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Inmovilizada con cuerdas por todo su cuerpo y con la cara tapada por sus manos, la momia de Cajamarquilla, en Perú, parece que evita mirar todo lo que le rodea desde hace mil años, cuando fue enterrada en esa posición, en la que permaneció oculta hasta ser hallada en la periferia de Lima. El cadavérico rostro que se esconde detrás de las escuálidas manos puede llegar a recordar a «El Grito», la famosa pintura de Edvard Munch, una agónica escena acentuada en este caso por la posición fetal del cuerpo, muy común en los entierros prehispánicos.
FOTOGRAFÍAS: D1/EFE
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