El mapa de El Salvador está repleto de víctimas y victimarios. Un hombre amenaza a otro con un cuchillo y dos mujeres lloran a su muerto. Hay ataúdes, velas, cadenas. El mapa es un cuadro donde se lee: La realidad para muchos. Depende de ti cambiar…la. El cuadro es sostenido por dos hombres que han llegado a la Plaza Barrios, en San Salvador, para presenciar el ascenso presidencial de Nayib Bukele. Son las nueve de la mañana. El parque está abarrotado de gente que derrocha entusiasmo. Una mujer cruza con un cartel en sus manos donde se lee Bukele, no nos defraudes. En unos minutos comenzará la ceremonia y El Salvador tendrá un nuevo presidente.
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Son tres hombres.
Los tres están esquina opuesta a Catedral Metropolitana. Los tres son excomandantes guerrilleros. Conversan. Uno de ellos dice que Nayib Bukele tendrá problemas en la Asamblea Legislativa porque únicamente cuenta con los votos de GANA. Otro de ellos dice que no, que Bukele es un hombre astuto y que logrará consensos. El otro calla. Son las siete de la mañana. Todavía faltan dos horas para que Bukele se convierta, oficialmente, en el nuevo presidente de El Salvador.
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María grita, ríe, canta.
Llegó a San Salvador cuando todavía era de madrugada. El reloj todavía no marcaba las seis. Quería ser una de las primeras en ubicarse en la Plaza Barrios. Pero se topó con una cadena humana que abarcaba más de dos cuadras.
Se sumó a la fila, pero las piernas comenzaron a flaquearle y se hizo a un lado. Se sentó en la acera y esperó.
Tiempo después estaba en un bordo de cemento, bajo la sombra de un árbol, frente al Palacio Nacional. «Me gusta cuando gritan Devuelvan lo robado. Mi hija dice que soy una malvada», dice entre carcajadas.
Al fondo, una turba grita ¡Devuelvan lo robado… Devuelvan lo robado… Devuelvan lo robado!
María es capitalina. Tiene 69 años. Fue maestra de primaria en una escuela pública de La Libertad, pero se jubiló hace una década.
Asegura que padece de artritis y le cuesta caminar.
Sin embargo, pese a sus achaques físicos y avanzada edad, el nuevo presidente le despierta los mismos entusiasmos que a un joven.
En sus manos tiene un póster de Bukele, un llavero de Bukele, un calendario de Bukele.
Explica que su fervor por Nayib comenzó en 2015, cuando este compitió por la alcaldía de San Salvador. Recuerda que en ese tiempo lo apoyó activamente y le dio su voto.
Asegura que el pasado 2 de febrero también fue a las urnas y votó por él. Por eso hoy, sábado, no ha querido perderse la coronación de Bukele.
Los diputados han llegado a la plaza. La turba los abuchea. María se pone de pie y grita «tacuazín, tacuazín, tacuazín». Vuelve a reír burlonamente.
Cuando a Bukele le ponen la banda presidencial, María se filtra entre la multitud para tomarse una sefie con el escenario de fondo. Está eufórica.
Minutos después, Bukele comienza su discurso y María celebra cada gesto, cada palabra, cada frase. Aplaude todo. Grita por todo. Ríe por todo.
El nuevo presidente dice que no gobernará para un grupo o un partido, sino para todos los salvadoreños. «Así es, mi presidente», dice María.
«Así es, mi presidente», repetirá durante casi todo el discurso.
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El hombre pide que lo identifiquemos como Soyapango. Es moreno, delgado, cabello rizado. Asegura que trabaja en el tren de aseo de la alcaldía de Soyapango —donde gobierna el partido ARENA—, pero que él pertenece a Nuevas Ideas. Muestra varias fotografías, que almacena en su teléfono celular, donde se observa una caravana que, según relata, recorrió varios kilómetros para llegar al Centro Histórico a presenciar el traspaso de mando. Él, dice, era uno de los integrantes. Asegura que en su municipio se han organizado para darle vida a Nuevas Ideas: se han autofinanciado las insignias y han alquilado una casa para montar la cede. Se han organizado, explica, porque se hartaron de los partidos tradicionales.
«Ni ARENA ni el Frente, Nayib presidente», gritaba antes de hablar con Diario 1.
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Ricardo pide una pastilla para el dolor de cabeza. Un socorrista de Cruz Verde le da dos acetaminofén. «Me siento mareado», dice mientras se traga una de las rueditas blancas. Luego detalla que es hipertenso y que este sábado madrugó para viajar desde La Unión a San Salvador en un autobús alquilado por los integrantes de Nuevas Ideas de oriente. Asegura que el movimiento no recibe financiamiento y que ellos ponen de su propio dinero para realizar actividades. Él dice ser uno de los más activos. Cuando Bukele comienza el discurso, Ricardo se queda en silencio. Luego, cuando Bukele termina de hablar, Ricardo, sin brillos en su rostro, dice: se acabó.