No hay otra forma de empezar: gente relacionada con el Cártel de Texis quiere tomarme como cesto de su propio basural para legitimar lo que hacen e impedir que se profundice su mala fama.
La diferencia entre ellos y yo es que vivo con lo justo, y jamás he sido acusado de ser narcotraficante, lavador de dinero o de tener empresas valoradas en casi $300 millones sin justificar de donde viene ese patrimonio.
Yo no denuncié al Cártel de Texis. Lo hicieron periodistas de El Faro con mucha valentía, en el 2010.
Con el tiempo, y tras varios golpes en los que acabó involucrándose hasta la Fiscalía General de Guatemala, como parte de una internacionalización de ese cártel, el asunto está más claro que nunca.
Ahora, desde el Presidente Mauricio Funes, hasta el Ministro de Seguridad, Ricardo Perdomo, y el Fiscal General Luis Martínez aceptan, y usan, el nombre de Cártel de Texis como un sinónimo de organización criminal.
Las cabezas de quienes han sido acusados públicamente de pertenecer a ese cártel se quedaron mudos desde el primer día que se les acusó. Quizá lo hicieron así porque no tenían nada que decir.
Ahora se enfurecen porque un ciudadano presentó un “aviso” en el que se pidió que se investiguen a los miembros del Cártel de Texis, de acuerdo con la nueva ley de lucha contra el lavado de dinero y extinción del dominio.
Por eso pusieron a un hombre, que si lo veo en la calle no lo conocería, a decir que le entregué dinero porque se atrevió a presentar ese aviso ante la Fiscalía General de la República.
Es probable que alguien los engañara diciéndoles que, de esa forma, serán beatificados por el Papa Francisco y perderán la mala fama que les crearon otros. No yo.
Cuando golpean a sus “amigos” encontrándoles cocaína, o una organización entera de robo de autos, entonces no hay alma que les salga a responder al ministro de Seguridad o al Fiscal General, ni una jota de lo que públicamente le dicen al Cártel de Texis. Así de grande es su autismo calculado.
El aviso (nuevo término contemplado en la ley) puede ponerlo cualquier ciudadano cuando estime que una persona, o grupo, muestre tal enriquecimiento injustificado que debe ser investigado.
Ahora hay un hombre, reclutado por ellos, que dice que se le entregó dinero para plantear el “aviso”. Lo simpático es que quieren hacernos suponer que ese hombre fue tocado por las manos benditas de la Madre Teresa para arrepentirse. Usted y yo sabemos cómo se pone, fácilmente, a un hombre a mentir.
Hace algunas semanas me demostraron, importantes analistas financieros, que los “empresarios” a quienes se les relaciona con el Cártel de Texis han declarado que poseen una fortuna de un millón de dólares forjada en los últimos diez años.
La verdad es que la fortuna casi llega a los $300 millones. ¿De dónde sacaron, entonces, los restantes $299 millones contabilizados en la mayor cadena hotelera del país, quince gasolinera, la más grande distribuidora de granos y no sé cuántos bienes más?
Cuando pienso en eso, creo que vale la pena acudir personalmente a la Fiscalía General de la República para poner el “aviso” que tanto les molesta a los acusados miembros del ¨Cártel de Texis¨. Creo que sería revelador conocer cómo se forjó esa fortuna de acuerdo con la nueva Ley de Lavado y Extinción del Dominio.
La diferencia con lo que ocurrió en el pasado es que ahora hay una ley que justifica cualquier investigación de ese tipo. Antes no la había.
Y antes también existía protección para ellos en la Fiscalía General de la República. Creo que esa condición se les ha deteriorado. Sobre todo después de conocer las estrechas consultas y visitas de un prominente miembro de ese grupo a al menos dos ex fiscales generales.
Los cuentos en la Fiscalía General sobre esa protección son célebres. Las visitas a despachos privados de ex fiscales también son notorias. Ahí encontramos las respuestas a muchas cosas. El problema para algunos de ellos es que el actual Fiscal Luis Martínez no está respondiendo a la historia que algunos miembros del Cártel de Texis conducían a su antojo.
Honestamente, cualquier persona con una pequeña dosis de juicio crítico, no puede creer el cuento que cambiando dólares en la frontera con Guatemala se puede llegar a tener unas quince gasolineras, la mayor cadena hotelera del país, una gigantesca distribuidora de granos y no sé cuánto patrimonio más.
Todos sabemos cómo se hacen esas fortunas en forma tan rápida. El método es fácilmente detectable. Sin protección oficial ni favores tampoco se logra semejantes fortunas.
Tal vez habría que preguntarle al Fiscal Luis Martínez sobre las intervenciones telefónicas que logró en su centro de intervenciones en el que se reseñan las conversaciones entre miembros del Cártel de Texis y hasta jefes policiales. Esas protecciones “oficiosas” tampoco las denuncié yo. Se conocen públicamente desde hace rato.
En todo este asunto de convertirme en un basural yo sé a quiénes tengo al frente: a lo más graneado del Cártel de Texis. Así de simple es la cosa.
Por eso lo mejor es queen esa campaña pública en que están empeñados encontremos la verdad en un tribunal penal. Es penoso pero un supuesto hijo de la Madre Teresa tendrá que responder en los tribunales.
También será penoso, porque lo consideraba mi amigo, pero también en esos tribunales tendré que encarar a un periodista que se dejó decir, con verdadera torpeza verbal, que coaccioné al hombre tocado, ahora, supuestamente, por la madre Teresa y no por el dinero de Texis.
El periodista no tuvo ni la entereza de entender que nadie puede coaccionar a una persona, ni cometer otras conductas que me atribuye, cuando ni siquiera se puede reconocer al agraviado, en cualquier calle. Ese periodista se puso demasiado ansioso defendiendo a sus amigos de Texis. Su papel todos lo conocen en este asunto.
No hay nada peor en la vida, o en el periodismo, que perder la perspectiva y no saber dónde estamos parados: todos sabemos que ese periodista defiende, de oficio, a todos los acusados miembros del Cártel de Téxis. Y lo hace desde hace rato con ese cuentito de que toda la fortuna nació vendiendo dólares en la frontera.
Quizá por eso ví su fotografía, junto más de 90 personas, en una enorme estructuración de “amigos” de Texis, que existe en el Ministerio de Seguridad Pública, ahora que Ricardo Perdomo decidió entrarle al asunto. Otros periodistas también han visto esa estructura del Cártel de Texis.
El asunto lo empezaron ellos. Ya habrá tiempo, sin embargo, de conocer muchos hechos novedosos en ese asunto de Texis y de los arrepentidos que dicen andar con un misal debajo del abrazo.
Si Adán Salazar, Wilfredo Guerra y Juan Samayoa, entre otros, creen que vencerán la mala fama que les atribuyeron otros, a base de rezarle al santo de los arrepentidos, se equivocan.
Tengo que escribir, eso sí, que hay un personaje a quien conectan con ese cártel que es un hombre honrado. Hay que reconocerle su distancia con el grupo. No es un hombre malo. Es cabal, humanista y trabajador. No hay razón para ocultar eso.
La buena o mala fama de esos empresarios que nacen por «generación espontánea» no gana nada convirtiéndome en un basural. La diferencia con ellos es clara: jamás he sido acusado de ser narcotraficante o lavador de dinero. Ahí está el detalle, como decía Cantinflas.