«La plaga de gorgojo es severa, salvar el bosque de pinos es urgente», resume Serafín Gómez, un ambientalista de Morazán, en el noreste de ElSalvador, que vive del ecoturismo en una zona donde operó la guerrilla durante la guerra civil (1980-1992).
En sus 44 años de vida, «jamás» había visto una plaga como este insecto que ataca los bosques centroamericanos, dice Gómez a la AFP, en la altura del Cerro El Pericón.
«Con los pinos secos se rompe el equilibrio ecológico, se pierden espacios de la flora y fauna, y sin belleza paisajística perdemos uno de los principales atractivos: el turismo», reflexiona Gómez, de baja estatura y facciones típicas de los indígenas lenca-cachahuiras.
Aunque el gorgojo permanecía casi invisible en los bosques centroamericanos, los ambientalistas atribuyen su acelerada propagación al excesivo calor que trajo el fenómeno climático de El Niño, que en 2015 apenas dejó lluvias en dos de los seis meses del invierno.
«El insecto tiene la capacidad de reproducirse más rápido por el aumento de la temperatura, es un fenómeno que no teníamos registrado», explica a la AFP Rafael Vela, experto en bosques y biodiversidad en la ONG Centro de Tecnología Apropiada (Cesta).
Fotos D1/AFP/Marvin Recinos
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