La hipertensión pulmonar es una enfermedad silenciosa que afecta al corazón y los pulmones y que desafía a neumólogos y cardiólogos para brindar un diagnóstico oportuno. Aunque no tiene cura, su detección temprana es la clave para mejorar la calidad de vida de quienes la padecen con el fin de evitar complicaciones.
Así la describe el doctor Manuel López Ramos, neumólogo e internista con más de diez años de experiencia. “Es bien importante decirlo: la hipertensión pulmonar en la gran mayoría de los casos suele ser una patología silente. La gran mayoría de los pacientes no van a tener ningún síntoma hasta que la enfermedad esté en una evolución entre moderada y severa. Es cuando los pacientes comienzan a desarrollar sintomatologías”.
Los síntomas de esta condición son la fatiga, falta de aire o presión en el pecho, la aparición de edemas, es decir, la acumulación de líquidos, principalmente en las extremidades inferiores como piernas, tobillos, pies e incluso abdomen y el rostro de la persona.
“La gran mayoría de los pacientes no van a tener síntomas. Esta patología hoy en día está adquiriendo una mayor relevancia porque el médico está pensando más en ella”.
¿Qué es la hipertensión pulmonar?
En nuestro organismo, existe una dinámica denominada circulación menor donde el corazón y los pulmones son los grandes protagonistas: la sangre sin oxígeno (O2) y con dióxido de carbono (CO₂) es transportada desde el corazón hacia los pulmones, y la sangre ya cargada con oxígeno se moviliza desde los pulmones hacia el corazón.
En este sistema se encuentra la arteria pulmonar, que desempeña un papel importante al llevar sangre desoxigenada desde el lado derecho del corazón hasta los pulmones. Sin embargo, múltiples causas pueden provocar que se incremente la presión en el interior de la arteria y en los vasos sanguíneos, que puede desencadenar un deterioro de la función cardíaca y la función pulmonar.
“Primero, que la arteria pulmonar tenga problemas en su pared, la pared se va destruyendo. O que esta pared comience a tener episodios de constricción, que esta arteria se vaya apretando. O que en algún momento haya algún defecto en el cual comienzan a surgir obstrucciones dentro de la luz de la arteria pulmonar”, explica el neumólogo.
En consecuencia, la presión de las arterias aumenta, el corazón trabaja más para bombear sangre a los pulmones y, con el tiempo, el músculo cardíaco puede debilitarse y fallar.
“La hipertensión pulmonar yo la llamo el trastorno que es ‘la tierra de nadie‘. Porque ahí nos vemos involucrados cardiólogos y neumólogos, pero en algún momento el beneficio del tratamiento tiene que llevar a un trabajo en conjunto con el cardiólogo y neumólogo, para poder establecer el tratamiento más adecuado para cada paciente”, indica Ramos.
Causas
Para tratar el trastorno es necesario llegar a la causa médica que está desencadenando la hipertensión pulmonar, indica el médico.
Existen casos donde la hipertensión pulmonar es idiopática, es decir, no se conoce su origen. También, aquella asociada a problemas cardíacos, donde hay pacientes que tienen años de padecer hipertensión arterial que los lleva a desarrollar defectos en el lado izquierdo del corazón y, por ende, desarrollan esta condición.
Pacientes que adolecen de valvulopatía o afección en las válvulas cardíacas, así como embolismo pulmonar crónico, es decir, la formación de microcoágulos que llegan a alojarse en la circulación pulmonar, también pueden desarrollar hipertensión pulmonar.
El neumólogo indica que además se asocia a patologías respiratorias crónicas como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
“En sus grados severos puede condicionar la hipertensión pulmonar. Una enfermedad que hoy en día es más conocida por la población y que se caracteriza por fibrosis pulmonar, pero en términos generales es la enfermedad pulmonar intersticial difusa”.
“La apnea del sueño también es una de las patologías que hoy en día estamos diagnosticando más: todos aquellos trastornos del sueño que los pacientes pueden tener pueden llevar a una hipertensión pulmonar”.
Enfermedades del tejido conectivo, el uso de ciertos fármacos, personas que padecen infección por el virus del VIH, entre otras, pueden condicionar a las personas a sufrir hipertensión pulmonar en algún momento de sus vidas.
¿Cuál es el tratamiento?
El especialista deja en claro que controlar la hipertensión arterial implica brindarle tratamiento a la afección o patología que la ha desencadenado.
“Es básico tratar la causa. Una persona que padece de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica severa, lo que tenemos que hacer es estabilizarla, llevar al paciente a un control adecuado de su enfermedad con los múltiples medicamentos que se utilizan y en algunos casos la indicación de oxígeno complementario. Llevando todas estas condiciones, vamos a condicionar que la hipertensión pulmonar pueda de alguna manera tener una mejoría”.
El uso de medicamentos vasodilatadores, diuréticos que disminuyen la presión de las arterias, o el uso de anticoagulantes para evitar la formación de coágulos en la circulación menor, puede mostrar una mejoría en el paciente según el origen de su afección.
“Podemos hablar también en aquellos casos en los que un paciente tiene un trastorno del sueño. Dentro de estas, la apnea del sueño es una de las más conocidas y que, dependiendo del tiempo de evolución que el paciente tiene, esta puede llevar a manifestaciones que van a desarrollar hipertensión pulmonar”, refiere Ramos.
Uso del CPAP
Para tratar la hipertensión pulmonar originada por la apnea de sueño (interrupción temporal al respirar mientras se duerme) se hace uso del tratamiento de presión positiva continua sobre las vías respiratorias conocida como CPAP. La máquina tiene una manguera conectada a una máscara o pieza nasal para suministrar una presión constante y estable de aire que ayuda a respirar durante el sueño.
“Esto lleva a mejorar la apnea del sueño y a mejorar esos episodios que están sucediendo de forma constante a lo largo de la noche mientras se está durmiendo y que condiciona a que haya un descenso en los niveles de oxigenación en la sangre, un incremento en los niveles de CO₂. Estos, a la larga, son factores importantes que pueden llevar a condicionar al aparecimiento de la hipertensión pulmonar”.
El neumólogo deja en claro que tener el diagnóstico o la sospecha clínica de que un paciente puede estar teniendo un problema de hipertensión pulmonar es clave para brindarle un tratamiento adecuado que mejore su calidad de vida.
“Es importante que las personas que padecen de, por ejemplo, en algún momento de fatiga, falta de aire, sensación de desmayo, inflamación en sus piernas y que tal vez desconocen que tienen una patología, que consulten a tiempo. La consulta temprana es la que llevará al clínico a tener la sospecha y hacer todos los estudios que estén al alcance para poder determinar el diagnóstico y el posterior tratamiento de la patología”.