El Salvador
domingo 23 de marzo de 2025

La historia de Alcides: el padre que superó El Paso del Hombre en memoria de su hijo

por Gabriela Cruz

Su firmeza para afrontar el duelo a través de esta prueba física desafiante es una muestra del amor y la entrega de los guardavidas de Cruz Roja Salvadoreña.

Este es el relato de Noé Alcides Morales, un guardavidas de Cruz Roja Salvadoreña con más de dos décadas de servicio en Chalatenango. En homenaje a su hijo Alcides Steedh Morales Castro, un joven guardavidas que perdió la vida el año pasado, decidió enfrentar y superar una exigente prueba de resistencia: nadar 21 km en las costas salvadoreñas.

Su determinación para atravesar el duelo como padre por medio de un reto físico desafiante de tal magnitud es un testimonio de resiliencia, fortaleza y el amor que perdura más allá de la ausencia de un ser querido.


Estoy en la seccional de Guardavidas desde que tengo memoria. Quizás tenía como 13 años cuando entré para ser un guardavidas, siempre fue un deseo grande.

Mi primer carné lo obtuve en 2005. De hecho, en 2005 fue cuando nació mi hijo. Yo tenía 17 años. Desde ahí decidí quedarme realmente en la seccional de Guardavidas.

Con la nueva familia, empecé a trabajar por el nacimiento de mi hijo. Realmente me tocó afrontar ser un padre primerizo de 17 años y ver cómo trabajaba, estudiaba. Estudiaba en la noche, trabajaba en el día.

Todos le decían Nino. Yo me llamo Alcides, él también. Entonces cuando a uno lo llamaban, los dos volvíamos a ver. Por eso a él le decían “Nino” y a mí me dicen Alcides.

Foto: D1/Gabriel Aquino
Primer carné de guardavidas que obtuvo Noé Alcides en Cruz Roja Salvadoreña. Foto: D1/Gabriel Aquino
Noé Alcides en la seccional de Cruz Roja Salvadoreña en Chalatenango. Foto: D1/Gabriel Aquino

Mi hijo creció. Su deseo también era entrar a Guardavidas y empezó a nadar. Yo era bastante conocido en Guardavidas y a él le dieron ganas de meterse. Aquel fue buzo, desde la edad de 5 años ya nadaba. Me veía nadar en diferentes piscinas y todo, a él le gustó.

Él llegaba y se metía, participaba en los entrenamientos, pero nunca como guardavidas, hasta que de él salió decirme: «Ya quiero nadar». De hecho lo metí a una escuela de fútbol y no le gustó. Lo que quería era nadar.

Se carnetizó cuando tenía 17 también.  Cuando estudiaba en el instituto, en el bachillerato, participaba bastante. Lo mandaban a cubrir a las playas. Y cuando salió de bachillerato entró a la Escuela Militar. Allí se ganó unas medallas en natación.

Era bueno nadando, bueno, de hecho, me ganaba a mí.

Momentos antes de iniciar la travesía, con el respectivo número de identificación para la prueba. Foto: D1/Gabriel Aquino
Foto: D1/Gabriel Aquino

El jefe de Guardavidas me dijo que necesitaba mi ayuda para ver cómo apoyaba en la seccional porque Guardavidas estaba como decayendo. Entré de lleno como tesorero de delegación [administración]. Yo saqué mi carrera durante todo ese tiempo, soy contador público.

Y ahí estaba mi hijo. Yo no me metía mucho, pero aquel nadaba, nadaba bastante. Yo le decía: «Si te vas a meter a esto, pues tenés que ser responsable». Y así fue parte activa de la Cruz Roja.

Entró la pandemia; los Pasos ya no se hicieron. La primera prueba de resistencia después de la cuarentena fue en el lago de Ilopango en 2022. Sí nadé junto a él, pero no era un Paso del Hombre, solo era como una travesía.

Cuando salí de ahí, me sentí fundido porque no estaba ni preparado. Pero yo le dije: «Me voy a preparar mejor y vamos a hacerlo los dos juntos». Y este era el año en que participaríamos juntos en El Paso del Hombre.

Pues, cosas del destino, pasó que aquel no pudo estar. Tuvo su accidente en mayo del año pasado. Entonces me dije: «No, esta es una promesa que tengo que cumplírsela a él».

Foto: D1/Gabriel Aquino
Foto: D1/Gabriel Aquino

No había nadado desde que pasó el accidente, pero decidí que buscaría clasificar al Paso del Hombre de este año.

Antes no quería ni recordar estar en la playa, o en la piscina, nadando. Pero no sé… dos días antes de la Prueba Cooper —la prueba de preclasificación para el Paso del Hombre— decidí ir a nadar.

La prueba Cooper consiste en nadar 3,000 metros en una piscina olímpica en una hora para evaluar la resistencia antes de la prueba acuática.

Nadé dos días para prepararme y en la Cooper hice lo que pude, hice lo que pude y… clasifiqué. Hasta me sentía mal porque temía que no le podría cumplir la promesa. Pero clasifiqué.

Participamos 12 voluntarios de la seccional de Chalatenango. El año pasado solo fueron dos. Ahora todos nos esforzamos más para poder ir.

Miembros de la seccional de Cruz Roja Salvadoreña en Chalatenango. Foto: D1/Gabriel Aquino

Realmente era un joven muy querido.

Yo solo había querido hacerle un recuerdo bordado, pero al final decidimos, con el jefe, poner una foto de él como homenaje en las camisas y los trajes de baño. Se dieron cuenta amigos de él en Estados Unidos. Me dicen que les envíe estos recuerdos, quieren tener un recuerdo de él.

Realmente ha sido Paso bastante bonito para todos.

Hemos practicado bastante. Todos estaban entusiasmados de querer hacer este Paso. Quizás por eso mismo, por ser un homenaje para Nino. Y pues, obviamente como papá quería que todos lo llevaran durante la travesía.  

Foto: D1/Gabriel Aquino
Foto: D1/Gabriel Aquino

Aquel era súper calmado, muy callado, pero era de los amigos que si necesitabas algo, salía corriendo a hacerlo.

Siempre andaba de buena gente. Todos sus amigos me dicen a mí que, si necesito algo, ellos están para ayudarme. Sienten que le quedaron debiendo al Alcides de tan buena onda que era con ellos.

«No, viejo, yo a aquel le debo y no hallo cómo pagárselo, se lo tengo que pagar a usted como papá», me dicen.

Nunca me levantó la voz, nunca me contestó, siempre agachaba la cabeza. Era muy servicial. Era súper obediente.

Quizás siempre me pregunto el por qué. Yo sé que hay tantos hijos ‘malos’, digamos, desobedientes, bolos, fumadores y él no tenía nada. Pero pasó. Yo siempre me digo eso, por qué aquel que era tan buena onda, tan buena gente… ¿Por qué a él?

Foto: Cruz Roja Salvadoreña.
Foto: D1/Gabriel Aquino

Me pasó una cosa pero hermosa.

Mientras nadaba en el mar durante una travesía un pececito me seguía, no se me perdió durante una hora. Era un pececito amarillo con puntitos.

Lo veía con los lentes, veía que me llegaba y se me iba, pasaba, nadaba y de repente volvía a llegar.

Y yo le decía a los demás: «¿Ven ese pescado, ustedes?» «No».  Paré un momento y lo envolví con las manos. Un pez nunca se va a dejar agarrar.

 Y era así de pequeño, se me quedó en mis manos un momento.  Entonces, me dije: «¿Quién más va a ser?» Me agaché, lo tenía, lo levantaba y el pececito ahí estaba. Dije: «Este es Alcides».

Eso precisamente era lo que quería experimentar. Sé que no iba conmigo a la par, pero siempre va a estar conmigo. 

Foto: cortesía Noé Alcides Morales Morales
Foto: D1/Gabriel Aquino

Siempre apoyo a la seccional de Guardavidas porque siento que soy uno de los viejos ahora. Antes los viejos nos jodían, pero ahora yo de todas las maneras busco apoyar.

Por mi trabajo no puedo estar al 100%. A mí me gustaría hacer crecer Guardavidas, pero bueno, hay veces que no se me da.

Pero siempre estoy proponiendo travesías para que los jóvenes se involucren. Entre todos vemos cómo hacer crecer Guardavidas.

La delegación también nos apoya, nos está dando ayuda de la sección de San Salvador y están apoyando bastante. Y nosotros aquí pues también estamos viendo de dónde sacar recursos.

Noé Alcides Morales llegando a la meta luego de conquistar la prueba acuática. Foto: D1/Gabriel Aquino

Yo ya había hecho El Paso del Hombre siete veces. Y el último fue en 2014.

Mi primer Paso fue en 2005. Tenía como 17 años cuando lo hice. Yo sí nadaba bien, o sea, era mi juventud.  Desde ahí, creo que lo hice como cinco veces seguidas.

Para El Paso del 2014 alguien no fue, me insistieron que participara y me lancé al agua.  Pero salí mal, me dije que hasta allí había llegado mi tiempo nadando el Paso del Hombre. Luego, pensé: «Hasta que mi hijo esté grande, pues, entonces, ahí nos vamos a meter al mar».

Este Paso del Hombre era el que íbamos a hacer juntos.

Él tiene un hermano. Ahora es guardavidas también. Pero tiene 16 años. Quería ir conmigo, pero todavía tengo miedo de que no esté listo del todo. Con él prometimos que cuando cumpla 18 vamos a ir a nadar El Paso del Hombre.

Foto: D1/Gabriel Aquino

Hablé con la mamá. A ella le duele mucho todavía. Me dijo que no quería volver a revivirlo. Pero yo sí quería cumplir esta promesa.

El accidente lo tuvo en esa moto. La mamá no puede ver esa moto. Todo el mundo no quiere que la maneje, pero cuando yo me subo en ella… Él en su Facebook sí la presumía. La ponía en todos lados, de todas las formas. Era suya.

A mí me quedó un poquito de resentimiento porque yo no estaba en El Salvador cuando pasó. Había viajado a Estados Unidos y yo dejé mi moto en la casa. Quizás tenía un día de haber llegado cuando pasó.

Y varia gente me dijo: «Vos, ¿por qué le diste esa moto? Que mira lo que pasó». Fue muy muy duro que pensaran así. A la moto no le pasó nada, no tenía nada. La moto salió por un lado y él salió por otro, el otro carro que venía se lo pasó levantando…

Varios me dijeron que no maneje, que no fuera al Paso porque adentro me puede pasar algo; te puedes ahogar, me decían.  

No. Para mí es recordarlo, siempre quiero tenerlo conmigo, que siempre todo el mundo hable de él para que no se olvide su memoria. Me puse a pensar que no tengo que dejar las cosas para mañana, nadie sabe qué pueda pasar. Así fue que decidí hacerlo.

Yo quiero que todavía lo recordemos, que sus amigos lo recuerden. De hecho, hay un grupito de voluntarios de Guardavidas, que igual, también hicieron la promesa con Nino para nadar este año.

Eso me ha hecho mucho bien a mí.  El jefe de guardavidas me dice: «Yo sé que no está él aquí, pero yo te voy a echar la mano en lo que sea, viejo. Quiero que Guardavidas salga de nuevo adelante. Sé que es algo que él hubiera querido. Yo te voy a ayudar en lo que sea».

No quiero que se sepulte su legado. Quiero que lo recordemos, quiero que siempre esté vivo, quiero que siempre se escuche de él entre todos.

Se escucha en los entrenamientos. Todos sus amigos todavía le ponen en el Facebook: «Nino, vos estás con nosotros. Hasta el cielo». Él fue una buena persona, un buen amigo, un buen hijo.

Esto después a mí me va a ayudar.

Foto: D1/Gabriel Aquino

Lo que podría decir sobre esta experiencia es que hay que aprovechar el tiempo. No se sabe qué puede pasar de un día a otro.

Pospuse muchas cosas por trabajo, por estudio. Cuando había travesías o algo de la Cruz Roja, él siempre se iba y yo decía que tenía que trabajar, que no podía ir.

Media vez alguien se va, le queda la cuestión del hubiera: hubiera ido, hubiera acompañado, hubiera andado ahí. No regresa ese tiempo.

Una vez me puse su ropa por una travesía. Me puse los lentes, todas las cosas que él se ponía. Y es bien difícil sentir el dolor. Ahora hago esto cuando lo pude estar haciendo con él.

Es de aprovechar el tiempo, aprovechar a nuestros hijos porque no se sabe cuándo uno no va a estar. No tenía que posponer. Llegué a pensar que mejor me preparo para el otro año, pero no. 

Me agradezco yo solo al decir: «Le hiciste huevo, viejo. Clasificaste al Paso, sé que no estabas preparado, pero Alcides te ayudó».

Noé Alcides Morales y su familia tras lograr la travesía de 21 km en mar abierto. Foto: D1/Gabriel Aquino

Quizás no había pensado en llegar a la meta. Lo que había pensado era nadar con él.

Hay unos momentos en el Paso en los que uno va con la cabeza abajo y nada quizás unos 10 a 15 minutos. Quizás no se nada recto, se va para un lado. Cuando levantas la cara, no ves a nadie. Uno se aflige. Ve la inmensidad del mar y allá van todos.

Pero no me tengo que preocupar, él va a la par mía, va aquí conmigo. Voy tranquilo porque voy con él.

Llegar a la meta es sentir que no está aquí conmigo, pero le cumplí la promesa. No ibas a la par mía, pero sí dentro de mí.


Al salir del agua, todavía me sentía un poco tembloroso, pero estuvo bastante bueno. De hecho, no había mucha corriente en el mar. Hubo un momento cuando no daba más pero, igual, sentí que tenía que hacerlo, tenía que cumplir la promesa de llegar a la meta. Y no sé de dónde, pero saqué fuerzas y pude llegar.

Quizá ya faltaban como dos kilómetros y ya no daba más. Pero pensé: “No, hijo, te voy a cumplir”. Tuve que meterle lo más que pude, me dieron como tres calambres pero pude, tuve que hacerlo. Lo logré.

Foto: D1/Gabriel Aquino

En la 59ª edición de El Paso del Hombre 2025, organizada por la Cruz Roja Salvadoreña, participaron 200 nadadores, incluidos guardavidas de la institución, miembros de la Marina Nacional, la Escuela Militar, los Comandos de Fuerzas Especiales, la Fuerza Aérea, Protección Civil, la Cruz Roja Hondureña y nadadores independientes.