El surf es la unión perfecta entre el deporte y la naturaleza. Preservar los océanos y difundir su cuidado asegura su práctica en las futuras generaciones de surfistas. El presidente de la Federación Salvadoreña de Surf (FESASURF) José “Bamba” Díaz, conoce el equilibrio entre la diversión y la conservación de los recursos naturales, que se destaca en el Día Internacional del Surf, celebrado el 15 de junio.
“El surf es un deporte brindado por la naturaleza, brindado por Dios”, refiere Bamba, quien es entrenador certificado por la Asociación Internacional de Surf (ISA, por sus siglas en inglés). El fundador de “Bamboards Surf Academy”, una escuela de surf ubicada en la mítica playa de El Tunco, en La Libertad, sabe que la enseñanza del deporte está unida a la protección de los ecosistemas acuáticos que existen en las costas salvadoreñas.
Dedicado a la enseñanza entre surfistas de todas las edades, brinda clases a locales y extranjeros que buscan perfeccionar su técnica o montar su primera ola. Amante del surf desde los siete años de edad, entrenador desde los 17 y con una trayectoria profesional consolidada sobre las olas, “Bamba” inspira en sus alumnos el amor a la riqueza natural que poseen los océanos y que ha conocido de primera mano a lo largo de los años.
“Nosotros aparte de las clases mentalizamos al niño que la naturaleza tenemos que cuidarla, ya que el deporte del surf es un contacto increíble con el mar, con los delfines, con las ballenas, con las tortugas que ahí están a la par de uno”, señaló.
La riqueza natural de El Salvador ha sido una de las protagonistas del circuito turístico de Surf City, que tiene como símbolo las olas de nivel mundial que nacen a lo largo de 321 kilómetros que comprende la costa frente al Océano Pacífico. Agua cálida, olas mayores de tres metros de altura, de línea larga y hasta tubulares que rompen a 200 metros sin cerrarse, son el paraíso para todo tipo de surfista e inspiran a más jóvenes a practicar esta disciplina.
“He visto muchas playas en El Salvador donde hay chicos que tienen un nivel increíble. Tenemos a Bryan Pérez de Punta Roca que en la última competencia hace un par de días, él hizo un trabajo que nunca un latino lo había hecho. Los atletas nacionales están dando frutos”, refiere el presidente de FESASURF sobre la nueva generación de surfistas salvadoreños.
Campañas de limpieza en las playas, conciencia ambiental y respeto a la flora y la fauna de los océanos son puntos retomados en las clases por parte de los instructores. De esta manera, las nuevas generaciones de surfistas crecerán apasionados por proteger sus lugares favoritos para surfear, conectados con el océano y los ecosistemas de su entorno.
“Cuando más te adentras en la cultura del surf, te das cuenta que no solo se trata de un deporte de técnicas y de resistencia, sino que se trata de desarrollar un conocimiento que no podes expandir si no te culturizas”, expresó Paulina Mendoza, una de las alumnas de la academia sobre su proceso de aprendizaje.
Las clases son personalizadas según el nivel del estudiante (principiante, intermedio y avanzado), cuyo entreno comienza en etapas, desde la práctica en la piscina hasta el contacto con la primera ola. Sin embargo, el aprendizaje nunca termina. Cada alumno se apasiona por la adrenalina, la belleza del mar y siguen expandiendo su aprendizaje.
La experiencia más enriquecedora ocurre cuando niños pequeños de diez años de edad se enamoran de las olas, indicó William Santamaría, uno de los instructores de la academia.
“Me gusta trabajar más con niños porque son más comprensivos y lo hacen súper bien. Cuando es su primera vez en el mar y llega a su primera ola, es una satisfacción súper linda, más cuando llegan y te abrazan y te dicen que quieren ser igual que tú”, refirió con una sonrisa en el rostro.
Como amante de este deporte, también fue alumno de “Bamba” y ahora imparte su conocimiento y el cuidado por el medio ambiente a los futuros surfistas, que serán encargados de cuidar la riqueza natural que esconden los bosques costeros, los manglares y las playas de El Salvador.