San Valentín ha mutado en múltiples plataformas para juntar personas en el siglo XXI. En esta época, la manera más frecuente de ligar o buscar pareja es a través de un dispositivo móvil, según un estudio de la Universidad de Standford, que revela que el 40 % de las parejas heterosexuales y el 60 % de las homosexuales se conocieron gracias al dios Internet.
Sin embargo, a menudo son relaciones fugaces, debido a que las mismas redes sociales, y Facebook en particular, están asociadas a mayores tasas de separación, de acuerdo a otro estudio publicado en 2014 por la Universidad Católica de Chile.
Fuera de Facebook, una pareja camina en los alrededores del Parque Cuscatlán apoyada con bastones blancos y acompañados de una amiga que es su guía visual. Tienen que bajar varias gradas grandes, como de auditorio, para ingresar al recinto; entonces Verónica, quien perdió la visión por completo a los 14 años, alerta a su esposo Julio César, describiendo las dimensiones de cada escalón, como si los observase detalladamente.
Luego caminan en sobre una superficie plana, pero vienen más graderíos. “Estas son más pequeñas”, le dice, al explorarlas con su bastón, y así con la guía de sus voces, uno apoyado del otro, llegan finalmente a unas tarimas de hiero, donde yacen sentados y acostados varios jóvenes atrapados cada uno en las pantallas de sus teléfonos móviles.
Lo que observan en su mayoría son fotos con abuso de filtros a las que llenan de “me gusta”, aumentando un ego, que fácilmente también se vuelve frágil. “Cuando comencé a perder la visión, empecé a ver otras cosas de las que no me había percatado, de personas que tenían otra forma de ver y entender la vida, que tenían sus oídos y sus manos para poderse contactar y hacer del mundo realmente un lugar más dulce, porque si me quedo pensando en lo triste que es, me quedaría acostado en la cama”, dice Julio César, quien perdió la vista totalmente hace un poco más de dos años, a causa de un glaucoma crónico.
Para las personas que pueden “ver”, la información diaria está dada en un 80 % de lo que perciben a través de sus ojos, mientras que las personas ciegas dependen de su memoria, de situaciones audibles y táctiles, de olores y sabores, todas esas sensaciones son las que también le dan un contexto para entablar una relación socioafectiva con alguien.
“Cuando uno mira, el 80 % de lo que percibe es visual, usa la vista para decir ‘qué guapo es ese hombre’, pero cuando adquieres la discapacidad visual, una usa mucho el oído. ¿Cómo me enamoré de mi esposo? Primero me gustó su inteligencia, luego la gente se encarga de decirte qué tan guapo o qué tan feo es. Me decían es flaco, usa lentes… pero a mí lo que más me agradó fue su inteligencia y que olía rico. Tengo un olfato terrible y a mí los malos olores me espantan”, explica Vero, una mujer de 44 años que con mucho esfuerzo logró sacar una Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad Luterana Salvadoreña y además es masoterapeuta.
Contrario a Verónica, Julio sí la pudo ver cuando tenía baja visión. La conoció una fiesta navideña de la Asociación de Ciegos de El Salvador (ASCES), eso le permite poder describirla a la perfección físicamente, características que profundizó al perder la vista completamente.
“Es una morenota que tiene un cuerpo muy bonito a pesar de los años y que tiene dos hijos; su cabellera negra a media altura siempre me ha parecido muy hermosa, es chinita, de nariz aguileña grande, una persona que es muy codiciada por hombres que ven y por hombres que no ven, sin embargo, me ha la oportunidad de ser con quien anochece y amanece”, la dibuja Julio, según recuerda.
Sobre cómo la delinearía ahora, Julio nos regala una hermosa obra de arte que ha percibido a través del tacto, con lo cual nos deja claro que para que una persona nos atraiga sexualmente no necesariamente tenemos que verla.
“Si bien es cierto que yo la vi, tenía una cintura espectacular, unas caderas excelentísimas y una figura mucho más fina, la diferencia es que antes yo eso lo observaba a distancia; ahora con mis manos puedo recorrer su cuerpo, y sentir esas diferencias de relieve entre sus senos, sus caderas, su cabeza, su cuello, sus piernas… Muchas veces las personas que ven se embelesan por la belleza visual, en cambio yo por el sonido, por el roce de mis manos, por estar en contacto directo con su calor, me enamoro, y tenemos una vida sexual muy bien para nuestras edades”, describe.
Así han logrado mantener una relación de casi 24 años, comprendiéndose, escuchándose, apoyándose, siendo los ojos del otro y de vez en cuando dándose un “like” en Facebook, que después de todo parece lo menos relevante.
Verónica puede reaccionar a las fotos de Julio y cometerlas al usar un iPhone que tiene instalada la aplicación VoiceOver, un lector de pantalla basado en gestos que te permite disfrutar de su teléfono aunque no pueda ver. Los móviles con sistema Android también tienen un lector que se llama TalkBack.
“Cuando estoy en Facebook esta aplicación me las describe las fotos. Yo me hago mi mapa mental y comienzo a imaginar las personas rodeadas de esa naturaleza y con base a eso voy dando ‘me gusta’ o un comentario”, explica, pero nada comparable a los “me encanta” que le van poniendo a sus vidas replanteadas y enriquecidas por todo lo que les hizo ver y percibir su discapacidad.
Con un “me encanta” a vibraciones que produce el roce con su piel, un “me gusta” a su aroma, un comentario a su elocuente discurso, Verónica y Julio dan cátedra de una envidiable relación que no entró por los ojos. “Yo creo que no hay más que la diferencia que antes veía y ahora toco hacia donde voy”, deja Julio como reflexión.