La Fiscalía de Guatemala capturó a 12 miembros de la Mara Salvatrucha (MS-13) que extorsionaban a 144 prostitutas en el centro histórico de la capital. En nueve meses y solo en un barrio conocido como La Línea –un antiguo paso del ferrocarril- habían recolectado $110,769.
La investigación inició después que una trabajadora sexual, harta de los vejámenes, denunció. Entonces las autoridades realizaron 23 allanamientos en varias zonas de la capital, dio a conocer Francisco Rivas, subsecretario general del Ministerio Público. “Bajo amenazas e intimidaciones les exigían un cobro ilegal a cambio de no asesinarlas”, detalló.
Los capturados también están vinculados al asesinato de un motorista del transporte colectivo perpetrado en mayo del año pasado que se había negado a pagar una extorsión. Guatemala vive una ola de violencia que deja unos 6.000 muertos al año, principalmente por luchas entre cárteles de las drogas y la acción de las pandillas que se dedican al sicariato, la extorsión y el narcotráfico.
En El Salvador las extorsiones a ese sector parecen estar escondidas bajo una enorme losa de impunidad. Diario1 publicó la semana pasada un reportaje basado en los testimonios de trabajadoras que, además de haber sufrido en carne propia el acoso de las pandillas, conocen los casos de sus compañeras.
La cuota de la conocida como renta se debe pagar según el lugar en el que se ejerce y el aspecto físico de la víctima. En las zonas marginales del centro de San Salvador pagan desde 2, 5 hasta 10 dólares las más jóvenes. Un cálculo anual solo de la Avenida Independencia –donde trabajan cerca de 380 mujeres divididas en dos turnos- arroja que anualmente cancelan más de $35,000.
Las que trabajan en los establecimientos ubicados arriba de la plaza Salvador del Mundo pagan más de 30 dólares cada semana. Son los considerados clubes nocturnos para la clase media donde el dueño del lugar se encarga de recolectar el dinero y entregárselo al recolector que mandan las pandillas.
Pero también puede hacerse un cálculo mucho más global. De acuerdo a estadísticas de la Alcaldía de San Salvador en el centro están abiertos 56 negocios que tienen entre sus servicios la prostitución. Al multiplicarlo por los $100 mensuales que pagan, según las fuentes del artículo, para poder funcionar la cifra alcanza más de 67,000 dólares.
En el centro hay unas 590 trabajadoras sexuales. Si se multiplica por la cuota de $8 mensuales –las que se desempeñan en zonas marginales- la extorsión anual alcanza los $56,640. Pero la cifra es relativa y depende de las variantes ya mencionadas.
Pese a la enorme de las estadísticas –y su relatividad- la Policía Nacional Civil (PNC) y la Fiscalía General nunca han presentado un caso de ese tipo en los tribunales.
En el periodo de tiempo de 2005 hasta mediados de 2015 las estadísticas policiales solo registran una denuncia por extorsión presentada por una mujer que se identificó como trabajadora sexual. La interpuso en 2013. En el resto de cuadros solo hay unas pocas denuncias por amenazas y delitos conciliables.
Las estadísticas oficiales, entonces, desconocen que las trabajadoras sexuales son una de las tantas minas que las pandillas explotan con extorsiones.