En El Salvador, uno de los países más violentos de América Latina, diariamente un promedio de diez familias lloran a sus muertos. Todas las vidas segadas valen igual. En lo que va del año, según la Policía Nacional Civil, 1,109 personas han sido asesinadas. En los últimos meses varios casos de homicidios de mujeres han acaparado la atención de la opinión pública.
Uno de los casos que conmocionó a los salvadoreños fue el asesinato de la joven Lilian Beatriz Méndez, de 26 años, cuyo cadáver fue encontrado el 21 de octubre de 2017 sobre el kilómetro 29 de la autopista a Comalapa, en la jurisdicción de Olocuilta, departamento de La Paz.
La mujer estaba embarazada y había sido reportada como desaparecida por sus familiares. La Policía detalló que Méndez fue estrangulada.
Lilian Beatriz era licenciada en comunicaciones y estaba estudiando una maestría.
A este crimen se suma el de la agente de la Policía Nacional Civil (PNC), Carla Ayala, quien fue herida de bala y desaparecida por uno de sus compañeros del Grupo de Reacción Policial (GRP), el 29 de diciembre de 2017.
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El incidente ocurrió durante una fiesta de fin de año celebrada en la sede de ese grupo policial, ubicada en la colonia San Fernando, sobre la calle antigua a Huizúcar.
A la fecha, la Policía ha manejado con hermetismo el caso, pese a los pronunciamientos por parte de varias organizaciones sociales que han exigido que se esclarezca el hecho, ya que Ayala aún sigue desaparecida.
El presunto autor del hecho, Juan José Castillo Arévalo, fue incluido por la Policía en la lista de los 100 más buscados, el pasado 8 de febrero de este año.
Howard Cotto, director de la institución, indicó que se tiene una recompensa de $5,000 para la persona que brinde información sobre su paradero.
Otro caso que acaparó titulares de la prensa fue el asesinato de la doctora Rosa María Bonilla Vega, de 45 años, quien murió a manos de su pareja sentimental.
De acuerdo con versiones de la Policía, Bonilla Vega murió luego que su pareja Denys Edenilson Suárez Mejía, de 35 años, le propinara una golpiza y luego fingiera que había caído en las escaleras de su vivienda ubicada en la Residencial Bariloche del cantón Loma Alta, ubicada al sur oriente de Santa Ana.
El crimen ocurrió el 23 de enero de 2018, ese día, Suárez Mejía llegó a toda velocidad al Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), en su vehículo una mujer se encontraba inconsciente. La mujer fue identificada rápidamente pos sus colegas como Rosa María Bonilla Vega. La mujer se encontraba grave.
El cuerpo de la mujer presentaba diversos hematomas en cabeza, cuello, rostro y tórax. Por la complejidad de los golpes la mujer no resistió mucho. Tras horas de ser intervenida en el centro asistencial, fue declarada muerta.
Tras el crimen, la Policía capturó a Suárez Mejía, ya que habían indicios de que él sujeto tenía participación directa en el hecho.
El 29 de enero, la pareja de la doctora enfrentó audiencia y fue enviado a prisión preventiva por el Juzgado Cuarto de Paz de Santa Ana.
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El juez valoró la pruebas presentadas por la Fiscalía General de la República (FGR), quien aseguró que el procesado trató de borrar las evidencias del crimen. Limpió la sangre del piso y de las sábanas de su habitación. Pero, los fiscales lograron encontrar rastros de sangre a través de una prueba de luminol.
Uno de los crímenes más recientes y que está en investigación es el asesinato de la periodista Karla Turcios, de La Prensa Gráfica (LPG), quien fue hallada muerta el pasado domingo en Santa Rosa Guachipilín, departamento de Santa Ana.
Turcios había sido reportada como desaparecida por sus familiares. Amigos y colegas se unieron en redes sociales para localizarla.
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Pese a los esfuerzos todo fue en vano. La profesional fue estrangulada y por el hecho la Policía mantiene una amplia investigación para determinar quién o quiénes la asesinaron.
En la línea de investigación que lleva la Policía han incluido las declaraciones de la pareja y el padre de la periodista.