Un Barcelona apático, que pareció no guardar ningún parentesco con el que venció en Turín hace una semana, se impuso por 2-1 a un diezmado Dinamo de Kiev que consiguió hacerlo sufrir hasta el último instante.
El encuentro amaneció con la posibilidad del Barça de sentenciarlo en la primera decena de minutos. Pero los de Koeman tan solo aprovecharon una de las cinco oportunidades de gol que generaron en ese periodo de tiempo, durante el cual el Dinamo de Kiev mostró las carencias provocadas por las múltiples bajas que le dejaron con tan solo 13 jugadores del primer equipo.
Aterrorizado por la aparición de Leo Messi dentro del área, el instinto de Popov puso la pierna derecha del central ucraniano de forma desmedida para cortar el avance hacia el gol del argentino. Michael Oliver, el árbitro, señaló hacia adelante, perezoso, y tuvieron que pasar unos segundos para que todo el mundo tuviese claro que el inglés mandaba el partido al punto de penalti.
El imberbe Ruslán Nescheret se encontró a sus 18 años y en su segundo partido como profesional con el reto de pararle un penalti a un tal Messi, que cumplió su encuentro 150 en competiciones de clubes de UEFA. El muchacho no se quedó lejos de la gloria, pero acertar que el disparo del 10 iría hacia su izquierda no fue suficiente para él.
Ni Antoine Griezmann en dos ocasiones (una de ellas a puerta vacía); ni Pedro González ‘Pedri’ con un disparo con el interior que se estrelló en el larguero y después en la misma línea de gol; ni Ansu Fati con un lanzamiento malicioso que rechazó Nescheret consiguieron abrir una brecha insalvable para el conjunto dirigido por Mircea Lucescu.
Y eso que hasta el minuto 20 el Dinamo de Kiev simuló que la portería de Ter Stegen, que no jugaba desde el 2-8 ante el Bayern por una lesión, no existía. Pero entonces los ucranianos vieron que a lo lejos había un horizonte y poco a poco se atrevieron a ir hacia él a pesar de no contar con sus dos mejores medios centros: Sydorchuk y Shaparenko.
La inesperada valentía ucraniana cortocircuitó a un Barça que se defendió con Frenkie de Jong como uno de los centrales y que ya no supo volver a llegar con la misma alegría al área rival.
Cuando el partido se dormía sin remedio a falta de 10 minutos para el descanso Buyalskiy cazó con la cabeza un balón que no se convirtió en el empate porque Ter Stegen sacó una mano derecha esculpida en mármol que mandó la euforia visitante por encima del larguero.
La afirmación de Lucescu del martes respecto que el Barça no está entre los favoritos para ganar la competición resonó como un trueno en un Camp Nou que la pandemia del coronavirus insiste en que tan solo sea plástico y cemento, y que las noches memorables de Champions, como la vivida en 1993 ante el mismo Dinamo de Kiev, parezcan no tener un sitio ni en el futuro.
El eco del trueno aún se escuchó en el primer minuto del segundo tiempo, cuando Viktor Tsygankov, autor del gol de Ucrania ante España el 13 de octubre, gracias a un contraataque se plantó solo en el jardín de Ter Stegen, quien tuvo que convertirse en un gigante para evitar el desastre.
En el córner posterior, Kedziora superó de cabeza al guardameta alemán, pero el árbitro anuló el gol porque consideró acertadamente que el centro había rebasado la línea de fondo.
Pero los sustos aún no habían terminado. El joven Supryaha, el delantero de la selección sub20 de Ucrania campeona del mundo en 2019, aprovechó otro contraataque para mirar de tú a tú a Ter Stegen antes de que el portero le adivinara las intenciones.
La respuesta del Barça llegó antes del minuto 60 mediante un lanzamiento de falta de Leo Messi y poco después con un remate apurado de Sergi Roberto, quien acababa de entrar junto a Dembélé para darle otro aire al encuentro. Las dos ocasiones de gol se encontraron con un espléndido Neshcheret.
Pero en la siguiente jugada el arquero del filial del Dinamo de Kiev nada pudo hacer para evitar que un centro preciso de Ansu Fati desde la izquierda que encontró la cabeza de Gerard Piqué se convirtiera en el 2-0.
Parecía la sentencia de un partido en el que el conjunto de Ronald Koeman tan solo se dedicó a cumplir el expediente, pero antes de marcharse a casa aún le quedaba trabajo rutinario por hacer.
Quien no tuvo ningún problema en regresar a la rutina de su excelencia fue Ter Stegen. En el ecuador del segundo tiempo le sacó otro mano a mano a Tsygankov, que no se vino abajo y a falta de 15 minutos aprovechó el rechace de otra parada majestuosa del portero alemán, esta a disparo de Verbic, para recortar distancias a puerta vacía.
Tanta apatía de los jugadores azulgranas finalmente trajo el sufrimiento. Dembélé quiso espantarlo con una de sus genialidades inesperadas en forma de disparo lejano destinado a la escuadra, pero una vez más Neshcheret simuló ser un portero experimentado con cincuenta partidos de ‘Champions’ a su espalda.
Los últimos minutos fueron puro desconcierto del Barça y el silencio del Camp Nou hasta dejó escuchar un «tenemos que sufrir» de Gerard Piqué ante un conjunto ucraniano que suplió las bajas y el cansancio con la ilusión. Se quedó a un detalle de lograr una proeza.útbol.