Según «La danza El Venado», la paradoja «para informar se oculta la información», la anticipan las CCSS al quemar archivos y censurar el debate para alcanzar la Verdad única…
Resumen: Este breve suplemento describe otra celebración navideña intitulada El Baile «El Venado». La originalidad de la obra consiste en vincular el nacimiento del Niño y la exaltación de la Virgen María a la persecución, la caza y la muerte del Venado. Como emblema de la alimentación cotidiana, el animal representa a la víctima sacrificial por excelencia, es decir, a la sección natural que debe exterminarse para sobrevivir y fundar lazos comunitarios más sólidos. De esta manera, la obra teatral correlaciona temáticas sincréticas: Nacimiento del Niño y Muerte del Venado; Culto Mariano y Cacería del Venado —Madre-Niño-Venado— encadena la Navidad a una tradición ajena a la Occidental. Bajo esta perspectiva ancestral, el nacimiento del Niño implica la Muerte del Venado, como la plegaria mariana orienta la caza. Es posible que ese destace se correlacione a lo femenino por imágenes clásicas como la Coatlicue mexica, La Mujer en Fragmentos náhuat y La Descarnada mestiza. También, como chivo expiatorio, el Venado simboliza un problema político actual. Encarna las personas e ideas que deben expulsarse para lograr la cohesión social.
Abstract: This brief supplement describes another Christmas celebration entitled «The Deer Dance.» The originality of the work consists in linking the birth of the Child and the exaltation of the Virgin Mary to the persecution, hunting and death of the Deer. Emblem of daily feeding, the animal represents the sacrificial victim par excellence, that is, the natural section that must be exterminated in order to survive and establish stronger community ties. In this way, the theatrical work correlates syncretic topics: Childbirth and Deer Death; Marian Cult and Deer Hunting. This double binding —Mother-Child-Deer— links Christmas to a tradition alien to the Western World. Under this ancestral perspective, the Birth of the Child implies the Death of the Deer as the Marian prayer guides the hunt. It is possible that this scraping is correlated to a female icon by classic images such as the Mexica Coatlicua, the Nahuat Woman in Fragments, and the Mestiza Defleshed Woman. Also, as a scapegoat, the Deer symbolizes a current political problem. The Buck embodies the people and ideas that must be expelled for a society to succeed.
La danza intitulada «El Venado» la acompaña una música de marimba en contrapunto preciso a los «trances del baile». Ese paralelismo entre el compás y el gesto muestra cómo la tradición conserva su originalidad, pese a la influencia religiosa y cultural del Occidente. A esta consonancia ancestral —sonido-movimiento— se añade el contenido mismo del recital que culmina en la caza del venado. Por un asombro singular, el espectáculo que se actúa en honor a la natividad actualiza la muerte sacrificial necesaria para el alimento cotidiano. Así, el nacimiento cristiano se anuda con el destace de un animal simbólico que representa a la víctima sacrificial por excelencia. Parecería que dos fechas claves de la vida —brote y muerte— se celebran en un mismo día como principio y fin de una misma acción humana en su totalidad de alba y crepúsculo. Asimismo, sucede con el culto mariano, ya que la devoción a la Virgen María concluye en la cacería del Venado.
Según Adolfo Herrera Vega (1903-1968) —quien transcribe la partitura— «los integrantes forman dos cuadrillas así»:
1.Capitán 1o 2. Capitán 2o
3. Rey 4. Zagaleja
5. Soldado 1o 6. Soldado 2o
7. Soldado 3o 8. Soldado 4o
9. Fusilón 10. Viejo Surrón
11. Chuchito 1o 12.Chuchito 2o
13. Tigre 14. Venado
A este engarce que se mueve en zig-zag —según la numeración añadida (del uno (1) al catorce (14))— Mico 1o (15) y Mico 2o (16) intervienen sin una filiación de grupo preestablecida. Pero más importante que esta adición resulta que el recorte en dos bandos contrapuesto no corresponde a un verdadero enfrentamiento. No hay enemistad alguna entre ese par de grupos. En cambio, esa distribución es puramente formal que define la aparición de los personajes, según una línea sesgada en el recital danzado.
A este formalismo de la escena teatral se contrapone la oposición real que enfrenta al Venado —como chivo expiatorio— a todos los demás quince protagonistas en común acuerdo. Como universal de la cultura humana, la danza expone la cacería —en término modernos, el destace de un animal o vegetal— necesaria para alimentar a la comunidad que celebra durante la cena conclusiva. Dividida en tres secciones, en las dos primeras más extensas, participan los dieciséis (16) personajes. En la tercera, sólo bailan y recitan el Tigre —arquetipo del depredador, la comunidad en su conjunto— y el Venado —prototipo del alimento natural. Así se enfrentan la cultura y la naturaleza que la nutre, o la comunidad unida por una sola ideología contra conceptos que la contradicen. A este par se agregan Viejo Fusilón y Viejo Surrón, quienes remiten la trama integral del baile a la audiencia, a nuestra propia lectura e interpretación.
La secuencia de tres actos detalla esa paradoja sincrética del cristianismo. De la adoración de la Virgen María y del Niño (I), transcurre a la persecución de la víctima sacrificial (II), hasta concluir con la batalla y con el final satírico que califica a la audiencia de aves de rapiña: «zopilotes» (III). A continuación, se describe la secuencia de esos tres actos que de la adoración cristiana al nacimiento concluye en la muerte sacrificial.
En estricta devoción, la primera escena sucede «frente al altar». Uno tras otro los personajes declaran su fe en «la piadosa Madre» y en «la venida» del «niño». La luz y la grandeza de María sobrepasa la del Sol y a Ella le dedican el canto de «todas las aves». La escenografía de la danza se enfoca en la alabanza de María como madre-Virgen del Mesías. San José brilla por su ausencia y el Niño a penas lo mencionan en «su dichoso nacimiento». El recital observa la devoción mariana, cuya maternidad inmaculada engendra al «hijo de Dios». Si casi al final algunos protagonistas solicitan el perdón para mitigar su «dolor» —»vengo tan asustado»; «vengo adolorido»— otros lanzan autoproclamas por su oficio y valentía. «Soy famoso cazador»; «y a Surrón, ¿quién lo aventaja»; «mi genio y hazañas». Estas exaltaciones de sí anticipan el segundo acto el cual lo vaticina el Venado al declarar que «nadie quiere mi amistad». El único amor que todo el mundo le profesa es «verme muerto o castigado».
Esa paradoja une los contrarios. La devoción a la Virgen-Madre la prosigue «la persecución» armada «del Venado». Hasta la Zagaleja —»muchacha soltera y joven»— empuña «su arpón» en esa cacería colectiva. La escasez de personajes femeninos —una sola— no cambia el ideario de la cacería o censura como fundación de la sociedad. La línea temática la unifica la búsqueda vehemente de la presa, la cual se regodea en especular las diversas maneras de captura y de su muerte. Sin ello, «la cofradía» no podría «asarlo» —ofrecer un «guisado en escabeche»— al organizar el banquete para todos sus miembros. Para lograr ese objetivo, el Rey insta «todos a cazar». El «arpón de la única protagonista femenina desea clavarlo «en el corazón». Otros personajes quieren «manearlo», ahorcarlo, embolsarlo, manearlo, desgarrarle las orejas, troncharlo. La versificación transcribe un doble recetario. Las maneras de matar preceden las maneras de cocinar y las maneras de mesa. El perdón que se le solicita a la Virgen-Madre no lo «encontrará» el Venado de esos mismos devotos. Su única preocupación es «sentarme a comer», sea guiso, asado o «buen compuesto». Así se establece la verdadera dualidad de dos cuadrillas: la de los «galgos cazadores» y la del Venado sin escapatoria.
La tercera parte confronta en «batalla» abierta al Tigre y el Venado. En asombro, el depredador le exige humildad de entrega a la presa, ya que su destino lo marca la propia condición de servir de manjar en el banquete de los devotos a la Virgen María. Esta fatalidad la reconoce la víctima quien declara «la desgracia para mí que nací Venado». Su dictamen final precisa la paradoja que vincula la devoción mariana con la cacería. «He llegado a este pueblo/por María y su pureza/y a pesar de todo/ya conocen la desgracia/del Venado». Para rematar esta idea central del baile —devoción mariana y cacería— las dos intervenciones finales remiten esa piedad depredadora a la asistencia. La tildan de «zopilote que viene a murmurar», «con ansias de muerte». En conclusión, el Viejo Surrón le ruega a la Virgen que «se queden sin resollar», que nos quedemos sin respiro por las «intervenciones cómicas» terminales.
En síntesis, como muerte sacrificial ligada al alimento cotidiano, el Venado plantea una serie de paradojas. Vincula su persecución, cacería, destace y culinaria a la natividad y al culto mariano. Desde una perspectiva de género, el destace del Venado invoca la violencia contra la mujer —su arquetipo materno en la Virgen María— como acto fundacional de la comunidad. Las acciones que califican de devoción cristiana y de regocijo por el nacimiento del Niño derivan en el acecho al representante del chivo expiatorio. Él/Ella alimenta a la comunidad en su conjunto y mantiene la unidad ideológica. Los enlaces no podrían ser más paradójicos Natividad-Muerte; Virgen-Muerte-Destace; Noche de Paz-Cacería, etc. Se interprete de manera literal —Venado-alimento— o metafórica —Venado-Censura— la solidaridad social la funda esa figura simbólica cuya expulsión y reprimenda constituyen a las dos «cuadrillas» dispersas en sociedad única e indivisible. A la lectura le corresponde averiguar quién encarna el nuevo Venado, símbolo necesario para unificar la utopía política del presente.