Nahuizalco, símbolo de la riqueza precolombina y colonial de la cultura salvadoreña, es reconocido por su herencia indígena y sus artesanías de mimbre. Lo que pocos imaginarían es que en este pueblo ubicado al norte de Sonsonate hay una mezquita donde un grupo de nahuizalqueños, entre ellos varios descendientes de indígenas pipiles, se congregan para practicar su fe: el islam.
El pequeño grupo de nahuizalqueños forma parte de los cuatro mil musulmanes que existen en El Salvador, de los cuales más de mil se congregan en cinco mezquitas a nivel nacional, entre ellas, la «Casa de Abraham” (Dar Ibrahim) en la Alameda Roosevelt de la capital y la “Mezquita de la luz” (An-Nur), ubicada en la Avenida España del Centro Histórico de San Salvador, considerado el primer lugar de oración para los musulmanes en el país, fundado en 1992 por el Dr. Armando Bukele Kattán.
El pueblo, cuyo significado en náhuatl significa los “Cuatro izalcos”, recibió la llegada del islam por el contacto que sostuvieron miembros de la comunidad indígena local con musulmanes salvadoreños de la capital a mediados de la década de los 2000. La religión monoteísta fue adoptada por varias familias a lo largo de los años en una localidad caracterizada por sus tradiciones evangélicas y católicas. Este giro de 180º en el panorama religioso de Nahuizalco llevó a la construcción e inauguración de la mezquita Renacer en Nahuizalco en 2014.
Una de las familias musulmanas en el pueblo es la de Margarita Álvarez, de 75 años de edad, quien se convirtió al islam un año después de la inauguración del templo de oración. A pesar de enfrentar una enfermedad propia de su edad que afecta su memoria, siempre recuerda realizar sus cinco oraciones diarias (salat) y ayunar en el mes sagrado de Ramadán, en el cual se conmemora la revelación del Quran al Profeta Muhammad hace más de 1,446 años. La fe consiste en adorar a un único Dios (Allah), la misma divinidad suprema del cristianismo y el judaísmo.
“Yo fui católica, pero mire, yo sufría en el vivir, andaba de posada, andaba aquí, allá, pero mire, gracias a Dios me regalaron mi casita aquí. Me encanta cuando ya va llegando ese tiempo de Dios [Ramadán] porque he estado bien enferma, pero yo le pido a Dios. Está conmigo. Empezábamos nuestro ayuno desde que amanecía hasta que se ocultaba el sol y la gente se admiraba”.
Su primer contacto con el islam lo vivió de una manera particular, gracias a imágenes que vio en la televisión: le admiró cómo los musulmanes realizan las oraciones obligatorias, con una serie de inclinaciones y prosternaciones que reflejan la sumisión y la humildad ante Dios. “Dije yo, ‘ay, qué lindo cómo oran. Y qué bonita esa iglesia’. Y Dios que es tan grande me dirigió para acá, se me concedió”.
Su estilo de vida ya estaba alineado con las ideas del islam, entre ellas, evitar adorar imágenes u otras figuras cristianas. Tras dar a conocer su fe, convivió con la presión de vecinos cristianos que se sorprendieron por su decisión, aunque ahora está acostumbrada a ello. Posteriormente, la solidaridad de la comunidad musulmana le ayudó a conseguir su propia vivienda.
Otra nahuizalqueña que decidió abrazar esta fe junto a su esposo e hijos es María de Los Ángeles Guzmán. La mujer de 60 años sobrellevó el hecho que sus vecinos la hicieran a un lado por adoptar otra religión, así como el reto de aprender capítulos del Quran en árabe para realizar sus oraciones. «Para mí una tranquilidad estar en el islam porque he cambiado muchas cosas, porque el profeta Muhammad eso nos enseñó. Que no seamos pasivos ni altaneros, ir por el buen camino que Dios nos enseña también el Corán, en el Evangelio, la Torá y los profetas», afirmó la mujer entre lágrimas, plena con su decisión.
¿Cómo llegó el islam a Nahuizalco?
Los pueblos originarios de El Salvador han sido el blanco de múltiples injusticias a lo largo de los siglos. Han experimentado la opresión y marginación en la época colonial, el impacto de la masacre de 1932 durante la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez —que acabó con la vida de aproximadamente 30 mil indígenas—, las penurias de la Guerra Civil y la violencia de las pandillas. Los efectos de estos eventos en la población indígena han provocado pobreza, exclusión y marginación en la mayoría de sus miembros.
Es así como a mediados de la década de los 2000, un grupo de indígenas de escasos recursos del cantón Pushtan, de Nahuizalco, pidió ayuda a la comunidad musulmana salvadoreña, que en ese momento era dirigida por el Dr. Bukele, por medio del Consejo de Religiones por la Paz de El Salvador.
Hijo de padres originarios de Belén y Jerusalén, en Palestina, Armando Bukele Kattán se convirtió al islam en la década de los 90 y fundó la Mezquita de la Luz (An-Nur), la primera en el país, en el año 1992. Posteriormente, se convirtió en el primer imam de la Comunidad Musulmana Salvadoreña y llamó la atención de más personas que, igual que él, compartían la misma visión de la unicidad de Dios y admiraban las enseñanzas del profeta Muhammad.
Su hijo, el actual imam de la Comunidad Islámica Hispanoamericana y ahora presidente del Consejo de Religiones por la Paz, Emerson Bukele, cuenta cómo ocurrió el acercamiento entre musulmanes capitalinos y los pobladores de Pushtan. Narra que uno de ellos, un líder comunitario indígena, abrazó la fe del islam tras recibir apoyo del Dr. Bukele en un asunto urgente de manera desinteresada.
«Mi papá no lo dudó y le ayudó,» relató sobre la visita del hombre indígena a la oficina de su padre. «Le dio algo de dinero y le dijo: ‘Bueno, aquí está esto para que te ayudes’. Entonces él se fue, bajó las gradas, pero luego regresó, tocó la puerta otra vez, y le preguntó: ‘¿Por qué me diste el dinero?’»
«Mi papá le contestó: ‘Pues sí, para ayudarte’”. Pero él insistió: “‘Sí, pero a mí me dan dinero para salir en una foto o porque quieren algo para un partido político. Vos sos la primera persona que me ayuda sin pedirme nada. ¿Por qué lo haces?’» La respuesta conmovió al líder comunitario, afirma Bukele: «Soy musulmán. Tenemos que ayudar a quien lo necesita, pero no lo hacemos por la gente. Lo hacemos por la complacencia de Dios, no porque esperemos algo a cambio.»
Esta acción se basa en uno de los pilares fundamentales del islam: la caridad. Basada en la generosidad y empatía con los más necesitados, es un precepto obligatorio establecido en el Qurán. Todo creyente, ya sea hombre o mujer, debe destinar el 2.5% de sus ingresos anuales para esta causa. También se practica la sadaqa, que son actos de caridad voluntarios.
El zakat ni el sadaqa se entregan a un líder o institución musulmana, sino que se brinda según la iniciativa del creyente, por lo que tiene como propósito de purificar la riqueza y reconocer que todo lo que se posee es un préstamo de Dios.
Mezquita Renacer
Al aceptar la fe musulmana, el líder indígena invitó a más indígenas y pobladores de Nahuizalco a unirse a la fe del islam y practicarlo como un estilo de vida.
“Se empezaron a reunir en el patio de su casa, que era una casa bien humilde, pero se reunían allá. Entonces fuimos y dijo mi papá: ‘Bueno, aquí voy a comprar un terreno’. Compró un terreno a la par de la casa del hombre y ahí se construyó la mezquita de Nahuizalco. El hombre murió, pero la comunidad que estaba alrededor, varia gente, es lo que formó comunidad de Nahuizalco”, relató el imam.
El sheikh o guía espiritual de la mezquita Renacer, Jorge Alberto Rivas Nieto, indica que el templo de oración recibió este nombre para reivindicar a los pueblos originarios de Nahuizalco por medio del islam.
“Renacer por medio del islam, no por la violencia, ni por la guerra, ni la matanza, sino espiritualmente, que evolucionen, que vean que no hay que quedarse detenido nada más en esta tierra, en este plano terrenal, sino en el Más allá. De que hay un hay una recompensa y hay un lugar mucho más maravilloso que este. La esperanza del renacer es la convicción de que después de la muerte hay lugar mucho mejor y que vale la pena la lucha, aunque no sea fácil”, explica el sheikh.
Afirma que en el pueblo existen setenta familias, varias de origen indígena, que son afines a la religión, aunque no todos sus miembros sean conversos. “Por lo menos estas setenta cabezas de familia se consideran musulmanes”, explica. El sitio de oración no fue la única ayuda para los nuevos creyentes, dado que el apoyo espiritual fue acompañado de asistencia social con paquetes alimenticios, jornadas médicas, así como la entrega de ayuda para casos particulares.
“La comunidad acá ha recibido mucha ayuda, ya sea dinero en efectivo dinero en efectivo, comida y algunas ayudas específicas a ciertos hermanos como láminas, una casa, una caja o una silla de ruedas, o medicina. Eso está a disponibilidad de la congregación, pero hay que hay que hacer la gestión con la Junta Directiva”, indica el sheikh.
Herencia indígena
Varios musulmanes de Nahuizalco reconocen su ascendencia indígena. Uno de ellos es Ciro Pérez Hernández, cuya familia se convirtió al islam gracias a amistades de sus hijos y esposa, que los invitaron a asistir a charlas en la mezquita: «Nosotros somos originarios de acá. Entonces este pueblo se ha caracterizado por ser indígena. Pero ya cuando se vino el mestizaje y todo eso, ya no es una raza digamos pura, eso se perdió ya. Se perdieron las lenguas, las costumbres, todo por la cultura de afuera”, opina sobre la herencia cultural de la localidad.
El estudio del Quran y la Biblia, cuyos evangelios son considerados sagrados por los musulmanes, lo han llevado a esclarecer dudas y sostener debates con sus vecinos y amigos para desmentir ideas erróneas acerca del islam. La mayoría de la población de Nahuizalco, incluida parte de su comunidad indígena, practica el cristianismo evangélico o el catolicismo, por lo que la presencia de un musulmán en el pueblo les resulta extraña e inusual.
“El islam es diferente, pero como le digo, es un proceso. El islam es respeto, no el libertinaje que vivimos acá, donde la gente hace y deshace lo que quiere. Allah el Altísimo pide que nos respetemos, que respetemos a nuestras esposas, que respetemos a nuestros hijos y vecinos, que nos queramos entre musulmanes y no musulmanes, ese es el propósito y la guía temporal”, manifestó.
Su hijo, desde pequeño, aprendió también a orar y a recitar fragmentos del Quran en la mezquita Renacer. Ahora, es alumno de la Escuela Dar Ibrahim, el primer centro educativo musulmán del país, en San Salvador. Al ver su formación y su progreso, afirma que hubiera querido tener una educación en la fe como su hijo. “Él es mi repuesto”, detalla que le expresa a su esposa.
“Mi hijo, mi esposa y mi hija son musulmanes. Y mi madrecita, ya ancianita, se convirtió en el islam. Yo le decía: ‘Mamá, eso es lo que nos enseñan; mamá, solo existe un Dios’. Y como era cristiana, comenzaba a pensar… Pero al final le llegó a entender. Cuando ella murió, le dije cuando ya estaba en su agonía, diga “La ilaha illa Allah” [No hay una divinidad excepto Allah]… y ella dijo eso, y se fue riendo, se fue sonriendo. Y les cuento a las hermanas esa experiencia, se fue sonriendo”.
Como originario de Nahuizalco, cuenta que es consciente de las penurias de sus ancestros por la masacre de 1932, tras el levantamiento campesino liderado principalmente por indígenas y trabajadores rurales en el occidente del país, en especial, en los departamentos de Sonsonate, Ahuachapán y La Libertad. La matanza trajo consecuencias devastadoras para los pueblos indígenas; muchos sobrevivientes abandonaron sus costumbres, sus vestimentas características y hasta su lengua, el náhuatl pipil, para evitar ser perseguidos.
En la actualidad, según el VII Censo de Población y VI de Vivienda realizado este 2024, un total de 68,148 personas se consideran pertenecientes a algún pueblo indígena, es decir, el 11% de la población nacional. De esta proporción, 43.2% se considera náhuatl pipil, 20.4% lenca y el 12.6% no sabe a qué pueblo pertenece. El resto son salvadoreños que se consideran de las etnias kakawira, maya chortí, maya pocomanes, xinca, mangue y mixe o alagüilac.
Hoy, la masacre de 1932 es recordada como uno de los episodios más trágicos de la historia salvadoreña. Las nuevas generaciones quedaron privadas de la cultura, la sabiduría y la guía de sus ancestros. Es así como Don Ciro creció escuchando las historias de su madre sobre cómo los indígenas fueron asesinados por militares de la época y un grupo de personas con poder se apropiaron de las escrituras de sus tierras.
“Y esas muertes continúan, ahora por ideologías y dinero. Es hablar con la verdad. Eso es lo que pasó aquí, somos originarios de acá y somos los más discriminados, somos los que no tenemos donde vivir, somos los que vivimos en una champa, y somos los que vivimos a las orillas de los ríos, somos aquellos a los que les caen las peñas y los que velan por esas personas. Entonces, Allah el Altísimo tomará muy en cuenta eso en el Día del Juicio Final, porque aquellos que tuvieron la posibilidad de ayudar no lo hicieron”.
Madraza Dar Ibrahim
Una docena de jóvenes de familias musulmanas de Nahuizalco asisten a la Escuela Dar Ibrahim, inaugurada por iniciativa del imam Emerson Bukele en marzo del 2023. El centro de estudios tiene como fin fortalecer la educación de niñas y niños salvadoreños, en especial, aquellos de familias de escasos recursos, sean o no de creencias musulmanas. El acercamiento del imam con la comunidad de Nahuizalco impulsó este proyecto.
“Tuve un sueño. Yo veía a una señora echando tortillas, en una casa bien humilde, y veía a un niño bien chiquito. Yo entendía que eran musulmanes. [El niño] llegaba de la mezquita hablándole en francés a la mamá. Y la cara de la mamá sorprendida porque el niño hablaba francés bien y era un niño chiquito. Nosotros tenemos que darle educación a estos niños que no tienen, educación de primer mundo”, reveló el imam sobre la inspiración para esta iniciativa.
Centrada en la formación académica e islámica, la Escuela Dar Ibrahim es considerada la primera de su tipo en el país. Cuenta con enseñanza en cuatro idiomas (árabe, francés, inglés y español) y no solo se enfoca en clases de religión y estudios del Quran, sino que imparte clases de robótica, programación, educación financiera, orientación para la vida, ética y apologética, con el fin de que los jóvenes obtengan mejores oportunidades de vida, ya sea dentro o fuera del país. También brinda becas para los jóvenes que no pueden costear sus estudios.
Cabe destacar que en el mundo islámico las escuelas son conocidas como madrazas y son centros de estudio dedicados a la enseñanza de los estudios sobre la fe y diversas disciplinas. Durante la Edad de Oro Islámica (entre los siglos VIII al XIII), las madrazas no solo enseñaban religión, sino también filosofía, medicina, astronomía, matemáticas y otras ciencias. Eran comparables a las universidades de Europa en cuanto a su función académica.
La experiencia de pertenecer a una escuela musulmana cambió la vida de Carlos Adán Guzmán. Originario de Nahuizalco, se convirtió al islam a los diez años de edad después de interactuar con otros jóvenes musulmanes que conoció tras aplazar el año escolar. “La verdad que he sentido bastantes cambios. Ellos me dicen que he cambiado bastante, gracias a la disciplina que tenemos”, afirma el joven de 18 años.
Sus padres, Edith y Adán Guzmán, también musulmanes, aplauden el progreso de su hijo y aseguran que el entendimiento de la fe los unió y fortaleció como familia. “Yo hablaba con esto con una mamá de allá de Santa Catarina que también su niño estudia allí y me decía: ‘Viera mi hijo, o sea, él que era tremendo y ahora ya se comporta un poco más’. Eso les ha ayudado bastante porque en el dado caso del estudio, ellos están aprendiendo el doble de lo de acá. Con los idiomas que llevan van a tener un poco más de oportunidades”, refiere la madre de Carlos.
El padre del joven, con raíces indígenas, colabora activamente en la organización de las actividades en la mezquita, entre ellas, dirigir el sermón del viernes cuando el sheikh se encuentra en San Salvador. Por su parte, doña Edith, originaria de Sacoatitán, coordina actividades con los niños de la comunidad, en especial, durante Ramadán. Dejar la fe que profesaban sus padres y practicar una fe distinta a otras religiones ha sido un reto para ambos, pero la comprensión de la unicidad de Dios como un ser único, sin pares, y el cambio en sus estilos de vida, los mantienen unidos como pareja y familia.
Es así como don Adán explica: “Hemos llegado a reconocer donde se demuestra el amor y a la vez la unión con los demás. Eso es lo que hemos llegado a sentir con el islam, porque cómo podría ser que ella tal vez diga que se sienta bien y yo por otro camino. Yo creo que ahí no da la lógica directamente porque estaría jalando yo por un lado y por ella por otro, pero aquí hemos sido los tres. Somos un reflejo de la comunidad aquí, que en el aspecto de lo que es la fe, porque en el islam la fe no es muerta, la fe es viva”.