de edad, tenía canas y Diplomat la había visto en el cantón Valle Nuevo.

La segunda, conocida como Daisy, tenía unos 35 años, era delgada, alta, trigueña y también vecina de Valle Nuevo.

Triste de Delicias —según la narración de Diplomat— les ordenó a Slipy, Guanaco, Delito y Diplomat cavar una tumba.

Ellos lo hicieron.

“El terreno era blando sin piedras ni talpetate y con árboles de café y maderales con poca maleza”, puede leerse en el expediente referencia 7-C-2016-6.

Ya era de noche.

Shadown llevó a las mujeres.

El Triste de Delicias tiró a la mujer del camisón blanco en el hoyo, sacó de la cintura su yatagán y se lo entregó a Slipy que se tiró al hoyo e hirió en el cuello, el pecho y el estómago. “Falleciendo la mujer en el instante”, según el referido expediente.

Shadown tiró al hoyo a la otra mujer.

Guanaco entró y con el mismo yatagán hirió en el cuello, el pecho y el estómago a Daisy. “La mujer puja y muere”, puede leerse en el expediente.

Delito fue el último: entró al hoyo y propinó las últimas heridas en el pecho a las dos mujeres. Para confirmar que habían muerto.

Sureño, Sayper, Shadown y Triste de Delicias les aseguraron que decidieron matarlas porque estaban dando información a la policía.

Diplomat —aseguró a los investigadores—vio todo porque alumbró, con una lámpara de mano, la negrura de la noche de invierno.

Diplomat es un testigo criteriado de la Fiscalía General de la República (FGR) que el 22 de septiembre de 2018 delató las interioridades de la clica Delicias Locos Salvatruchos de la Mara Salvatrucha (DLS-MS13).

El programa DLS está dividido en cuatro bases territoriales distribuidas en Santa Tecla, Colón y San Juan Opico.

La base número uno comprende las colonias Las Delicias y Guadalupe, en Santa Tecla.

La base número dos comprende el cantón El Botoncillal, la colonia Las Marías, y las fincas San Jorge, Las Cruces, Tres Reyes, Bella Vista, y Los Solises, en Colón.

La base número tres comprende los cantones Jabalincito, Valle Nuevo, Las Delicias y Las Brisas; fincas La Fincona, Las Nubes, El Papayal, Monserrat, Montesanto, Beto Ávalos y Monte Nuevo, distribuidas entre San Juan Opico y Colón.

La base número cuatro es Villa Tzuchi, en el límite con Quezaltepeque.

Diplomat creció en Armenia, Sonsonate, pero después de los terremotos de enero y febrero de 2001 su familia migró al cantón Las Delicias, en San Juan Opico.  Cuando estudiaba noveno grado, a finales de 2009, conoció a los primeros pandilleros-reclutadores de la MS-13: Smaylin, Sayco, Sito, Danger, entre otros.

Al año siguiente comenzó el bachillerato en el Instituto Nacional Damián Villacorta, en Santa Tecla. Los pandilleros que había conocido unos meses antes le pedían que tirara paro, es decir, que vigilara si había dieciocheros, si llegaban policías, si rondaban soplones.

En febrero desertó del bachillerato y comenzó a trabajar como albañil. El tiempo entre el inicio de su vida laboral y el desempleo fue breve.

En ese momento comenzó a caminar con la MS-13.

Smaylin, su reclutador, le aconsejaba, le tiraba clecha: para ser del barrio tenía que ser inteligente, saber tratar a la gente para no echársela innecesariamente de enemiga y, sobre todo, debía matar para probar su valor.

En julio de 2010 entró oficialmente a DLS. Unos dos meses después participó en su primer homicidio: el mandador de la finca Las Brisas que, se supone, daba información a la PNC.

En la actualidad los otrora compañeros de Diplomat son acusados de varios delitos como privación de libertad, homicidio agravado, asociaciones ilícitas, extorsión, entre otros.

Desaparecidos

El 7 de abril de 2021 la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (FESPAD) presentó el informe Desaparición de Personas en El Salvador en el que la autora, Jeannette Aguilar, analizó los casos de 23 desapariciones de personas basados en 18 relatos de sus familiares.

Básicamente, la autora señaló que en la actualidad no existe un tipo penal específico que castigue la desaparición forzada así como también no existe un Registro Único de Personas Desaparecidas porque las autoridades carecen de información estandarizada.

La PNC, entre 2009 y 2019, recibió 18 mil 66 denuncias de personas desaparecidas.

Cada año ha tenido las siguientes estadísticas de denuncias de desapariciones: 2009, 436; 2010, 558; 2011, 970; 2012, 1 mil 682; 2013, 1 mil 925; 2014, 2 mil 248; 2015, 1 mil 959; 2016, 1 mil 778; 2017, 1 mil 670; 2018, 2 mil 457; 2019, 2 mil 383.

El incremento de las denuncias es notable entre los años 2010-2012, precisamente en el contexto de la Tregua entre la Mara Salvatrucha (MS-13) y las dos facciones del Barrio 18. Esto, según la autora, refleja la expansión de la práctica de ocultamiento de los cuerpos estimulada “por el mayor uso político de los homicidios”.

La autora ve una evidente relación entre el descenso de los homicidios y el aumento de las desapariciones.

Por el contrario, en el periodo 2015-2017, hubo una reducción de las desapariciones pero un incremento de los homicidios.

Desde el año 2019 las estadísticas de desaparición parecen haber disminuido. Similar es lo que ha ocurrido con la percepción de victimización.

La investigadora, sin embargo, contrasta: las víctimas pueden estar denunciando menos porque ha crecido el poder de los grupos criminales, la inoperancia de las instituciones, la falta de reconocimiento social e invisibilización, desacreditación de la versión de la familia de la víctima así como también la estigmatización.

“Debido a ello, muchos familiares han optado por no denunciar el hecho ante instancias oficiales”, puede leerse en el informe. Pero sí lo hacen en oenegés especializadas en la protección de derechos humanos como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) o la Cruz Roja Salvadoreña.

La omisión de la denuncia formal suele ocurrir cuando el desaparecido es pandillero, familiar de pandillero, vive en comunidad estigmatizada y cuando sufrió acoso policial. Estos casos suelen ser presentados a la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) y oenegés.

También ha aumentado la presentación de casos en el Instituto de Medicina Legal (IML), institución que no exige una denuncia formal para recibir información del desaparecido.

En el periodo 2016-2018 la PDDH recibió 33 denuncias de desaparición presuntamente cometidas por miembros de la PNC y la Fuerza Armada.

¿Cuántos vuelven? En 2012, de acuerdo con las estadísticas oficiales citadas en el informe, la PNC recibió 1 mil 682 denuncias de los que fueron encontrados vivos 924, 146 muertos y siguen desaparecidos 612.

En el año 2013 recibió 1 mil 925 denuncias de los que fueron encontrados vivos 696, muertos 89 muertos y siguen desaparecidos 1 mil 140.

En el año 2014 recibió 2 mil 932 denuncias de los que fueron encontrados vivos 456, muertos 93 muertos y siguen desaparecidos 1 mil 843.

Cementerio clandestino cifras 2

Fuente: informe La Desaparición de Personas en El Salvador y PNC

 

El peseta Maxi

Sonó el teléfono y Diplomat contestó. Al otro lado de la línea el Sayper preguntó: ¿dónde estás? ¿Con quién estás? Y le ordenó trasladarse al lugar conocido como La Coquera, en el cantón Las Delicias. Unos 30 minutos después llegaron: Sayper, Desobediente, Lunático, Splinter y Delictivo estaban alrededor de Maxi que estaba amarrado de las manos y tirado en el suelo.

Maxi (35 años de edad, aproximadamente 1 metro 70 de altura, delgado, vestido ese día con un short beige manchado, según narró Diplomat) fue miembro de la MS-13 pero se retiró sin haber pedido permiso y ahora era considerado un traidor, un peseta.

Sayper ordenó a Guanaco, Slipy, Delito y Diplomat que fueran a cavar un hoyo. Las herramientas estaban listas para ser usadas.

“Buscaron un lugar de un terreno montañoso, con grandes árboles, bejucos y maleza, donde abrieron un hoyo de aproximadamente 1.60 de largo por 90 centímetros de ancho y 1.60 de profundidad. La tierra estaba un poco blanda y con poco talpetate”, puede leerse en el expediente referencia 7-C-2016-6.

Llegaron más pandilleros: Lobo de Quezalte, Smaylin, Triste de Delicias, Shadown.

Terminaron la tumba.

Smaylin llevó a Maxi al lugar y lo tiró al hoyo.

Slipy entró al hoyo y lo macheteó en la cara y el pecho.

Bandido clavó la punta de la piocha en la cara y el estómago de la víctima.

Guanaco cortó a machetazos las piernas y las rodillas.

Delictivo cortó los brazos desde la altura de los hombros, le quitó la calzoneta beige manchada y la quemó con gasolina.

“Después de matarlo entre todos le echan tierra hasta dejarlo cubierto a la altura del nivel del suelo y le tiran hojas secas encima”, puede leerse en el expediente.

Las etapas de la desaparición

De acuerdo con el informe Desaparición de Personas en El Salvador, autoría de Jeannette Aguilar, la desaparición tiene cuatro etapas:

La privación de libertad o rapto: las personas desaparecieron al salir de su casa, mientras trabajaban o regresaban de trabajar o estudiar; cuando esperaban o viajaban en bus o sus propios vehículos, en la vía pública frente a terceros y obligados a subir a vehículos particulares, llevados con engaños o a la fuerza a desconocidos o pandilleros; o detenidos por policías y militares (uniformados o no) como ocurría en la guerra; mujeres y jóvenes privadas de libertad durante unas horas y liberadas después de una violación con graves afectaciones psicológicas y físicas. Esta etapa ocurría durante la noche hace algunos años pero ahora ocurre a plena luz del día y frente a cualquiera.

El ocultamiento de los cuerpos: mantenimiento de las superficies de los cementerios clandestinos, nuevas formas de enterramiento, lugares cada vez más inaccesibles (manglares), mezcla de varias partes de cuerpos en una fosa.

En el caso de las pandillas el procedimiento es, indistintamente de la clica o tribu: privación de libertad realizada por varios pandilleros, traslado a viviendas o lugares desolados en el municipio en el que la víctima fue privada de libertad o en otro distinto, sometimiento a “crueles torturas y suplicios”, desmembramiento y decapitación antes o después de la muerte y ocultamiento en fosas cavadas por primera vez o en antiguas (junto a otros cuerpos), fosas sépticas, pozos y cementerios clandestinos.

La autora señaló en la página 54 del informe: “El denominador común en la mayor parte de los casos conocidos y analizados, es que las víctimas no han aparecido vivas”.

Todas las desapariciones comparten las siguientes características, de acuerdo con la propuesta de la investigación de Aguilar:

El hecho es planificado, existe una alta probabilidad que las víctimas hayan sido asesinadas y sus cuerpos ocultados o enterrados de forma clandestina, la mayoría de las víctimas no fueron encontradas ni vivas ni muertas, hay participación de personas conocidas o cercanas al entorno familiar y laboral o comunitario de la víctima, es común que sea perpetrada de forma grupal por razones logísticas y de contagio de la culpa, ocurre en un contexto previo de conflicto con la víctima o de violencia continuada como: amenazas, agresiones, hostigamiento, violencia sexual y, finalmente, después de la desaparición emerge una nueva cadena de agresiones contra la familia: amenazas, extorsiones, homicidios, desplazamientos forzados u otras desapariciones.

“Dentro de estas agrupaciones estos macabros crímenes cobran otros significados como ritual endogrupal: iniciar o adiestrar a otros miembros, estrechar vínculos colectivos, generar lealtad grupal y complicidad para asegurar la impunidad de los graves hechos”, puede leerse en la investigación.

En un cementerio clandestino la culpa es contagiada.

Cementerio clandestino cifras 1

Desaparecidos y cementerios clandestinos

De acuerdo con las estadísticas de la Policía Nacional Civil (PNC), entre enero de 2011 y septiembre de 2020 fueron encontrados 1 mil 61 cementerios clandestinos.

Entre 2011 y 2014 los hallazgos pasaron de 74; en 2012, 103; en 2013, 140; en 2014, 147.

En cuatro años crecieron el 100 por ciento las estadísticas oficiales. Es precisamente el periodo del auge y la ruptura de la tregua entre la Mara Salvatrucha y las dos facciones del Barrio 18.

Entre los años 2015 y 2016 los números oscilaron entre 123 y 121 hallazgos de fosas clandestinas, respectivamente.

Al año siguiente la PNC registró 151 cementerios.

Colón es el municipio en el que los investigadores encontraron más fosas: 50 en el periodo 2011-septiembre de 2020.

Las noticias sobre Colón son abundantes: el 16 de septiembre de 2019, por ejemplo, la Fiscalía General de la República (FGR) encontró a unas diez personas enterradas en un solo cementerio clandestino en el Guarumal; el 22 de noviembre de 2020 Diego Sibrián viajó a visitar a su amigo Wilmer Vladimir a Nuevo Lourdes pero fueron capturados y asesinados y sus cuerpos enterrados en una fosa.

Izalco es el segundo municipio con más cementerios: 35. En diciembre de 2017, por ejemplo, fue enterrado por su familia el policía Fernando Augusto Ruiz Cuéllar que había sido encontrado en una fosa.

Santa Ana se ubica en el tercer lugar con 33 cementerios clandestinos. Le siguen Zacatecoluca, con 31; San Miguel, 30; Panchimalco, 28; Apopa, 27; Jiquilisco, 22; Conchagua, 21; San Luis Talpa, 20; Tonacatepeque, 20; Santa Tecla, 17; Nahuilingo, 16.

En Jiquilisco, por ejemplo, el 9 de abril de este año la PNC anunció que había comenzado a buscar una fosa en la colonia Bolívar en la que se cree que puede haber varios cadáveres.

El 18 de febrero de 2013, por ejemplo, la PNC encontró dos cadáveres en dos cementerios clandestinos ubicados en el caserío San Simón, cantón Penitente Abajo, en Zacatecoluca.

En las 1 mil 61 encontradas la PNC y la Fiscalía General de la República (FGR) encontraron 972 cadáveres.

En el periodo en estudio las estadísticas dela PNC registraron 16 mil 822 denuncias de desapariciones.

Ninguna institución tiene un estudio pormenorizado de cuántas personas son encontradas en una fosa clandestina y cuántas vuelven a sus casas después de ser reportadas como desaparecidas.

Sin embargo, vía Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP) se obtuvo un documento de la PNC en el que se asegura que una gran parte de los reportados como desaparecidos es encontrada con vida.

En el año 2019, por ejemplo, en Ahuachapán fueron reportadas 44 personas como desaparecidas de las cuales 36 fueron vivas y ocho fueron asesinadas.

Entre los años 2019 y septiembre de 2020, en San Salvador, 510 personas fueron reportadas como desaparecidas: 610 fueron encontradas vivas y 42 fueron encontradas muertas.

Cementerio clandestino cifras 4

Fuente: PNC

Tira rata de Jabalinón

A mediados de 2017, la clica decidió matar a un supuesto traidor que había entregado a la PNC a Delito de Quezalte y Malhechor de Delicias.

En el operativo de desaparición participaron Guanaco, Astuto, Soviético, Ronaldo, Calavera, Shayboy de Pinares, Triste de Pinares y Casper de Chanmico.

Se vistieron con uniformes policiales y militares, gorros pasamontañas, fusiles y pistolas y partieron al lugar conocido como La Pilona.

A la una de la madrugada partieron a buscar a la víctima: tocaron la puerta de la casa que buscaban y los atendió un señor, le dijeron que eran policías, que tenían información que había delincuentes adentro, entraron y en uno de los cuartos encontraron a la víctima: un adolescente de entre 16 a 17 años de edad, bajito, piel morena y le dijeron que quedaba detenido por homicidio agravado, al salir le avisaron a la familia que llegara en la mañana a la delegación ubicada en Pinares de Suiza, en Santa Tecla, que podía llevarle comida y ropa.

Cerca de las cuatro de la madrugada llegaron a La Pilona. El hoyo ya estaba abierto. Le pusieron una mordaza y lo tiraron.

Triste de Pinares le cortó las orejas y la nariz.

Diplomat le cortó el cuero cabelludo desde la parte trasera de la cabeza hasta la frente —“la víctima pujaba”, contó unos años después a los investigadores—.

Soviético le cortó los brazos.

Ronaldo le clavó la punta de la piocha en la cabeza, el pecho y el estómago.

Después lo enterraron. Comenzaba a amanecer.