Los temores de Luis Enrique se cumplieron en una fecha incómoda, con España alejada de la identidad mostrada en la reciente Eurocopa, remontada por su inestabilidad defensiva y encajando una derrota en una fase de clasificación mundialista 28 años después, que le deja a merced de Suecia para no verse abocada a la repesca.
La dureza de la derrota deja a la selección española en serios problemas. Con un partido más y a dos puntos de Suecia, que exhibió el poderío con el que nunca perdió en su país en trece encuentros con Anderson de seleccionador. Terreno que se convierte en maldito para la Roja, donde sigue sin ganar y se mete en un buen lío sumando el empate de su primera jornada ante Grecia.
58 días después de caer con honores en las semifinales de la Eurocopa, la selección española regresaba a escena con el mismo bloque pero sin Pedri. Un once con la irrupción de Carlos Soler en racha, el mejor en un centro del campo perdido. En una fecha incómoda, con los jugadores adquiriendo un buen estado físico tras sus vacaciones pero sin excusas para encarar una ‘final’. Cualquier parecido con la cita reciente ante Suecia fue casualidad.
La impotencia por la ineficacia ofensiva del debut en La Cartuja, en un encuentro que dejó hasta 17 remates y solo cinco a portería rival, se derrumbó en apenas cinco minutos. Fue el tiempo que tardó en aparecer Soler, libre de marca en el segundo palo, para enganchar con calidad un centro de Jordi Alba. La acción, con descargue de tacón de Morata y rápido pase de Busquets, descolocó a la zaga sueca.
El tanto era oro en el pulso por el liderato de grupo pero duró segundos en el marcador. España fue víctima de sus errores e imprecisiones. Un pase atrás de Soler no lo controló Busquets, que ya había fallado en la primera acción de peligro del partido con una pérdida que Suecia siempre castiga con velocidad. Isak, atento, enganchó un disparo ajustado al palo. Imparable para Unai.
Cuando España encontró el gol pagó caras sus imprecisiones. Y estaban avisados por Luis Enrique, el balón largo con segunda jugada y los contragolpes, eran la seña de identidad de una Suecia con un descaro mayor jugando ante su afición. Aún tuvo la selección un tramo de entereza futbolística gracias al desequilibrio que generó Ferran Torres. Primero por la derecha, posteriormente por la izquierda en el intento del técnico asturiano de enganchar al duelo a un perdido Gerard Moreno.
La tuvo con un pase de la muerte tenso que le metió Ferran pero cayó al suelo en lugar de impactar el remate. A las nubes la había mandado Morata en otra acción del extremo del City. Eran los mejores momentos de España antes de generar inseguridades por la inestabilidad defensiva.
Faltó contundencia en Eric García, sobraron errores de Busquets y Koke que permitieron a Isak exhibir elegancia en la carrera. Buenas lecturas de contragolpes y finalizaciones que se toparon con Unai Simón. Con Fosberg superando a Azpilicueta con una bicicleta antes de su disparo y Kulusevski con un derechazo raso.
Las correcciones de Luis Enrique al descanso parecían provocar un cambio. Fue un espejismo. Un centro de Soler envenenado, lo sacó como pudo Robin Olsen bajo palos. España pasó de creerse con capacidad de conquistar su primer triunfo en tierras suecas a asomarse al precipicio. Cada aparición de Isak entre centrales se convirtió en una pesadilla. Corrigió con velocidad Eric, al que se le pidió una mano dentro del área pero apoyada sobre el césped no la concedió el colegiado.
La falta de intensidad defensiva nació de los desajustes. El centro del campo nunca ofreció estabilidad. No hubo ayudas y el resultado se plasmó a los 57 minutos tras un despeje en acción de saque de esquina. Mala ubicación y disparo a placer de Claesson a la red. La situación tomaba el peor perfil posible. El dominio de balón no se traducía en ocasiones y Suecia, sin ‘Ibra’, destrozaba a base de velocidad de Isak y su pareja de baile, Kulusevski.
Luis Enrique cambió el plan de ruta utilizado en la Eurocopa. Sin jugadores que estuvieron en los Juegos como Pedri, Dani Olmo y Oyarzabal, recurrió a la potencia de Adama Traoré. Cuando el partido se centraba en cada acción desequilibrante del extremo, finalizadas con centros, retiró del campo al que debía rematarlos, Morata, y por lesión ya se había ido Gerard Moreno.
Todos los intentos en la búsqueda de un empate que salvase el partido acabaron en Adama, que se topó con Olsen en su acción más clara. Nadie fue capaz de enganchar un remate y la derrota pudo ser mayor si en el tiempo añadido Quaison no perdona otro regalo en cesión de Eric, picando el balón a la salida de Unai.
España, presente en once Mundiales consecutivos, queda a expensas de los resultados de Suecia, obligada a ganar todo lo que le queda en el grupo, agotado el margen de error. La ilusión recuperada en la Eurocopa se desplomó en una noche fatídica en Solna.