La Casa de los zapateros, ubicada en el este del centro histórico de San Salvador, sobre la avenida Independencia, ha sido hogar de una tradición que podría desaparecer: Los zapateros que han trabajado en esa zona durante más de una década. Ahora se enfrentan a un proceso de modernización de la capital salvadoreña que ha incluido desalojos y reubicaciones, los cuales ahora los obliga a movilizarse, algo que ellos han aceptado pero que temen que sus nuevas ubicaciones no les permita subsistir.
«Yo entiendo que el centro está quedando mejor que antes pero si nos dejaran ser parte de este cambio moviéndonos a lugares más aptos no nos dolería movernos, por que donde nos quieren mandar nos dificulta para que los clientela nos encuentre», expresó el zapatero, Daniel López.
Los zapateros que fueron ubicados hace doce años en esa zona, durante el periodo del alcalde Norman Quijano, son en su mayoría personas de la tercera edad, oficio que no solo se limita al arreglo de calzado, sino que también incluye la reparación de todo tipo de telas, desde sacos de boxeo y carpas, hasta llantas de automóviles.
Según, explicaron los zapateros, la alcaldía, entabló un diálogo con ellos en septiembre del año 2024 para anunciarles el desalojo y la reubicación. El pasado 2 de enero les llegó una carta de parte del dueño del establecimiento, en la cual se explicaba que tenían hasta la primera semana de enero para desalojar el lugar, ya que había sido adquirido por la alcaldía como parte de la renovación del centro histórico.
«Nos llegó una carta que dictaba desde el dieciséis de diciembre del año pasado que teníamos la primera semana de enero para desalojar el lugar, pero esta carta nos llegó el 2 de enero, nos dio poco tiempo para mover las cosas,» dijo Eduardo Molina, zapatero de 78 años.
«Agradecemos que nos han ofrecido el mercado Tinetti y la Tiendona, pero creo que todos tenemos miedo que nos dejen muy adentro del mercado y que luego la gente no nos ubiquen, nosotros sabemos bien que no nos dan los números para pagar por un local, quisiéramos pero es imposible para alguien que a veces solo genera 5 dólares diarios», señaló Ochoa, zapatero de 84 años de edad.
Pese a la incertidumbre sobre su futuro, los zapateros continúan con su labor diaria. Cada uno de ellos tiene su propio rincón en la Avenida Independencia, donde su destreza y experiencia han sido clave para mantener viva esta tradición. Muchos de sus clientes, algunos de toda la vida, siguen llegando al mismo lugar, buscando el toque experto y único que ofrecen.