[Foto y texto EFE]
El vuelo de los colibríes -una maravilla de la naturaleza- les permite revolotear sobre una flor con precisión quirúrgica y sin rozarla. Hoy un estudio desvela cómo lo hacen: su agudo sentido del tacto les permite crear un mapa corporal tridimensional que les ayuda a geolocalizarse con exactitud.
La investigación, liderada por la Universidad de California (UCLA) y publicada este miércoles en la revista Current Biology, explica que cuando las ráfagas de aire tocan las plumas del borde anterior de las alas y la piel de las patas, las neuronas de dos puntos concretos del cerebro anterior de estos animales se activan y crean un mapa tridimensional de su cuerpo.
Los receptores del pico, la cara y la cabeza también ayudan: Las células nerviosas de la base de las plumas y de la piel de las patas captan la intensidad de la presión del aire -que cambia según la proximidad a un objeto-, y la transmiten al cerebro, que mide la orientación del cuerpo con respecto a un objeto.
Los pinzones cebra, que también han sido estudiados en esta investigación, tienen la misma organización general con una sensibilidad ligeramente menor en algunas zonas que los colibríes, lo que sugiere que estas zonas ayudan a la dinámica de vuelo altamente especializada de los colibríes.
El estudio no solo puede ayudar a mejorar la conservación de estos animales, sino que también puede impulsar avances en las tecnologías que usan sensores para desplazarse o realizar una tarea, como prótesis o dispositivos autónomos.