Saltos mortales hacia atrás, volteretas y patadas a la luna. Puede parecer poco académico sobre el terreno de fútbol pero cientos de jóvenes chinos se entrenan con técnicas de kung-fu con la esperanza de hacer al fin que su país sea una potencia mundial en este deporte.
A pocos metros del templo de Shaolin, la meca de las artes marciales, la escuela Tagu abrió el pasado año una sección de fútbol, que reagrupa a unos 1.500 jóvenes de los 35.000 recibidos por la institución en condiciones espartanas.
Los aprendices de futbolistas, chicos y chicas que se entrenan varias horas al día, tienen derecho a una terreno radiante, con gradas en construcción para acoger a los futuros espectadores.
«Nosotros responderemos a la llamada de la patria», explica el entrenador Sun Dawei, sobre el plan del presidente Xi Jinping, gran apasionado del fútbol, que desea convertir a China en una superpotencia en 2050.
Pekín invierte cantidades faraónicas con el objetivo de contar con 50 millones de futbolistas en 2020.
Fotos D1/AFP/Nicolas Asfouri
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