Etelvina de Quintanilla se levanta todos los días a las tres de la mañana, sube a su silla de ruedas y prepara todos los utensilios de su venta. Luego sale desde Olocuilta junto a su esposo, su hijo mayor y su nieto hacia los alrededores del parque Cuscatlán, en San Salvador, donde ubica su puesto de pupusas.
Anteriormente vendía en el mercado Central de San Salvador pero las extorsiones, amenazas e intentos de asesinatos por parte de las pandillas la obligaron a abandonar ese lugar.
Fotografias: D1/Gabriel Aquino
Según relata Quintanilla, su esposo casi pierde la vida tras un intento de asesinato de parte de las pandillas de la zona, tras no aceptar retirarse de su puesto el cual ella misma había levantado por mas de 20 años.
«A mi marido casi me lo matan, a nosotros nos amenazaron, nos dijeron que nos fuéramos de ahí; todo porque los policías nos llegaban a comprar comida. Pero nosotros no tenemos vínculos ni con pandillas ni con policías y aun así ellos no nos dejaron en paz», dice Quintanilla de 53 años.
Seis años han pasado desde que dejaron el mercado Central, lo que le a provocado una cada financiera para su familia y tras el intento de asesinato de su esposo, la salud de Quintanilla empeoró. Le han diagnosticado diabetes, por lo que su piel se volvió más sensible a los golpes y moretones.
«A los meses que pasó lo de mi esposo, yo me comencé a sentir mal de mi salud; me dijeron que tenía diabetes y que se me provocó posiblemente por el susto que tuvimos con las pandillas. Me metí a un tratamiento que hasta delgada me puse. Luego de salir del hospital tuve un accidente doméstico y me quebré una pierna, tal vez el golpe no fue tan fuerte pero en mi condición si lo fue», señala.
Una caída de la que busca salir
A pesar de su actual estado de salud y la falta de dinero, Etelvina no a parado de buscar salir adelante, con un pequeño negocio de pupusas, con el que le da sustento a toda sus familia, a sus 5 hijos y un nieto.
«Uno como mujer no puede darse el lujo de quedarse en su casa a ver tele, claro yo por mi condición podría, pero ¿qué vamos a comer ?. El sueldo de mi esposo no alcanza y yo no puedo esperar a que él lo haga todo, afirma.