Karla Venecia Ortiz es una judoca que pertenece al dojo de San Martín pero, en estos momentos ha cambiado el judogi por el traje de enfermera para cumplir su trabajo como técnica de la salud en la Unidad de Salud Especializada de ese municipio.
La judoca está brindado su servicio profesional voluntario y a la vez reparte víveres a las familias más necesitadas del populoso San Martín. “Soy parte de un gran equipo que no nos importa la hora, el cansancio o el clima, pero sabemos que esta ayuda va llegar a muchas familias de nuestra comunidad”, comenta Karla.
Según Ortiz, dentro de esta pandemia lo más difícil que le ha pasado es recibir a una persona que esté contagiada o sospechosa de portar el COVID-19, pero su ética y amor puede más que su miedo. Karla considera que, como atletas, están pasando un momento muy difícil porque están afuera de los dojos, pero también se siente comprometida con su misión como profesional y debe apoyar en lo que pueda como enfermera.
De igual manera, Jenny Ester Guevara es una judoca santaneca que se encuentra en el frente de pelea contra esta pandemia. Para ella, lo más difícil durante esta crisis sanitaria es no poder convivir con su familia, ya que debido a la emergencia trabaja más de lo normal y es muy es difícil ver cómo va aumentando día a día los casos positivos del COVID -19.
“Es preocupante ver que la población no acata las indicaciones dadas por el Gobierno y el Ministerio de Salud, y ver como aumenta el número de fallecidos», lamenta Guevara.
La judoca ha dejado a un lado el deporte porque cree que en este momento lo principal es salvaguardar la salud y el bienestar de la población salvadoreña. “Para mí, primero hay que salvar las vidas para, luego que pase la pandemia, poder retomar mis entrenos”, agrega Jenny.
“El judo como deporte nos inculca mucho el autocontrol, el coraje, el respeto y la solidaridad, y sobre todo, la salud; pienso que este deporte ha fortalecido mi profesión como enfermera ya que al brindar la atención directa a los pacientes pongo en práctica los principios y valores que me ha enseñado el judo, y me siento muy orgullosa de ser una judoca y enfermera”, valora Guevara.
En la misma situación se encuentra la judoca Merari Yareni Alvarenga, enfermera que labora en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) de Ilopango, pero en el área de pediatría. ”Siempre he amado mi profesión, agradezco a mi Dios y a mis padres por la oportunidad que me dieron de ser enfermera”, menciona con mucho entusiasmo.
Según explica la atleta, durante esta pandemia, y por la misma dinámica de movilización del personal de salud a diferentes áreas de atención en emergencias, ella también ha atendido directamente a personas con gripe y problemas respiratorios, lo que la ha colocado cara a cara con la crisis.
Al inicio de la emergencia del COVID-19, Merari fue expuesta al virus ya que la unidad de salud en la que labora fue donde se detectaron los primeros casos de esta enfermedad y, como nexo epidemiológico, tuvo que entrar en el proceso de diagnóstico y descarte de este virus. “Esos días fueron importantes para mí y creo que marcarán mi vida. Mi familia me hizo sentir su apoyo y me motivaron a sentir que inyectaba fe a mi vida confiando en que Dios es quien tiene el control de nuestras vidas, considerando que debemos enfocarnos en lo positivo”, considera.
“Lo más difícil que he experimentado en esta pandemia ha sido la discriminación de las personas y la poca valoración a mi profesión. He sentido que al estar expuesta, y en vez de recibir apoyo por parte de las personas, he tenido actitudes de desprecio y rechazo”, confirma la judoca.
Para Merari, también el apoyo de su esposo Enrique Francisco Elías Marroquín y sus hijas ha sido un pilar importante para seguir adelante, a pesar de toda esta tempestad. De igual manera expresa que la práctica del judo le ha enseñado la disciplina y el respeto por las demás personas, agradeciendo al mismo tiempo todas las oraciones que sus seres queridos hacen por ella.