A pocos días de celebrarse los comicios legislativos y municipales, los partidos políticos involucrados en la contienda electoral han intensificado su campaña en la búsqueda de la simpatía y del sufragio popular, que les permita obtener una correlación de fuerzas importante e incidir así en las decisiones trascendentales que se tomarán en el próximo ejercicio político 2015-2018.
Este evento se torna atípico no solo por la elección de los primeros concejos municipales plurales, sino también por el aparecimiento de la figura del voto cruzado o listas abiertas, sin omitir que se puede votar por la bandera del partido político de su preferencia, que permite votar simultáneamente por diputados de diferentes partidos políticos en una misma elección.
Esto lo dejó establecido la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), al declarar inconstitucional el artículo 105, inciso 3°, del Código Electoral, que prohibía el voto cruzado, con el argumento de vulnerar el carácter del libre voto, que está plasmado en el artículo 78 de la Constitución de la República, y cuya sentencia ha sido celebrada con júbilo por algunos sectores de la derecha, aglutinados en Aliados por la Democracia, por considerarla como su conquista propia e inédita de una auténtica y libre expresión de la voluntad del elector.
Si bien es cierto que es un paso simbólico en la mejora de los procesos para votar, no para elegir, tampoco es la panacea para la obtención de una real democracia, como se nos quiere hacer creer a los ciudadanos, a razón que tanto la elección y el listado de los candidatos a cargos de elección popular no solo seguirán estando a discrecionalidad y merced de las cúpulas partidarias y de los intereses fácticos que mueven los hilos del país, sino también porque en la práctica este mecanismo de listas abiertas o voto por rostro, al menos en esta elección, no supone una mejor calidad de política.
No se discuten propuestas verdaderas para solucionar los problemas del país y las necesidades puntuales de la gente más humilde, sino más bien, por el contrario, lo que se observa es más de lo mismo, una alta dosis de populismo y demagogia, unos ofreciendo de todo, y otros que repiten, ofreciendo lo mismo que no han cumplido, el infaltable pan y circo, y los que recurren a situaciones simpáticas para conseguir el voto, como la del “grillo que cuida tu bolsillo” o la de aquel otro que dice que es un político menos, cuando ni tan siquiera ha llegado a la Asamblea Legislativa.
Evidentemente, no se puede caer en el error de la generalización absoluta, ni en la trampa ni amaños de quienes premeditadamente mantienen una campaña mediática focalizada en menoscabo de ciertos sectores políticos de la correlación legislativa actual.
Si bien ciertamente existe una percepción negativa de la calidad de política que se ejerce en el país, hay políticos que por el rol que juegan en sus institutos o partidos, por su desempeño personal, por la gobernabilidad, o simplemente porque son males necesarios, deben permanecer en el sistema actual, entre tanto ocurra un verdadero relevo generacional con gente joven o nueva que esté al servicio del país y de su gente, y no al servicio de los mismos intereses de siempre.
En este contexto, Medardo González, secretario general del FMLN; Mata Benet, Julio Valdivieso, Guillermo Gallegos, Mario Tenorio, Vilma de Escobar, Ernesto Muyshondt y Chico Merino deben situarse en esa tribuna de discusión. Y aunque pareciera notoria la salida de Ortez, Lorenzana y Reyes, a favor del resto del colectivo del partido de gobierno, debe significar algunas de las medidas trascendentales adoptadas por el presidente de la República, Salvador Sánchez Cerén, tanto la decisión pragmática del mandatario de solucionar el conflicto CEL-ENEL, y recuperar así el Estado la administración total de LaGeo, la generadora de energía geotérmica, que produce importantes utilidades para el pago de los subsidios de la tarifa eléctrica, como también la voluntad manifiesta del jefe del Ejecutivo de promover la aprobación de una ley para el sector del servicio de telefonía, por la inconformidad que existe en la población por el tema del espectro de la frecuencia.
Un pilar fundamental para la democracia de todo país es sin duda la consolidación de un sistema de partidos políticos fuertes. Sin embargo, se lamenta en la actualidad la poca incidencia de los tradicionales partidos políticos pequeños, no solo por la escasa exposición mediática de sus candidatos, sino también por la poca promoción y divulgación de la oferta electoral colectiva e individual, como sí ocurre con el naciente partido político Democracia Salvadoreña, donde Julio Valdivieso no solo se muestra por su capacidad de debate, propuesta y gestión de consensos, sino también por ser uno de los pocos, o quizás el único, de los candidatos nuevos a ser diputado que ha articulado una plataforma propia sobre temas de coyuntura que tienen vinculación directa con los problemas del país, como son: El fortalecimiento institucional, la política energética, el sistema de transporte y la seguridad pública, que está ausente de la discusión de la Asamblea Legislativa, y en el cual la experiencia y el conocimiento de Valdivieso puede jugar un rol importante en ese organismo colegiado.