Al fondo se escucha un grito: fuerte, corto, inaudible.
Gilbert Cáceres, jefe del CAM de Santa Tecla, interrumpe la entrevista. Se queda en silencio. Luego dice: “Ahorita parece que picó una placa sospechosa”.
Estamos en el centro de videovigilancia de Santa Tecla: un cuarto oscuro, inundado de pantallas. Desde ahí se observa toda la ciudad. Autos que van y vienen. Personas que caminan de un lado a otro. Cualquier movimiento extraño es detectado con facilidad. Hay policías y fiscales que monitorean con agudeza.
Han pasado casi cuatro años desde que se implementó el sistema de videovigilancia en toda la ciudad tecleña y, desde entonces, según Cáceres, la delincuencia se ha reducido en un 80%. Más de 300 cámaras de alta tecnología, capaces de identificar rostros y placas de carros, se instalaron en lugares estratégicos.
Desde entonces, dice Cáceres, los delincuentes tuvieron que reinventarse. Se dieron cuenta que las cosas ya no eran igual, que ya no era fácil cometer atracos. Han tenido que ingeniárselas para hurtar un celular mal puesto o para llevarse objetos de valor dejados en un automóvil mal cerrado.
Los delincuentes, dice Cáceres, tuvieron que mutar.
“Muchas veces las cámaras las hemos tenido que mover porque el delincuente muta y se da cuenta en los sectores que hay videovigilancia”, asegura.
Agrega que ahora son personas que vienen de San Salvador o del occidente del país los que cometen ilícitos en el municipio. Seguramente porque desconocen que están siendo vigilados, día y noche, por unos implacables aparatos electrónicos que lo registran todo.
Luces, cámaras, acción
En el video se observa a una mujer que camina por la acera de un reconocido centro comercial de Santa Tecla. Lleva un teléfono en sus manos. De pronto, un delincuente se lo arrebata y sale disparado como una bala. Segundos después, la mujer se acerca a un agente del CAM y le comenta que acaba de ser asaltada. En ese momento, el agente del CAM tira una alerta a la Policía Nacional Civil (PNC) y con la ayuda del centro de videovigilancia logran ubicarlo y darle persecución. Un ciudadano se suma al operativo. Finalmente, el delincuente es cercado y neutralizado. Los hechos ocurrieron el 31 de octubre del 2017. Para entonces, hacía pocos que se había implementado el sistema de cámaras en la ciudad.
El sistema funciona así: si por ejemplo una persona es asaltada, como en el caso anterior, los agentes de seguridad actúan en flagrancia. La reacción es inmediata, cuestión de segundos o minutos.
O, por ejemplo, si una persona tiene alguna orden de detención y es captado por las cámaras de videovigilancia, en seguida lanza una alerta. Los investigadores del centro de monitoreo lo ubican y le dan seguimiento hasta capturarlo.
Otro ejemplo: si un automóvil tiene reporte de robo y el número de placa es captado por las cámaras, también lanza una alerta igual a la que ha dado la tarde de este jueves que nos encontramos en el centro de videovigilancia con el jefe del CAM.
“Uno de los lugares que nos presentaba mayor índice de denuncias por problemas de seguridad es el centro histórico de la ciudad, en los alrededores de los mercados, en los parques Daniel Hernández y San Martín”, detalla Cáceres.
Luego agrega: “Santa Tecla es una ciudad donde se han detectado muchos carros hurtados o robados o inclusive gente que ha andado con orden de captura. Pero ahí es cuando identifican sus rasgos faciales: el sistema lanza una alerta y se procede a la captura”.
Cáceres asegura que continúan ocurriendo hurtos de celulares y carteras en el centro de Santa Tecla. Sobretodo en el centro histórico. También hay riñas en lugares como el Paseo El Carmen o por los bares de El Cafetalón.
Pero, en general, el sistema de videovigilancia ha desplomado el índice delincuencial en todo el municipio. Así lo asegura Cáceres.
“La delincuencia se ha ido de Santa Tecla. Los delincuentes saben que es un lugar difícil de delinquir y mejor se abstienen de delinquir”, sentencia.