Era 28 de octubre de 2011. Elvis Stanley Delgado Ramos viaja indocumentado con rumbo a Estados Unidos. Su sueño se vio truncado al caer de un tren en movimiento que se desplazaba por México. Tras el accidente tuvieron que amputarle el brazo derecho.
Perder una de sus extremidades a sus 20 años desencadenó una crisis depresiva. Trató de suicidarse en tres ocasiones.
Luego de intentar matarse, Stanley encontró una motivación: el arte. «El arte no solo me salvó la vida, día a día me la gano, la verdad que Dios ocupó esto para ayudarme a salir de esa depresión. Al principio me sentía destruido, lo que menos quería era hablar del tema de la amputación”.
Stanley se dedica desde hace siete años a hacer estatuismo. Rinde homenaje a todos aquellos que sufren una discapacidad como él. Todos los días se para a un costado del Teatro Nacional, en el centro de San Salvador, ante la mirada de transeúntes que se detienen para regalarle una moneda o simplemente a observar la forma con la que este joven se gana la vida.
Según este artista urbano, el estatuismo también es una forma de comunicación que le ha servido para visibilizar la situación de miles de personas discapacitadas: «Decidí hacer mi primer personaje. Es un minero de Chile. Me impactó la historia de los trabajadores que quedaron atrapados. Pero yo lo reflejo siempre resaltando mi discapacidad”.
FOTOGRAFÍAS: D1/MIGUEL LEMUS
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