En El Salvador, la artesanía ha sido siempre un reflejo de la identidad y cultura nacional. Sin embargo, los artesanos que elaboran productos tradicionales como las piscuchas enfrentan un nuevo desafío: la escasez de la vara de Castilla, un material fundamental para su trabajo.
A pesar de que se puede utilizar otros materiales para su estructura, como el bambú, la vara de Castilla es la más eficaz para asegurar una correcta elevación de la piscucha, cuyo vuelo y colores ha traído alegría y diversión a la niñez salvadoreña por generaciones.
Doris Rodríguez, una vendedora y artesana de piscuchas, relata cómo la falta de este insumo ha complicado la producción. “Trabajamos cinco tipos de piscuchas, desde la ‘Barquita’ hasta la ‘Pescadita’. Aunque hemos mantenido la creatividad, la escasez de vara de Castilla ha afectado mucho. Este material no solo se usa en la artesanía, sino también en la construcción de viviendas de bajos recursos”, explica.
Según Doris, pocas personas se dedican a cultivar esta planta, lo que ha incrementado la demanda y ha limitado la oferta. A pesar de los retos, la venta de piscuchas y otros juguetes típicos de El Salvador sigue siendo un mercado activo, especialmente durante los últimos meses del año, ya que los clientes muestran una buena respuesta a sus productos. También, muchos compradores llegan de Guatemala, arrasando con el inventario de los artesanos salvadoreños.
«Lo que tenemos se vende rápido. En septiembre ya estábamos casi sin producto», comenta Doris, quien ha notado un aumento en la demanda de piscuchas durante los últimos dos años. El problema de la escasez no solo afecta la producción local, sino que también pone en riesgo la continuidad de estos productos artesanales. Aun así, los artesanos, con su ingenio y dedicación, buscan mantener viva la tradición, adaptándose a las circunstancias y trabajando con lo que tienen.