El pasado también cambia, se recompone al repetirse. Marc Augé.
En la noche del jueves 15 de junio de 2017 recibió una llamada a su teléfono celular. No reconoció la voz que saludaba al otro lado de la línea. No era la de un amigo, pero tampoco la de un enemigo.
—Soy Alejandro Delgado, Andresón.
Lo recordó. Cuando en los años 80 fue uno más en los campamentos de la guerrilla en la zona norte de San Miguel o en Morazán, él solía llegar pero permanecía poco tiempo con los combatientes. Nomás por describir sus brevedades: entraba el lunes a los dominios insurgentes y salía el martes.
Andresón – Hay algo que debés saber. ¿Te acordás de aquello?
A las dos de la tarde del día siguiente se encontraron en la carretera Troncal del Norte a la altura del Distrito Italia. Delgado o Andresón llegó en un vehículo y sin apagarlo le pidió que se subiera. Dieron vueltas en los alrededores mientras le explicaba que en el año 2016 la Sala de lo Constitucional había declarado ilegal la Ley de Amnistía, que muy pronto un tribunal de San Miguel iba a girar orden de captura en su contra y que por eso lo mejor era resguardarse un tiempo en un lugar seguro lejos de policías y fisgones. Lo escuchó convencido que decía la verdad, que trataba de protegerlo. ¿Por qué iba a dudar de un compañero con el que había extremado los lazos de identidad sometidos los dos al diluvio del plomo enemigo? Regresó a la casa a guardar ropa en una maleta improvisada y a despedirse de sus hijos y su esposa. Después Santos Guevara Portillo se largó con él en disciplinado silencio.
Guevara Portillo, de pseudónimo Domínguez y exmiembro del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), una de las organizaciones que integraron el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), es uno de los tres imputados en el juicio por la presunta ejecución de dos militares estadounidenses el 2 de enero de 1991 en un descampado caluroso de una zona rural. Popular y mediáticamente es conocido como el Derribo del Helicóptero de Lolotique y está incluido en el Informe de la Comisión de la Verdad como uno de los casos ejemplarizantes de la furiosa violencia que destruyó a El Salvador entre finales de 1979 y principios de 1992.
Diario1 logró contactar a Guevara Portillo quien en la actualidad vive en una ciudad del interior de Nicaragua. Uno de sus familiares medió el contacto. Para verificar su identidad se emprendió un proceso previo que pasó de la confrontación de información personal básica suya obtenida en expedientes judiciales (fecha de nacimiento y lugar, nombres de los padres y hermanos, fecha de incorporación a la insurgencia, entre otros) se consultó a fuentes de la exguerrilla de Morazán y San Miguel a las que se les mostraron fotografías de él en la actualidad y una fotografía de cuando era joven que se obtuvo de archivos judiciales así como también se tuvo a la vista documentos personales que confirmaron la identidad.
Una vez se verificó que era él se entrevistó varias veces vía WhatsApp a lo largo de un mes y se verificaron los detalles más importantes que dio a conocer. También se entrevistaron otras fuentes que consolidaron lo expuesto en este texto.
El caso inició cuando el teniente coronel David H. Pickett, entonces de 40 años de edad y quien durante algunos años fue comandante del batallón de helicópteros del ejército de Estados Unidos acantonado en Honduras y llegó a tener a su cargo hasta 250 hombres y 16 aeronaves; el cabo Ernst G. Dawson, de 20 años y mecánico del ejército; y el piloto Daniel Sutherland Scott, de 39 años salieron a la 1:40 de la tarde del aeródromo de la base aérea de Ilopango a bordo del helicóptero modelo UH-1H número 204-011-250-113 rumbo a la base aérea José Enrique Soto Cano, en Palmerola, Honduras. Aproximadamente a las 2:30 de la tarde, cuando la aeronave volaba a menos de 40 metros de altura sobre el cantón San Francisco, en Lolotique, San Miguel, una unidad de la guerrilla del FMLN la derribó con los balazos de sus fusiles AK-47 y otras armas que se presume dispararon seis insurgentes: Guevara Portillo o Domínguez; Severiano Fuentes, de pseudónimo Aparicio; Fermán Hernández Arévalo, Porfirio; Daniel Antonio Abarca Arévalo, Macaco; Raúl Antonio Bonilla Rivas, Ulises; Digna Chicas Chicas, Doris; María Lita Hernández Arias, Carmen.
El helicóptero erró en el aire unos 500 metros hasta caer sobre un palo de jiote dentro de una hondonada en la propiedad conocida como Loma El Recodo. De acuerdo con las autopsias que realizó el entonces Instituto de Patología de la Fuerza Armada (IPFA), de los tres tripulantes solo el piloto Scott murió como consecuencia de los golpes que sufrió en la caída. En un párrafo del informe de su muerte puede leerse: “Lesiones de fuerza bruta en el cuello y el pecho que resultaron en incapacitación, inconsciencia y shock hipovolémico”. Es decir: perdió tanta sangre que el corazón se quedó sin nada que bombear al resto de órganos corporales.
Pickett y Dawson sobrevivieron al derribo. Según los cuatro fiscales que presentaron la acusación en el Juzgado de Primera Instancia de Chinameca y los vecinos del lugar que se acercaron curiosos al helicóptero en el suelo, la unidad guerrillera los ejecutó; a juicio de los insurgentes no les quedó más remedio que disparar porque creyeron ver que los militares estadounidenses intentaron abrir fuego y, después de malherirlos y no encontrar un vehículo para trasladarlos a un hospital, decidieron matarlos para que no sufrieran más.
La ejecución de los heridos en combate es un crimen de guerra, de acuerdo con los Convenios de Ginebra y otros tratados de los que el FMLN y el Estado salvadoreño son firmantes.
El 18 de enero de 1991 la Comandancia General del FMLN divulgó en Radio Venceremos un comunicado en el que atribuyó la orden de las ejecuciones a Santos Guevara Portillo o Comandante Domínguez y los asesinatos a Fermán Hernández Arévalo o Porfirio.
Guevara Portillo, sin embargo, fue exonerado de responsabilidad por sus mismos compañeros en la investigación filas adentro que el FMLN hizo después de publicar ese comunicado. Los testigos del caso tampoco lo señalaron directamente como el instigador de las presuntas ejecuciones. No obstante, en el expediente judicial abierto en el Juzgado de Primera Instancia de Chinameca continúa como imputado por razones no del todo claras en ninguna de las diez piezas del proceso. Su papel en este caso será profundizado en la siguiente entrega de este reportaje.
El 17 de marzo de 1992, el FMLN entregó a Mauricio Gutiérrez Castro, entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), a Severiano Fuentes o Aparicio por ser el responsable de la unidad que derribó el helicóptero y por supuestamente haber ordenado las ejecuciones; y a Hernández Arévalo o Porfirio por ser el presunto asesino de los militares heridos. Guevara Portillo o Domínguez no fue entregado porque la entonces guerrilla lo eximió. Exactamente 361 días después la Asamblea Legislativa, con los 47 votos que sumaron los partidos ARENA, PCN y MAC, aprobó la Ley de Amnistía y todos los acusados de crímenes de guerra fueron sobreseídos, indistintamente hubieran matado en nombre de la insurgencia o de la Fuerza Armada.
Guevara Portillo, terminada la Guerra Civil y vigente la Ley de Amnistía, fue al Juzgado de Primera Instancia de Chinameca a retirar su carta de libertad y decidió vivir una vida común y corriente: trabajó en un estudio de fotografía en Lolotique, luego en una cooperativa agrícola de excombatientes llamada Los Vencedores con sede en Villa El Triunfo, su esposa quedó embarazada y la familia se mudó a San Salvador donde trabajó como vigilante privado, luego como miembro del Cuerpo de Agentes Metropolitanos (CAM) y después como empleado de seguridad en el Ministerio de Obras Públicas (MOP). Posteriormente se dedicó a un pequeño negocio propio hasta que reapareció en su vida Alejandro Delgado o Andresón.
Entonces, en la noche del jueves 16 de junio de 2017 Delgado lo llevó, según su relato, a dormir a una casa en un lugar que le pareció era San Salvador. Su antiguo compañero le explicó bien el plan: esconderse durante un tiempo y llevarle a sus hijos y esposa para que lo visitaran en el exilio que debía durar mientras terminara el proceso judicial en Chinameca reabierto por decisión de los ahora exmagistrados Florentín Meléndez, Sidney Blanco, Rodolfo González y Eliseo Ortiz Ruiz. En ese lapso el FMLN iba a ayudarle con dinero para su manutención y la de su familia.
En la mañana del 17 de junio Maité (nombre ficticio) llegó a la casa de sus padres en el Distrito Italia. Ese día, además de celebrar su cumpleaños, quería festejar a Santos Guevara Portillo por el Día del Padre. Pero se encontró con una sorpresa: él no estaba porque se lo había llevado alguien “del partido” para evitar que la Policía Nacional Civil (PNC) lo capturara.
Maité – En ese momento pensé que era lo mejor pero ya vio todo lo que pasó después.
Ese día Andresón lo llevó a la zona norte de Morazán en un vehículo. En los siguientes tres meses permaneció encerrado en una casa de la que no salía nunca. Una persona a la que no conocía le llevaba la comida. Permanecía solo todo el tiempo. No podía llamar a su familia porque así se lo ordenaron. En ese momento, además, estaba convencido que era por su bien.
Andresón – Lo más que vas a estar aquí es un mes, hacele huevos, cabrón.
Guevara Portillo – ¿Un mes sin la familia? Bueno, no importa.
Andresón llegó a verlo unas dos veces en los tres meses que permaneció en la casa de seguridad, recordó Guevara Portillo.
Se intentó contactar a Alejandro Delgado a través de excombatientes que aún viven en Morazán pero no se logró. También se le escribió a sus tres perfiles en Facebook pero, al cierre de este texto, no había visto los mensajes.
En ese tiempo comenzó a desesperarse porque las promesas no se cumplían: dijeron que iban a llevarle a los miembros de su familia a visitarlo. Pero fue falso. Hasta que el 12 de septiembre en la noche llegó a verlo, según Guevara Portillo, Blandino Nerio, conocido en la Guerra Civil como Jeremías y uno de los principales miembros del Comité Central del ERP en el Oriente del país. Le dijo que en las siguientes horas iba a salir rumbo a Nicaragua y le prometió que allá iba a tener lo que necesitaba: casa, apoyo económico, legalización de estatus migratorio y una credencial para que el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que presiden Daniel Ortega Saavedra y su mujer Rosario Murillo, lo ayudara.
Diario1 marcó al teléfono celular de Nerio para escuchar su versión de este señalamiento; contestó una vez pero aseguró que no escuchaba bien qué se le decía. Luego se le escribió a su WhatsApp explicándole el motivo de las llamadas y pasados unos minutos volvió a marcársele. No contestó. Sí recibió los mensajes.
En ese momento Domínguez tenía la convicción que sus compañeros estaban ayudándolo movidos por los principios revolucionarios que defendieron en los años de la Guerra Civil. Sentía un poco de miedo pero se convenció a sí mismo que le ayudaba más seguir andando que quedarse encerrado en el mismo lugar. El 17 de septiembre llegó a Nicaragua viajando a través de la frontera con Honduras. En Managua, Delgado le entregó 150 dólares para pagar comida y vivienda y después fue entregado a un desconocido que lo trasladó a un hospedaje en Ciudad Darío en el que vivió durante un mes.
Su familia habría quedado desprotegida de no ser por el acuerdo al que, según él, llegó con Nerio: el FMLN entregaría dinero y víveres para la manutención de sus hijos.
Guevara Portillo y Maité afirmaron que entre octubre de 2017 y marzo de 2018 Jeremías y una mujer a la que identificaron como Yanira, que trabaja en el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), entregaron a la esposa del excombatiente entre 300 a 400 dólares más una canasta de víveres. La ayuda terminó, sin embargo, cuando el FMLN perdió más de 1 millón de votos y quedó reducido a tercera fuerza política en las elecciones municipales y legislativas de 2018, justo un año antes de perder las presidenciales frente al actual presidente Nayib Bukele.
Maité – Blandino le hablaba a mí mamá y le decía: “Tal día te voy a entregar el dinero”.
A finales de septiembre de 2017 Guevara Portillo y su familia perdieron comunicación. En los dos meses siguientes el dinero también se le terminó; llamaba a los representantes del FMLN que se encargaron de su traslado a ese país y ninguno le contestaba. Sin más que hacer se fue a otra provincia a buscar trabajo y encontró uno limpiando porquerizas. Al año siguiente volvió a trasladarse y encontró un trabajo como vigilante en una quesería. En los siguientes ocho meses obtuvo una relativa estabilidad, según contó. Mientras tanto vivió en una casa que más que casa era una pequeña estructura de madera con una ventana en la que logró meter una cama hecha con tejido de mimbre sin colchón, una silla de plástico y un pedazo de alambre que la atraviesa y en la que cuelga las camisas y los pantalones. El piso es de tierra reventada.
Guevara Portillo – Me acostumbré a comer dos veces al día.
Durante esos meses recordó que se comunicó con su familia muy pocas veces a través de un teléfono prestado. Pero la relativa calma que había logrado se esfumó con la crisis política que comenzó en Nicaragua a principios de 2018: el propietario del establecimiento en el que trabajaba se comprometió con los ciudadanos que se rebelaron contra el régimen de Ortega pero a la hora de las protestas cívicas se retractó y mantuvo abierta la quesería. Los manifestantes le advirtieron que debía cumplir su compromiso pero siguió negándose. Hasta que un día él se dio cuenta que pretendían quemar el lugar; para no exponerse decidió abandonar el trabajo.
En diciembre de 2018 encontró trabajo cuidando a dos niños. Contó que esa experiencia le produjo las más profundas contradicciones: cuidaba a los hijos de otros cuando tenía más de un año de no ver a los suyos. Hubo, además, otro problema: al trasladarse ya no pudo acceder al teléfono que le prestaba su conocida.
Mientras su padre seguía tratando de sobrevivir, Maité siguió buscando respuestas. Entre febrero y marzo de 2019 fue a la Asamblea a reunirse con Roger Blandino Nerio y éste le aseguró, según ella, que el FMLN iba a entregarle 50 mil dólares a cambio de quedarse callados. Le dijo, además, que su papá estaba bien, que se comunicaba con él. Fue a buscarlo unas cinco veces e igual número de veces obtuvo la misma respuesta, recordó.
(Los diputados que pierden la reelección suelen seguir llegando a la Asamblea a reunirse con sus excompañeros. Este es el caso de Nerio, según confirmó una fuente legislativa).
Una de esas veces que esperaba a Nerio se encontró a Jorge Schafick Hándal, que a diferencia de Nerio sí continuó como diputado en la legislatura actual. También le preguntó por el caso.
Maité – Él también sabía, estaba enterado.
Se le llamó vía telefónica a Hándal para conocer su versión pero no contestó. Se le escribió a su WhatsApp y primero se limitó a responder que desconocía “todo del caso” porque no había sido “su zona” en los años de la Guerra Civil. Al detallársele los señalamientos escribió: “No tengo nada que decir más que es una falsedad total”.
Guevara Portillo también intentó comunicarse con Hándal los días 18 y 20 de octubre de 2019. Le mandó mensajes de voz y textos vía WhatsApp preguntándole qué había decidido el FMLN sobre su caso. Pero no obtuvo respuesta. Sus comunicaciones quedaron en visto. Diario1 tiene copia de esos mensajes.
El 4 de junio de 2019 Maité presentó una denuncia en la Fiscalía General de la República (FGR) por la desaparición de su padre. Pero nunca obtuvo respuesta. A mediados de este año la familia había vuelto a perder comunicación como consecuencia de la precaria condición económica de Guevara Portillo.
Una fuente de la Fiscalía, con sede en Apopa, confirmó la presentación de la denuncia. El fiscal asignado al caso entrevistó a Maité. La conclusión fue que no está desaparecido sino fuera del país.
La familia Guevara volvió a tener comunicación entre finales de octubre y principios de noviembre.
Domínguez, el otrora guerrillero, no tiene claro qué hará en los próximos meses. Su situación es insostenible en Nicaragua. Pero tampoco tiene claro si le conviene regresar al país. De lo que sí está seguro es que su seguridad y la de su familia están en riesgo desde que comenzó a señalar a los dirigentes del FMLN.
Guevara Portillo – Temor por mí seguridad y la de mí familia. Esta gente (FMLN) puede hacer cualquier cosa.