Orvin Colón anhela vestir la camiseta negra y amarilla del alemán Borussia Dortmund y Wilmer López la del Barcelona, mientras entrenan en el gran semillero de futbolistas hondureños, el litoral del Caribe.
Orvin entrena en una cancha de la comunidad de negros garífunas de Triunfo de la Cruz, 240 km al norte de Tegucigalpa, para tratar de convertirse en una muralla defensiva, «aprender a salir jugando» y largar pases precisos al espacio «sin botar el balón».
Esta empobrecida región caribeña, dominada por pobladores de origen africano, es el mayor semillero del fútbol hondureño, pese a que la mayoría de las escuelas trabajan con las uñas. Se estima que hay unos 500.000 garífunas en Honduras, sobre una población total de 8,5 millones en el país centroamericano.
De esta zona salieron jugadores de renombre internacional como David Suazo que militó en los clubes italianos Cagliari e Inter; Maynor Figueroa del Wigan de Inglaterra, Wilson Palacios también del Wigan, Tottenham y Stock City y Julio ‘Rambo’ de León, el único sin descendencia africana, del Genoa Reggina y Parma de Italia.
El entrenador que llevó a Honduras al Mundial España-82, José de la Paz Herrera «Chelato Uclés», comentó a la AFP que de las comunidades negras del Caribe «salen los mejores jugadores por su mejor alimentación a base de pescado y mariscos».
«Son físicamente fuertes y por eso llevan ventaja, por ejemplo, frente a los salvadoreños y guatemaltecos», subraya.
Fotos D1/AFO/Orlando Sierra
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