Así como muchas jugadoras han hecho con el fútbol femenino, al volverlo atractivo pese a permanecer eternamente en el olvido y ante la renuencia de muchos, la capitana de Alianza Women, Priscila Ortiz, logró erigir una obra de entre los escombros aprovechando el confinamiento obligatorio para ayudar a su mama Betty, quien la crió en Atiquizaya, Ahuachapán.
Debido a que el fútbol está paralizado en casi todo el planeta, dando en los últimos días pequeños indicios de querer regresar en Europa, aún no se sabe cuándo se reactivará en la rama femenil, pero por las circunstancias en que a éste le ha tocado desarrollarse no se vislumbra un panorama alentador; sin embargo, acostumbradas a sacar lo mejor de sí ante la adversidad, muchas jugadoras no se han se han quedado cruzadas de brazos durante la pausa obligada.
Priscila Ortiz optó por lanzarse a la construcción para ayudar a su familia en el occidente del país. Levantó, junto a sus primos, un muro que les tomó ocho días, para que no se lave la tierra en la casa de su tía en esta época de lluvias y que ella pueda caminar tranquila en el patio que además la jugadora ha decorado con plantas tras terminar la construcción.
“Siento una gran satisfacción al ver cómo va quedando porque pudimos crear más espacio limpiando y dejar a un nivel todo, y lo mejor, que mi mama Betty tendrá espacio para caminar en el jardín, ya que a ella le gustan mucho las plantas y se ha sentido feliz al ver cómo está quedando, hasta emocionada se ha visto y eso nos llena de alegría”, manifestó la jugadora.
Le tocó trabajar turnos de más de ocho horas, levantando piedras de hasta unas 60 libras, teniendo como recompensa tal vez solo el plato de comida, pero asegura que ha valido la pena.
“Aunque nos ha costado estamos felices por todo lo que hemos hecho. Ya después de todo esto, cuando abran las ferreterías, pensamos compactar el patio para que no se haga lodo”, indicó en cuanto a lo que se viene. “Mientras no vuelva el fútbol estaremos trabajando acá, pasando en familia que es lo más importante”, añadió, sin perder la esperanza en que pronto podrá derribar y construir otros muros en los campos olvidados del fútbol femenil.
“Espero y confío en Dios que pronto todo vuelva a la normalidad y ser más feliz nuevamente jugando”, confiesa la capitana de Alianza, que tendrá como misión la búsqueda de otro bicampeonato con el equipo blanco.
Y su familia…. seguramente estará ahí viéndola cómo erige otra obra y planta otro jardín en un deporte aún en escombros en nuestro país.