Un contacto por redes sociales dio comienzo a una historia que los padres de Jeremy, un niño salvadoreño diagnosticado con el síndrome de Wiskott Aldrich, consideran un milagro. Él es el primer paciente llegado del exterior al Hospital Pediátrico Niños de Acosta Ñu, en Paraguay, para un trasplante de médula ósea.
Su intervención, agradecen sus padres, es hoy un éxito.
Para los profesionales de esta institución ubicada en San Lorenzo, una localidad a unos 15 kilómetros de Asunción, es motivo de orgullo y una oportunidad para compartir lo aprendido gracias a un convenio con el Hospital San Gerardo de Monza (Italia).
En busca de una cura
«Teníamos dos años y medio mandando solicitudes a otros hospitales, los cuales no nos aceptaban al niño», relató a EFE Mariela Agreda, madre de este paciente de 3 años.
Pero fue la noticia de Isaías, un pequeño sometido con éxito al mismo procedimiento, la que motivó al tío de Jeremy a contactar a los médicos del hospital paraguayo.
«No le llamo casualidad. Yo puedo decirle que fue diosito que me puso la noticia de Isaías ahí: un niño paraguayo con mismo síndrome, misma edad, y que se había sometido a un trasplante y que había salido todo bien», apuntó esta mujer de 31 años.
Jabibi Noguera, vicedirectora del Hospital Niños de Acosta Ñu, atendió, primero vía Facebook y después desde WhatsApp, los mensajes de esta familia salvadoreña.
Así se abrió un camino para traerlos al país, el cual arrancó en agosto pasado con un diálogo entre los expertos paraguayos con sus similares del Hospital de Niños Benjamín Bloom, donde Jeremy estaba internado.
Este contacto inicial se amplió a los ministerios de Salud y Relaciones Exteriores, así como a diversas instituciones de ambos países.
Fue así como Mariela, su esposo, Óscar, y Jeremy -residentes de la localidad de San Marcos-, pisaron tierras guaraníes el pasado 5 de octubre tras ser apoyados para el traslado por el Ministerio de Salud de El Salvador.
Noguera destacó que el «tratamiento completo» del niño, cuyo costo se estima entre 200,000 y 300,000 dólares, ha sido costeado por el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social de Paraguay.
La atención de Jeremy apremiaba, ya que la enfermedad de la que fue diagnosticado, según el director del Hospital Niños Acosta Ñu, Héctor Castro, había disminuido sus defensas y lo tornaba «vulnerable a padecer infecciones severas» que podían poner en riesgo su vida.
Este síndrome, que lo hacía vulnerable hasta un simple resfrío, afectaba también las plaquetas que ayudan a la coagulación, lo que elevaba el riesgo de sangrado.
Sin embargo, el viaje a suelo paraguayo era uno de los tantos desafíos por superar.
Jeremy vino acompañado de sus padres -él auxiliar contable y ella especialista en atención al cliente-, ya que se desconocía cuál de los dos podía ser compatible para ser donante de las células madre. Después de los estudios de rigor, se determinó que Óscar tenía compatibilidad.
Óscar recibió entonces un tratamiento para estimular la producción de células madres que serían infundidas a su hijo.
Jeremy ingresó al hospital para el proceso de trasplante el 8 de noviembre. Diez días después empezó a recibir medicación para evitar un rechazo a las células madres, que le fueron implantadas el 28 de noviembre.
Pasados siete u ocho días, según Noguera, aparecieron «células buenas», como glóbulos blancos, plaquetas y hemoglobina.
Jeremy ha sido dado de alta. Ahora han empezado a evaluar las opciones para su regreso a casa, ya que aún faltan varios meses de tratamiento y seguimiento de su evolución.
«Nosotros consideramos que la médula ósea está funcionando», afirmó Noguera.
Mariela, agradecida por la hospitalidad paraguaya, no duda en llamar lo ocurrido un «milagro».
Este es el trasplante número 33 de médula ósea y el cuarto en un paciente con inmunodeficiencia en esta institución, cuyos profesionales fueron capacitados en Italia por medio de un programa de entrenamiento que data de 2019.
La historia de Jeremy podría ser el punto de partida para una cooperación entre el Hospital Acosta Ñu de Paraguay y el Bloom, de El Salvador, para transferir lo aprendido en Italia.