En la anona muricata, conocida como guanábana, se halla una alternativa para combatir la resistencia que poseen las larvas del zancudo Aedes Aegypti −transmisor del dengue− al veneno temefos que contiene el abate. El hallazgo podría fortalecer la lucha contra el virus que ha cobrado la vida de siete infantes en El Salvador y que ha puesto en vilo la salud de centenares de personas.
Los investigadores de la Escuela de Biología de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas de la Universidad de El Salvador (UES) descubrieron que el responsable de transmitir el virus del dengue, zika y chikungunya tiene como ‘talón de Aquiles’ una molécula extraída de la semilla de este tipo de anona.
“Todo indica que vamos en buen camino. Hace unas dos o tres semanas fue que terminamos los experimentos computacionales. Ahora lo que sigue es hacer experimentos con larvas reales”, dijo el docente de la Escuela de Biología, Miguel Ángel Moreno, quien participa en el desarrollo de alternativas de control contra la transmisión del virus en el alma máter.
Desde hace aproximadamente una década, se reveló que las larvas del zancudo Aedes Aegypti en el territorio salvadoreño han ganado una resistencia moderada a severa contra el larvicida temefos, impregnado en los granitos de arena que coloquialmente las personas conocen como abate. La sustancia química tiene como objetivo atacar el sistema nervioso central del parásito en su etapa de larva, con el fin de paralizarlo y matarlo para evitar su evolución a etapa adulta.
Sin embargo, las poblaciones de mosquitos han sido expuestas al químico de manera intensa y constante a lo largo de los años, lo que ha provocado que las nuevas generaciones de larvas de mosquitos presenten en su organismo un incremento en la síntesis de proteínas que “interceptan” y dejan sin efecto al temefos.
“A medida se hace más presión, la resistencia se agrava y se desarrolla más rápidamente. Y si ya la hay, se vuelven todavía más resistentes. Se recomendó a MINSAL no presionar del todo al vector, que dejaran algunas generaciones de larvas y pasar medio año sin fumigar y sin abatizar”, explica el docente.
La buena noticia es que la inmunidad en estas criaturas no es permanente: “La resistencia en este tipo de insectos no es definitiva para toda la vida. Son organismos de una rápida reproducción, entonces la resistencia en este caso puede ser reversible”.
Anona muricata
Para los científicos, ha sido un juego de ajedrez hallar un elemento que fortalezca los componentes del abate. Con este fin, realizaron estudios para hallar a un “chaperón” que, al ingresar al organismo de la larva, acompañe y defienda al larvicida de las enzimas que lo interceptan, degradan y lo dejan sin efecto.
“Como ya conocemos quiénes son las responsables de estar degradando el temefos, entonces podemos mandar junto al él otra molécula. O sea, que el veneno no vaya solito, sino que vaya con un ‘chaperón’, de manera que este ‘chaperón’ lo proteja. Él va a interceptar a la proteína responsable de degradar el temefos”.
La respuesta siempre se halló en la naturaleza. Después de varias pruebas con extractos de flores salvadoreñas para encontrar la molécula, los investigadores hallaron que un componente de la semilla de la anona muricata mata las larvas con muy bajas concentraciones de la sustancia. El efecto fue confirmado en larvas reales a las que se les aplicó el extracto.
El proceso para hallar la composición química de la sustancia, descifrar y aislar a la molécula para integrarla en el abate implica una fuerte inversión financiera que no posee la universidad. Los científicos luchan para buscar los recursos que logren la ejecución de los estudios mientras se consiguen los fondos a partir de convocatorias internacionales de investigación y aliados estratégicos. Resolver la carencia implicó realizar pruebas a nivel bioinformático, método que logró aislar y obtener la molécula ideal que acompañará al temefos en su misión contra las larvas.
“Encontramos una molécula capaz de interactuar con esas enzimas que defienden a la larva de los efectos del temefos. Hicimos pruebas a nivel computacional de la posibilidad de que ese metabolito secundario anule la actividad de estas enzimas protectoras de las larvas y pues hasta ahorita todo va bien”, manifiesta Moreno sobre los resultados.
El siguiente paso será tomar la molécula descubierta e integrarla al abate. El científico espera que, con esta modificación, el larvicida sí mate al cien por ciento de los parásitos. “Es un asunto secreto científico [nombre de la molécula] todavía, porque no lo hemos publicado y no sabemos si vamos a lograr patente porque tiene salida comercial”, indica el científico.
Pronosticar la aparición del dengue
La Escuela de Biología de la UES también trabaja en un modelo matemático que detecte el riesgo de transmisión del virus del dengue en áreas específicas del territorio nacional. Este sería alimentado por una base de datos extraída de clínicas, hospitales, universidades e instituciones, para predecir el aumento del virus en zonas vulnerables.
El investigador utilizó la metáfora del pronóstico del tiempo para describir el modelo de predicción que rastreará la aparición de los brotes epidémicos de dengue.
“Cuando a ti te dicen con tanta probabilidad va a llover es porque hay modelado matemático. Parecido lo hace Brasil, donde ya modelan matemáticamente el riesgo de transmisión y ellos a priori, antes de que la enfermedad aparezca, ya lo saben con un grado de certeza. Eso significa que el Ministerio de Salud de Brasil puede priorizar los recursos donde hay mayor riesgo”, explicó.
Un modelo matemático con estas características se ha desarrollado con base en el estudio de la transmisión del chagas en el área del Trifinio, zona fronteriza que comparte El Salvador con Honduras y Guatemala. Si las pruebas resultan exitosas, los científicos serán capaces de modelar la transmisión de dengue y así enfocar labores de acción en las localidades que presenten mayores riesgos.
“Si en Chalatenango no hay riesgo de transmisión de la enfermedad, no vamos a la pena, no destinamos recursos. Pero si el riesgo de la transmisión es alta en un momento dado allá por San Miguel, entonces obviamente destinamos más recursos a San Miguel porque allá es donde el modelo nos dice que hay probabilidad de transmisión de la enfermedad. Esa es la otra alternativa en la que estamos trabajando”, refirió el investigador.
Con la mejora del temefos gracias a la molécula extraída de la guanábana y el modelo matemático que pronostique zonas de transmisión, la Escuela de Biología podrá brindar al Ministerio de Salud una propuesta sólida para combatir este tipo de enfermedades que continúan afectando a la población salvadoreña.