El Salvador
miércoles 27 de noviembre de 2024
Zona-1

Cuatro extrañas muertes en cuatro celdas de Quezaltepeque

por Redacción


Cuatro pandilleros del Barrio 18 fueron asesinados en el penal de Quezaltepeque. Al inicio hubo diversas especulaciones. Riñas, purgas, venganzas. Durante el juicio se plantearon dos móviles. Uno de ellos era que dos de las víctimas eran homosexuales. Pero en la sentencia el juez descartó algunos indicios que únicamente dejaron un mar de dudas.

Cuatro de la tarde, 2 de marzo 2019 

Los mataron a la misma hora, en cuatro celdas diferentes. Puñetazos y patadas. Una y otra vez, hasta arrancarles la vida del cuerpo. Luego les apretaron el cuello con bolsas plásticas. No querían dejar rastros de vida.

Pasaron dos horas. Las autoridades penitenciarias supieron de los crímenes. Pero no ordenaron procesar las escenas. Los cadáveres quedaron ahí, en las celdas hacinadas, toda la noche.

Las víctimas fueron reconocidas al día siguiente: Adrián Armando Meléndez (módulo C, celda 6), Jonathan Martínez (módulo C, celda 4), José Joel Méndez (módulo B, celda 2) y José Ricardo García (módulo B, celda 4).

Al inicio hubo confusión. Preguntas sin respuestas. Los muertos eran cuatro pandilleros del Barrio 18, facción revolucionaria. Los asesinos eran sus mismos compañeros. ¿Por qué los mataron?

Los fiscales comenzaron a investigar. A pesar del código de silencio que impera cuando se asesina en las cárceles, los investigadores lograron convencer a cuatro testigos. Les ofrecieron beneficios penales a cambio de sus declaraciones.

El primero aseguró que  Jonathan Martínez fue asesinado por comportamientos homosexuales. Eso, en el Barrio 18, se paga con la vida.

El segundo declaró en términos similares: José Joel  Méndez fue vapuleado mortalmente porque lo encontraron teniendo relaciones sexuales con otro reo.

El tercero dijo que José Ricardo García fue asesinado porque había cometido una violación sexual cuando se encontraba en libertad.

El cuarto  testigo declaró. Pero luego se echó para atrás. Prefirió el silencio. Por eso la muerte de Adrián Armando Meléndez quedó en incógnita.

Pero gracias a las declaraciones de los testigos, los fiscales pudieron armar un rompecabezas que llevó a la intimación de 34 pandilleros del Barrio 18. Los acusaron de homicidio agravado.

FOTO: D1/MIGUEL LEMUS

FOTO: D1/MIGUEL LEMUS

Las observaciones del juez

El juicio fue virtual. Lo primero que el juez Especializado de Sentencia A ordenó fue procesar por falso testimonio al testigo que se retractó de sus declaraciones.

Luego reprendió a los fiscales. Les dijo que en distintos folios del expediente judicial aparecían los nombres de los cuatro testigos protegidos.

“Fiscalía debe tener cuidado con el tratamiento de esta información, porque pueden estar revelando e incurriendo en un tipo penal por revelar información de testigos protegidos”, dijo.

El juez siguió corrigiendo la plana. Señaló errores en el manejo de la escena. A su criterio hubo negligencia porque los fiscales sugirieron procesar los crímenes al día siguiente.

“Eso es una negligencia extrema. La escena del crimen se procesa desde el momento en que se descubre los cadáveres, y máximo cuando son muertes violenta”.

El juzgador también descartó que dos de los asesinatos fueran porque las víctimas eran homosexuales. A su juicio eso no se pudo comprobar. Entonces, ¿por qué los mataron? Eso no se demostró en el juicio.

“Si bien estos grupos de pandilla discriminan por su orientación sexual, en este caso no se pudo acreditar esa condición”.

Al final, el juez Especializado de Sentencia A de San Salvador condenó a los acusados a 30 años de prisión por tres de los cuatro muertos.