El zancudo Aedes Albopictus, conocido como mosquito tigre, podría aumentar el riesgo de transmisión del virus del dengue en el territorio nacional. Los investigadores de la Escuela de Biología de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas de la Universidad de El Salvador (UES) han hallado indicios de que el insecto, que usualmente se encuentra en zonas silvestres, ha migrado a zonas urbanas donde puede convivir y hasta desplazar al zancudo Aedes Aegypti, principal transmisor del virus.
“Ambos, tanto Aedes Albopictus como Aedes Aegypti son vectores muy eficientes de dengue, chikungunya y zika. Genéticamente son capaces de tomar el virus y permitir que se replique dentro de ellos y luego ser capaces de transmitirlos a mamíferos, es decir, a nosotros”, explica el docente de la Escuela de Biología, Miguel Ángel Moreno, quien participa en el desarrollo de alternativas de control contra la transmisión del virus en el alma máter.
De rayas blancas y negras, el mosquito tigre es originario del sudoeste asiático y en las últimas tres décadas ha invadido a otras regiones de África, América y Europa gracias al comercio de neumáticos y plantas, donde las hembras colocaron sus huevecillos. Es conocido por ser el vector o transmisor de otros virus como el chikungunya, zika y una veintena de enfermedades más como la fiebre amarilla.
Mientras que las poblaciones de zancudos Aedes Aegypti son exclusivas de las zonas domiciliares, las del Aedes Albopictus, que hasta hace menos de un siglo eran exclusivamente selváticas, han sufrido un cambio de nicho y ha comenzado a transitar desde su hábitat hasta las ciudades. El primero necesita agua limpia en entornos urbanizados para colocar sus larvas, mientras que el mosquito tigre está acostumbrado a poner sus huevos en las flores de la selva, troncos y sitios rústicos sin importar la calidad del agua.
Bajo estas condiciones, el combate contra el dengue, que ha quitado la vida a siete infantes en El Salvador y ha enfermado a centenares de personas, no debe enfocarse solamente en el zancudo Aedes Aegypti, sino en su “primo” Aedes Albopictus, ya que puede transitar entre las zonas silvestres y urbanas, esparciendo el virus a humanos, otros mamíferos y aves.
“Es más complicado intentar erradicar al vector Aedes Albopictus porque él puede vivir allá en el monte como en tu casa. En cambio, el Aedes Aegypti no, solo vive en tu casa o alrededor. Pero el Aedes Albopictus ecológicamente es más flexible. A él no le importa si pone sus huevitos en un agua más o menos limpia, en el tronco del bosque o si los pone en la pila de tu casa. Entonces, él puede transitar entre zonas y por eso es más complicado”, dijo el docente a D1.
Moreno explicó que los científicos de diversos países del mundo donde el dengue es endémico han encontrado ejemplares de mosquito tigre en áreas urbanas, donde incluso han desplazado al zancudo Aedes aegypti.
Reservorio del virus del dengue
La presencia del mosquito tigre incrementa la circulación del dengue entre humanos y animales. Los mosquitos hembra infectados pueden transmitir el virus a seres humanos, así como los mosquitos sanos pueden contraer el agente patógeno de personas enfermas con dengue, y de esta manera, transmitirlo a otras criaturas de sangre caliente.
Dada su naturaleza, el zancudo Aedes Aegypti tiene como reservorio del virus a las personas, perros, gatos e incluso las gallinas domésticas. No obstante, el mosquito tigre tiene la capacidad de infectar a animales domésticos e incluso a una gran variedad de criaturas silvestres que jamás han sido alcanzadas por el virus del dengue.
“El Aedes Albopictus no solo la puede transmitir a tu perrito, a tus gallinas, sino que también se la puede estar transmitiendo a mamíferos y aves silvestres en el bosque. Entonces, el dengue puede estar circulando en el bosque y eventualmente migrar a poblaciones humanas a través del vector”, señaló Moreno.
¿Por qué migró de la selva la ciudad?
La competencia por alimento y la anidación ha provocado la movilización del vector a las poblaciones humanas. Entre las dos especies de zancudos existe una carrera por quién encuentra más sitios para colocar sus huevecillos y por más criaturas les brinden la nutrición necesaria para reproducirse.
“Están compitiendo por quién pica al humano y quién se alimenta de las flores que están alrededor. Eso obliga a que el Aedes Albopictus eventualmente se mueva a la ciudad buscando sangre de mamíferos de sangre caliente para alimentarse”.
Es así como, en el transcurso de generación a generación, el mosquito tigre ha hallado alimento cerca de los seres humanos mediante un proceso evolutivo de adaptación.
Otro factor que impulsa su presencia en las ciudades es la deforestación. El investigador explica: “Si degradamos las zonas naturales donde vive el Albopictus, al quitarlo de su ambiente puede terminar acercándose a las poblaciones humanas. Donde antes no había más que animales silvestres para picar, ahora ya hay zonas urbanas donde hay humanos para picar”.
“La buena noticia es que todavía la variabilidad genética del Aedes Albopictus es muy baja. Significa que la capacidad de adaptarse de él como especie es muy reducida. Si un individuo se muere con abate, es casi seguro que la mayoría se van a morir”, explica el investigador.
Ante ello, los métodos de control contra la transmisión del dengue utilizados en el zancudo Aedes Aegypti también pueden ser aplicados para combatir la proliferación del mosquito tigre. Bajo esta premisa, las estrategias para controlar la proliferación del virus no solo deben enfocarse en el territorio salvadoreño, sino a nivel regional.
“Si un guatemalteco, por ejemplo, viene y se trae un montón de huevos sin que lo sepa, listo, ya tenemos la incorporación de genes que no estaban en la población nuestra y eso aumenta la variabilidad genética y al final pues se complica todo otra vez”, indicó el experto.
Para los científicos de la UES, las autoridades sanitarias deben dirigir sus esfuerzos hacia ambas especies de mosquitos, con el objetivo de controlar la proliferación del virus del dengue tanto en áreas urbanas como en entornos naturales, a fin de erradicar la enfermedad.