A lo grande. Así ha vuelto once años después Joan Laporta a la presidencia del FC Barcelona, al conseguir más del 54, 28 por ciento de los votos en unas elecciones con una alta participación y convertirse en el máximo dirigente del club catalán para los próximos seis años.
Laporta, que ya fue presidente del Barcelona entre 2003 y 2010, obtuvo 30.184 votos, aún más que en 2003 (27.138) y derrotó con claridad a Víctor Font (16.679 votos, 29,99%) y Toni Freixa (4.769, 8,58%), en una demostración de que los socios votaron cambio y cerrar la página de Josep Maria Bartomeu. En total han votado 55.611 (50,42 del censo), con 351 votos en blanco y 3.628 votos nulos.
En las elecciones más largas de la historia moderna del club catalán -el Barcelona no tiene presidente desde finales de octubre cuando dimitió Josep Maria Bartomeu-, en unas condiciones epidemiológicas complejas y con un club en uno de los peores momentos de su historia, los socios barcelonistas fueron a lo seguro.
Y han considerado que la apuesta segura es la de Laporta, que ofrece la experiencia de haber sacado adelante al club catalán en una situación sino igual, sí parecida. Fue en 2003, cuando Joan Gaspart había dilapidado en poco tiempo la herencia de Josep Lluis Núñez, que le había cedido el trono, y el club se encontraba en plenas turbulencias institucionales, deportivas y económicas.
Aquel Laporta prometió dedicar junto a su equipo directivo «los mejores años» de su vida para reconstruir el Barça y durante siete años lo llevó a lo más alto. Aquel equipo, formado por grandes estrellas, conquistó un sextete histórico con un entrenador de leyenda: Pep Guardiola.
Ahora el reto es máximo. Laporta, con dieciocho años más, conoce todos los resortes del mundo del fútbol y tendrá un reto aún más complicado, con una entidad al borde del abismo financiero 1.173 millones de euros de deuda, de los cuales 730 millones a corto plazo.
Pero no solo eso. Tiene que convencer a Leo Messi, que finaliza contrato el 30 de junio y con Bartomeu ya anunció que no quería continuar, decidir sobre el futuro del entrenador (Ronald Koeman) y acometer el futuro con la construcción del nuevo Camp Nou, lo que se conoce como ‘Espai Barça’.
Para el barcelonismo, Laporta es el salvavidas en tiempos de crisis para el club y ha jugado celosamente sus cartas. Ha dejado de lado aquel carácter explosivo y es quien ha marcado la campaña desde el principio, desde el día en que instaló una valla publicitaria cerca del Bernabeu con la leyenda: «Ganas de volver a veros».
Porque los socios consideran que Laporta es el mejor preparado para devolver el orgullo perdido, plantar cara al ‘establishment’ y volver a ser lo que fue.
La jornada fue especial por la masiva participación. Se pudo ver en las urnas del Camp Nou a los capitanes de la primera plantilla -falta por confirmar si Gerard Piqué votó por correo- y fue emotivo el momento en el que Leo Messi, acompañado por su hijo Thiago, votó en el Camp Nou.
Messi, que dentro de cuatro meses podría dejar la entidad, se fotografió después en lo más alto del estadio con su hijo. Tal vez fue una despedida o una señal de compromiso, todo es posible.
Con la victoria de Laporta, el abogado entra en el selecto grupo de mandatarios que recuperan la presidencia. El último de ellos fue Enrique Piñeyro, el marqués de la Mesa de Asta, impuesto por el régimen franquista y que presidió el Barça en dos etapas (1940-42 y 1942-43).
Esa relación la encabezan Hans Gamper, presidente en cinco periodos diferentes (1908-1909; 1910-13, 1917-19, 1921-23 y 1924-25), Gaspar Rosés (3: 1916-17; 1920-21 y 1930-31) y Joan Laporta (2: 2003-2010 y 2021-2027).
El nuevo presidente del Barcelona se enfrenta con el reto de su vida. Cuando a un cuarto de hora del cierre de las urnas, el sondeo de TV3 le daba el 58,3 % de los votos, la carpa donde estaba su equipo estalló.
Ahora llega el momento de la verdad. Los tres protagonistas se fundieron en un abrazo cuando con el 75% escrutado la victoria de Laporta ya era un hecho.
Los más de 30.000 votos obtenidos legitiman el proyecto del nuevo presidente y ahora solo hace falta que la pelota vuelva a rodar, y sobre todo que vuelva a entrar en la portería, para que se inicie un nuevo círculo virtuoso y el Barcelona vuelva al lugar donde le toca.