Claudio Morán Salas, un panameño de 33 años, salió de la localidad de Nuevo San Juan cargando una cruz de unos tres metros rumbo a Portobelo, para agradecer al Cristo Negro porque tiene salud y una familia unida.
Este hombre delgado, ataviado de morado y sudoroso, relata que desde que tiene memoria, visita anualmente el pueblo de Portobelo, situado a orillas de las aguas del Caribe panameño, para a venerar la imagen del Cristo Negro en la iglesia de San Felipe.
«Primeramente para darle gracias a Dios» porque pese a «todos los problemas» causados por la pandemia de la covid-19, él y su familia están «aquí con vida y salud», agrega. Y segundo, «claro no es lo mismo, para sentir el dolor que él (Cristo) sintió por nosotros al morir en la cruz, y para agradecerle que él dio su vida por nosotros», explica conmovido.
«Esta cruz la hicimos mi papá, mi tío y yo. Ellos van allá adelante. Todos los que ves ahí son mi familia», comenta el peregrino, que reafirmó que mientras tenga «vida y salud», caminará cada octubre para agradecerle al Cristo Negro de Colón.
FOTOGRAFÍAS: D1/EFE-BIENVENIDO VELASCO
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