El Salvador
miércoles 4 de diciembre de 2024
Voces

Flores… o “El pez por su boca muere”

por Redacción


Flores, por alguna razón que no comprendo, dio herramientas claras a la Fiscalía y a las autoridades competentes para que se le investigue o enjuicie. Olvidó, quizá, que su investidura presidencial lo obligaba a seguir procedimientos establecidos para la recepción de dinero de otras naciones.

Las páginas de la historia dan cuenta de cómo unos cuantos siempre se han servido con la cuchara más grande en este país y han destruido la institucionalidad. Sabemos bien que un porcentaje pequeño de la población acumula más del 90% de la riqueza; y ese mismo grupo poblacional privilegiado se ha servido del Estado y ha amedrentado a quienes no piensan como él o no comulgan con su modo de hacer país.

“El que más tiene merece tener lo que tiene. Y el pobre merece ser pobre”, pareciera ser la máxima de la feudal clase empresarial salvadoreña. A esa realidad nos hemos acomodado y ese modo de pensar ha permeado a la cultura misma y a la identidad guanaca.

Pocas veces, sin embargo, tenemos posibilidad de acercarnos a un hecho en el cual quien ha ejercido poder ofrece en detalle información que nos dice cómo, fielmente, ha habido actos sin transparencia  y de aprovechamiento de la estructura dominante.

Sabemos, por ejemplo, cómo el Estado, títere histórico de la oligarquía, benefició a unos pocos y sumió indirectamente en la pobreza a millones. Pero no hemos visto nunca a un oligarca o a un exmandatario explicar cómo lo hizo.

Ayer, sin embargo, algo más o menos de ese calibre pasó, aunque más referido a dinero foráneo que debió venir para apoyar el desarrollo de los salvadoreños. El hecho no fue recogido como se debe por la prensa local, pues hay en ella también una estrecha relación con los sectores de poder del capital, pero sí hubo medios, nacidos bajo otras premisas (cuestionables también por otras razones), que le han dado la relevancia debida, más allá de que sus plataformas sean menores en tamaño que la de “los grandes”.

Veamos:

El presidente que dio quizás el giro más radical a la política monetaria salvadoreña al cambiar una moneda nacional por el dólar estadounidense…; ese cuya política pública fue la que más nos acercó al neoliberalismo y, por ende, a la cúspide de la inequidad y la injusticia social que ya antes sus predecesores habían forjado…; ese presidente que estuvo a punto de privatizar la salud y que, en palabras del periodista vasco-salvadoreño Roberto Valencia, “inventó el manodurismo (programa represor antipandillas) justo cuando El Salvador tenía la tasa más baja de homicidios desde los Acuerdos de Paz”, confesó ayer públicamente que recibió dinero de Taiwán, o más bien, de un presidente taiwanés y que no hizo las cosas con transparencia.

Flores fue bastante “claro” y sincero, y de sus palabras se puede interpretar fácilmente que no trató esos millones de dólares como manda la ley o como exige la institucionalidad de cualquier gobierno cuando se trata de la recepción de dineros de otras naciones, y se es presidente de un país.

Flores, además, no pudo dar cuentas claras de qué hizo con el cuantioso capital que recibió, y se atolondró en intrincadas formas de explicar procesos viciados que también se hicieron en el pasado a la hora de recibir dinero de Taiwán, según dijo.

Mencionó ayudas y traslado de fondos para necesidades del país, como en el caso de las acontecidas luego de los terremotos del 2001, a comunidades y municipalidades.

Hoy, 8 de enero, no obstante, Alejandro Flores, directivo de la colonia Las Colinas, en Santa Tecla, expresaba a los medios de comunicación: “Estamos siendo utilizados en todo este enredo de los 10 millones de dólares y aclaramos que no hemos sido objeto de beneficios con ese dinero”. Con esto, desmiente al expresidente arenero.

“Los $10 millones son otra cosa… Él dice que hizo entregas personales a los afectados ¿a quién?”, añadió Alejandro Flores. (Ver: http://diario1.com/politica/2014/01/afectados-las-colinas-desmienten-a-flores-por-10-millones-taiwan/ )

Así, el ahora asesor de la campaña del candidato presidencial Norman Quijano prácticamente ofreció más elementos para que se dude de la honradez de sus acciones. Lo que está a la vista…

Algunas de sus joyas de ayer ante los diputados de la comisión de la Asamblea Legislativa fueron las siguientes:

1-     “Yo no recuerdo cuánto fue lo que se donó para los terremotos, pero tiene que haber sido por varios millones de dólares […], me extrañaría que fueran menos de 15 millones. Y sí tengo conciencia de dar, en actos públicos, estar entregándole a la gente el dinero en presencia del embajador”.

2-     “En todas las ocasiones que yo hice estas gestiones el presidente (de Taiwán) me dijo que era un aporte entregado a mi persona para enfrentar los problemas, generalmente la petición del monto que yo le hacía nunca venía junta, sino que yo le llamaba y me decía que tenía algo que me enviaba o me entregaba. Yo tomaba el cheque y lo entregaba a su destino”.

3-     “Nunca gestioné ni recibí fondos de Taiwán para una cuenta pública, no los recibí dentro de ningún convenio de cooperación ni bajo ningún protocolo establecido, sino que los recibí de una persona que me lo entregaba a mí”.

4-     “Yo recibí fondos del gobierno de Taiwán de forma directa y personal incluso cuando no era presidente”.

5-     “En el caso del dinero donado por Taiwán fue el mismo e iba dirigido para Las Colinas, ese dinero tenía numerosos actores, remover escombros, el tema de las alcaldías. Durante los terremotos cambiábamos a efectivo el dinero y lo entregábamos a los alcaldes en actos públicos… un costalito de efectivo para enfrentar la crisis”.

Sí, una verdadera tragicomedia.

Confesó muchas cosas más. Algo que es histórico, desde luego, porque es como si hubiera servido en bandeja de plata las pruebas para su procesamiento al ministerio público. Aceptó que manejó millones de dólares de forma poco transparente.

Pese a todo esto, los medios salvadoreños han disipado el hedor con un enfoque revuelto y esquivo, o minimizando lo importante para darle más voz al expresidente.

Flores, por alguna razón que no comprendo, dio herramientas claras a la Fiscalía y a las autoridades competentes para que se le investigue o enjuicie. Olvidó, quizá, que su investidura presidencial lo obligaba a seguir procedimientos establecidos para la recepción de dinero de otras naciones. Olvidó notificar a sus funcionarios, quienes ayer, también, acudieron al llamado de la Asamblea Legislativa y se desmarcaron de cualquier información relacionada con el dinero asiático. Es decir, ellos no saben qué pasó con esos millones.

De lo que sí pueden dar fe es de la cooperación que se recibía por las vías usuales y legales.

No hubo ni actas de recepción del dinero que supuestamente dirigió a los necesitados y no citó documentos que avalaran sus formas de proceder en favor de la transparencia.

Recordemos que era voz popular que los gobiernos salvadoreños han recibido dineros de Taiwán para apoyar su emancipación política en el tinglado internacional frente a la China continental. Pero de eso a aceptar que se entregaban grandes sumas así porque sí, sin firmas ni nada, con todo el descaro, es algo que hasta hoy se hace oficial gracias a las palabras del exmandatario.

Sé que “las leyes son las leyes”, y no me atrevo a ir más allá por eso mismo. Pero lo que sí queda bien claro es que este tragante cada vez apesta más. Que cada quien saque sus conclusiones, pues no hay peor ciego que quien no quiere ver.