En el distrito de Santo Domingo de Guzmán, del departamento de Sonsonate, un grupo de mujeres y niños neohablantes mantiene viva, por medio de la música, una de las lenguas originarias de El Salvador: el náhuat. Los grupos musicales «Ne Iyulu Nutechan» (Corazón de mi pueblo), compuesto solo por mujeres, y «Ne Tajpianimet Ipal Wizpan« (Los Guardianes de Santo Domingo), integrado por niñas y niños de la comunidad, entonan melodías compuestas por las primeras cantautoras musicales de la localidad, con el objetivo de transmitir y mantener vivo el idioma ancestral.
«Nosotras cantamos para que el náhuat no muera. Lo hacemos porque es parte de lo que somos. Aunque muchas veces nos han dicho que no sirve de nada hablarlo, nosotras seguimos enseñado esta lengua como lo han hecho nuestros antepasados. No la dejaremos morir», dijo, Dora García, neohablante. Las mujeres de este grupo no solo interpretan música en náhuat, sino que también transmiten su conocimiento a las nuevas generaciones, asegurando que el idioma se mantenga vivo.

Las mujeres y los niños de ambos grupos son en su mayoria neohablantes, un término que describe a quienes han aprendido el idioma no desde la cuna, sino a través del estudio y la dedicación. A diferencia de los nahuahablantes, que crecieron hablando el náhuat en sus hogares como lengua materna, ellas han asumido el reto de aprenderlo para mantener viva su identidad cultural.
Los resultados del Censo de Población y Vivienda 2024, presentado por el Gobierno de El Salvador, registraron un aumento de las personas que se autodefinen como indígenas y afrodescendientes, grupos étnicos tradicionalmente discriminados. De acuerdo con las estadísticas, de un total de 6,029,976 millones de salvadoreños, un 1.2% se autodefine como indígena, es decir, 68,148 personas, de las cuales 34,144 son hombres y 34,004 son mujeres.

Sonsonate es, según el censo nacional, el departamento con más personas que se autoidentifican como indígenas, con un total de 10,322. En comparación, en 2007 el 0.2% de la población total del país, que en ese entonces era de 5,744,113 millones, se identificó como indígena. A pesar de que un sector de los pueblos originarios se posiciona contra estas estadísticas, el grupo musical coincide con ellas, ya que considera que hoy en día se ve a más personas afuera de Santo Domingo practicando el náhuat.

El desafío de mantener el náhuat
Mantener el grupo ha sido un desafío constante, especialmente en un contexto de la falta de apoyo, escasez de instrumentos musicales y ausencia de un espacio fijo para los ensayos, dado el cierre de la casa de la cultura de Santo Domingo de Guzmán. Para subsistir, se reúnen en las casas de las integrantes, cuyo número se redujo de 16 a 10 mujeres debido a estas dificultades.
«Nos gustaría que nos dieran más espacios para cantar y alguien que nos enseñe más sobre música, composición, a tocar y tener instrumentos. A veces sentimos que estamos solas en esto, pero sabemos que es importante seguir adelante», explicó la presidente del grupo, Gloria Torres.

El conjunto musical ‘Corazón de mi pueblo’ fue recibido con recelo por los propios nahuablantes, ya que en un principio, la mayoría de sus integrantes no hablaban la lengua. Sin embargo, el fallecimiento de varios nahuablantes de la tercera edad impactó les impactó profundamente y las motivó a tomar la decisión de no permitir que la lengua se perdiera.
Así, el coro de mujeres nació en medio de la cuarentena por la pandemia del COVID-19 en 2020. A través de videollamadas y reuniones constantes, el grupo ha logrado superar las críticas y continuar con el legado de su lengua.

«En pandemia murieron muchos abuelos, ellos eran de los pocos que hablaban únicamente en náhuat. Lamentablemente no los aprovechamos como pudimos, no platicamos con ellos. Nos quisieron enseñar y nosotras no quisimos escuchar, reconocemos ese error y ahora, por eso, nos queremos rectificar. Creamos ambos grupos para mantener ese legado que es la lengua náhuat», dijo Torres.

‘Corazón de mi pueblo’ y ‘Los guardianes de Santo Domingo’ cantan alrededor de 10 canciones, cada una de ellas escrita por nahuablantes. La mayoría de sus letras son melodías diseñadas para ayudar a las personas que hablan español, o ‘castellano’, a comprender el idioma ancestral. Estas canciones, con coros repetitivos y referencias a prácticas de la vida diaria, la naturaleza, sobre el sol, la luna, trabajos, el barro e incluso el mismo nahuat entre otras, buscan enseñar esta lengua de manera sencilla y contar su historia.

Aunque no cuenten con instrumentos musicales ni lugares para ensayar, han sido invitadas a presentaciones musicales. El grupo de mujeres, que se identifican con orígenes indígenas, suele cantar a capela, con tonos agudos y suaves. Esta apertura a través de la música les permite transmitir su lengua y traspasar el amor por el náhuat a las futuras generaciones.
Los pequeños guardianes del náhuat
El grupo musical de niños neohablantes ‘Los guardianes de Santo Domingo’ han encontrado en la música una forma de divertirse y de mantener viva la lengua. Con entusiasmo, aprenden las letras y los ritmos del náhuat que su comunidad busca mantener viva. «Nos gusta cantar en náhuat. En la escuela nos decían cosas, porque cantábamos en náhuat, pero ahora ya no me molesta eso. Me gusta cantar con mi abuelo, mi mamá y mi hermana, los aplausos y que le guste a las personas es lo que más me gusta«, expresó Lucía Cortez Cruz, de 7 años.

Ellos no solo son el futuro del grupo, sino también los defensores de una tradición que corre el riesgo de desaparecer. «Cuando cantamos en náhuat, sentimos que estamos haciendo algo importante. Los niños, a veces son tan curiosos que preguntan cosas que tal vez uno no conoce. Es bonito cuando uno está lavando o haciendo la limpieza y los niños cantan en náhuat. Esperamos que, cuando ya no estemos, continúen transmitiendo la lengua», reflexionó, Lucía Cortez, mamá de Lucía.

En cada ensayo y cada presentación, los niños se convierten en los embajadores de una cultura que no quiere ser olvidada. Estos pequeños guardianes no solo aprenden las canciones, sino que también reciben lecciones sobre la historia y la importancia del idioma náhuat.

De la discriminación a la valoración, el papel de los niños en el renacer del náhuat
El esfuerzo por revivir el náhuat no ha sido fácil para el grupo musical de mujeres «Ne Iyulu Nutechan«. Muchas de ellas enfrentaron una dura crítica, incluso de su propia comunidad, al tratar de revalorar una cultura que en su niñez decidieron rechazar por miedo a las burlas y a la discriminación. En su juventud, vestir prendas tradicionales y hablar en náhuat era visto como un signo de retroceso.
Muchas optaron por evitar el idioma y la vestimenta indígena para poder encajar en una sociedad que valoraba más las costumbres occidentales.

«Cuando éramos niñas, nos decían que hablar náhuat no servía para nada, que era una lengua de los pobres, de los que no avanzaban, algo para los viejos. Cuando los escuhabamos y nos decian que practicaramos el nahuat, no les poníamos atención, los ignorábamos, ahora lamentamos eso», dijo Beatriz Peña, una de las integrantes del grupo, recordando cómo la identidad indígena era vista con desprecio dentro de su propio pueblo y fuera de él.
Con la pandemia, muchas de ellas decidieron retomar el idioma y enseñar a los niños. «Al principio nos criticaban mucho, incluso la gente del pueblo, pero también de fuera. Nos decían que éramos unas vendidas, que ‘por qué antes no’. Incluso cuando nos vestíamos como indígenas, la gente decía cosas como ‘¿y hasta ahora?’. Era incómodo y molesto», agregó Peña.

Sin embargo, la inclusión de los niños en el grupo y su aprendizaje del idioma náhuat han sido factores clave para disminuir las críticas. «Ahora la gente nos ve diferente. Ellos mismos reconocen que es bueno que los niños aprendan náhuat. Los abuelos son los más contentos porque cuando los niños cantan con ellos, se alegran», dijo Gloria Torres, neohablante.
Tras callar muchas de las críticas, en una comunidad donde es común escuchar a la gente hablando náhuat en las calles, tiendas y hogares, por ser considerada una práctica de resistencia y orgullo, ambos grupos continúan cantando y promoviendo el conocimiento de su lengua.

A pesar de ser una tradición viva en la comunidad, el idioma náhuat está en peligro de extinción. Según la UNESCO, en 2008 se reportó que sólo quedaban alrededor de 200 hablantes nahuat en el país. Aunque el idioma fue reconocido constitucionalmente en 2014, los pueblos indígenas siguen enfrentando pobreza, falta de representación y marginación.
A pesar de los desafíos, estos grupos musicales continúan con su misión. Cada presentación es un acto de resistencia y, cada canción, un grito de identidad. Su música resuena con fuerza, recordando a El Salvador y al mundo que el náhuat sigue vivo.