El Salvador
domingo 22 de diciembre de 2024

Entre santos y hechiceros en un mercado de San Salvador

por Zaída Romero


Una periodista de Diario 1 recorrió los pasillos de un mercado en San Salvador donde se encontró una serie de extraños objetos y propuestas de rituales para hacer amarres amorosos, atraer dinero, conseguir éxito.

La chica echa unos polvos blancos en unas bolsitas de plástico, utilizando una cuchara de color blanco, pequeña, descartable. Lo hace despacio. Cuando le preguntamos para qué sirve ese polvo, ella sonríe nerviosamente y responde que para el amor. Lo dice suave, a secas. Baja la mirada y continúa con su trabajo. En ese momento un hombre irrumpe, un poco molesto, serio, y nos pregunta qué necesitamos.

Estamos en el Edificio 5 del Mercado Central de San Salvador. El sector es conocido, popularmente, por vender productos esotéricos. Hay poca luz. Del techo cuelgan ramas de ruda secas y letreros de lámina pintados que dicen “se leen las cartas”, “se fuman puros”.

El ambiente huele a incienso y tabaco recién quemado. Al entrar a esa zona, después de pasar por las ventas de comida y de carnes, pollo y mariscos, sentimos el cambio en el aire. Todo un poco más místico. Lo primero que se observa es un puesto con productos extraños: velas de todos colores, imágenes de santos amoldados en barro, botes llenos de aguas de muchas tonalidades, jabones con etiquetas de nombres e imágenes extravagantes.

Luego, más adelante, a la mira de los clientes y de los curiosos que van por los pasillos, hay pequeños altares con ofrendas a San Simón, Trinidad Huezo, San Miguel Arcángel, la Santa Muerte. Puros, billetes, agua ardiente y una que otra rosa entre marchita y medio viva acompañan sus esculturas en los negocios del Edificio 5.

Ahí, desde muy temprano, los vendedores sacan sus ventas entre los pasillos. Productos extraños  y brebajes para el amor, la salud, el dinero la prosperidad, el éxito laboral, “para el amarre”, “para que le paguen lo que le deben”, “para que le vaya bien en la universidad”.

—  ¿Qué va a querer? Pregunte sin pena, amor. Sin compromiso.

Se escucha entre puesto y puesto de ventas mientras uno recorre el lugar.

FOTO: D1/Miguel R. Lemus

FOTO: D1/Miguel R. Lemus

Los jabones, las gotas y los espray de la fe 

La mercadería “esotérica” que venden en el Mercado Central es variada en cuanto a presentación y precio, según la conveniencia y necesidad del cliente. Se pueden encontrar jabones “contra hechicería”, para “abrir caminos”, para el amor, para la pasión y para conquistar a algún enamorado, los nombres por los que se pueden identificar son el  “Jala, jala”, “Ven a mí”, “Doblegado a mis rodillas”, y su costo varía entre $1 y $2 dólares.  También se pueden encontrar colonias para el mismo fin, una de ellas es la “Pico de mapache”, en su etiqueta figura que es “especialmente para atraer el amor y volver a tus pies al ser amado. Úsalo con fe, y verás grandes resultados”.

Otro de los productos que más se comercializan en ese edificio son las velas, cada una para un propósito distinto: velas para ofrendarle a la Santa Muerte, uno para el amor llamado “Quiéreme siempre”; además, uno destinado para los comerciantes conocido como el “Llama clientes”, el cual se debe encender en la casa o el negocio; el de “Odio y separación”, esta última porta una etiqueta con la siguiente oración: “Ofrezco e invoco esta oración del espíritu del odio al ángel de la guarda de _________ y el de ____________  para que infunda entre ellos odio y que jamás puedan recordarse sin sentir odio. Que se encuentren y no se vean”.

Las aguas de colores tampoco pasan desapercibidas entre los negocios. Sus etiquetas son variadas, todas para ser usadas con un fin diferente. Existen las “Tapa bocas”; la  verde que es “ruda”; una rojo sangre que presume “saca lo malo”; la amarilla que cuando se le consulta a la vendedora dice que es para atraer “oro y plata”, así como lo indica su etiqueta; y la morada para “quitar estorbos”.

FOTO: D1/Miguel R. Lemus

FOTO: D1/Miguel R. Lemus

Los estuches de amuletos también se pueden encontrar en el Edificio 5. Esta es una bolsita pequeña plástica que contiene una medallita de color oro del tamaño de un centavo de dólar, junto a ella un pequeño botecito con un agua de color, el cual se aplica en diferentes partes del cuerpo. Alguno de estos estuches son “Contra daño”, para la protección de enemigos, maleficios y daños; “Amuleto del Señor de Esquipulas”; el amuleto “Santísima muerte”, para “casos difíciles”, amor, buena suerte, chismes, envidias, vestido y sustento, este estuche, a diferencia de los otros, incluye piedras de colores. Todos acompañados con una pequeña oración de acuerdo al propósito con el que se haya creado.

Además se pueden encontrar inciensos para el amor, la salud y el dinero. Uno de los que más llama la atención entre los puestos de venta es el conocido como “incienso arrasa todo”. Este, según el empaque, “está hecho para cortos trabajos de magia negra, puesto en la persona víctima dañada, resolviendo así cualquier problema por más fuerte que este sea, ya que está hecho para limpias con dicho incienso. Al quemar el daño con que fue hecho y cortándose al momento, quedando libre la persona del mal puesto”. Las indicaciones dicen que “en un lienzo negro se rosea la cantidad de incienso haciendo un bulto y se pasa por todo el cuerpo de la persona. Terminada la limpia se pone en el suelo cuidando que no esté húmedo, se prende y al quemarse estará terminado el trabajo”.

FOTO: D1/Miguel R. Lemus

FOTO: D1/Miguel R. Lemus

Y así muchos productos más como puros, esencias de rosas, escapularios, imágenes de santos apócrifos y católicos. Asimismo, se pueden adquirir espráis contra envidias, “levanta negocios”, “retiros de males”, para “las buenas calificaciones”, el de “paga pronto”, el “venga, venga” usado por los clientes para atraer a la persona amada, explican los vendedores, así como el “rompe colchón”.

Productos heredados por la tradición

Los clientes son variados, aseguran los comerciantes. A ellos los visitan de todas las edades, estratos sociales y sexo. “Aquí vienen desde lesbianas hasta abuelas acompañadas de sus nietos, como para seguirles enseñando para qué sirven estos productos”, dice uno de los vendedores.

El antropólogo José Heriberto Erquicia, director de posgrado de la Universidad Pedagógica de El Salvador, se refiere a este tipo de prácticas como culturales. Erquicia explica que en ellas se encuentran una serie de aspectos, como religiosas y creencias que van más allá de la institución de la fe, lo cual tiene su influencia en la visión que las sociedades tienen sobre el mundo.

“Desde el punto de vista antropológico todas estas prácticas son válidas. Al final, son manifestaciones culturales, religiosas, sociales, políticas de las diversas comunidades. Son prácticas que están muy al margen de lo que nosotros hacemos”, manifiesta el antropólogo. Y es que para el experto el consumo de estos productos o las prácticas que las rodean están satanizadas por cierta parte de la población.

FOTO: D1/Miguel R. Lemus

FOTO: D1/Miguel R. Lemus

Tanto los vendedores como el antropólogo coinciden en que la utilización de estos productos tiene que ser por parte de aquellos que sí depositan su fe en estos y que creen que los productos son efectivos. La práctica pasa a ser denominada como subalterna, ya que según Erquicia así se le llama a aquellas actividades practicadas a “escondidas”.

“Aquí nadie juzga a nadie. Se le vende (los productos) a cualquier persona. No vemos ni sexo ni religión, porque a algunos ya los conocemos de varios años”, asegura uno de los vendedores.

FOTO: D1/Miguel R. Lemus

FOTO: D1/Miguel R. Lemus