El detective Charlie M., contratado por la directiva del Sevilla para seguirle la pista de cerca a Diego Armando Maradona por sus escándalos vinculados a las drogas y el sexo, cuando el argentino aterrizó en España a fines de 1992, después de ser endiosado en Nápoles, rompió el silencio sobre todo lo que observó en la vida desenfrenada que llevaba el “Diez”.
Después de conquistar la gloria mundial con la selección Argentina y ser glorificado en aquella pequeña ciudad del sur de Italia, Diego llegaba a España con una pésima presentación por el abuso del alcohol y las drogas, que le trajo una sanción de un año y tres meses tras dar positivo a cocaína en un control antidopaje, por lo que Sevilla optó por ponerle un espía.
En una entrevista concedida a Vox Pópuli, Charlie M. reveló que le infiltraron un grupo de mujeres a su casa: “Eran modelos y con eso les pusimos la trampa. Maradona era muy buena gente, pero era muy golfo. Le cantaban una canción que decía: ‘Me casé con un enano salerito pa jartarme de reír’. Se lo cantaba una tía de dos metros, buenísima, y el otro que no le llegaba ni al ombligo. Eran las 5:00 de la mañana, a las 10:00 tenía que estar en la ciudad deportiva entrenando y no iba a entrenar”.
De acuerdo al detective, uno de los problemas del argentino, de quien aún continúan las investigaciones para determinar la causal de su muerte, fue que nunca estuvo bien acompañado.
“Era íntimo amigo de un asador argentino. Tenía como 15 italianos en su casa, su representante y 10 o 12 personas detrás. Maradona era tonto porque era buena gente, pero es que tenía una cantidad de personas detrás que los veías chupando y decías: ‘Este tío es carajote’. Tú puedes ser el tío más golfo del mundo, pero te puedes quitar a siete”, considera el espía.
“Su casa no tenía salida, era lo bueno que tenía. Era un chalet y solo tenía una salida. Entonces pusimos un coche ahí y nos íbamos turnando. Esa casa era como El Corte Inglés. Contamos 18 o 20 italianos, argentinos entrando y saliendo. Yo llevo 30 años en la calle y sé qué gente era. Aquello era un desastre”, continuó.
Y cuando por fin abandonaba la casa para salir al entreno, se las ponía aún más dura. “Se abría la puerta y salía levantando el polvo como los Miura. Se ponía a 190 Km/h, como una cabra”, recordó.
Según Charlie M., gracias a sus informes el Sevilla se ahorró 150 millones de pesetas cuando lo despidió, al tener argumentos de porqué no se presentaba a entrenar.