Un cortocircuito en el sistema de aires acondicionados en el cuarto piso de una de las Tres Torres del ministerio de Hacienda, el viernes pasado, provocó un incendio de grandes magnitudes que dejó como resultado dos mujeres fallecidas, 22 lesionados y más 100 personas evacuadas.
La emergencia fue atendida por 42 bomberos y 400 personas del sistema de emergencia. Según información oficial, la emergencia fue atendida en cuatro minutos, pero la complejidad de la infraestructura y de la falta de cultura de prevención hizo que la emergencia se convirtiera en una tragedia.
Según el director del Cuerpo de Bomberos, Joaquín Parada, el binomio que existe entre las limitaciones institucionales y la falta de cultura de prevención, de los constructores y las medidas de seguridad de la población, hacen que sean el elemento de combustión ideal para la generación de cualquier catástrofe.
¿Cuáles fueron las mayores dificultades que hubo durante el incendio en el complejo del ministerio de Hacienda?
Básicamente la dificultad principal que se tenía era el tema de la desesperación que tenían las personas que estaban atrapadas en la Torre tres, específicamente en el lado sur, donde realmente había una posibilidad inminente de que tomaran decisiones que no fueran adecuadas. Entonces una de nuestras preocupaciones principales, y con lo que tuvimos que lidiar, fue mantener la calma de las personas que estaban atrapadas en ese edificio, porque la posibilidad que las personas tomaran la decisión de lanzarse era real. Se podía caer en pánico y ya una persona en pánico es peligrosa porque no tiene consciencia de las acciones que hace.
Lo demás son complejidades normales. Los edificios de gran altura son complejos cuando se incendian. El fuego generalmente tiende a elevarse, a buscar los niveles superiores. Ese es el comportamiento normal de los incendios.
Una de las situaciones que también nos dio una complejidad importante es que básicamente las escaleras estaban inundadas de humo. El esfuerzo principal de los bomberos, precisamente, fue despejar esa zona para poder evacuar a las víctimas y obviamente fue rescatar a las personas que ya estaban afectadas por el humo y las llamas. Ese es un ambiente completamente complicado y da dificultades para trabajar a cualquier bombero del mundo.
¿El bajo presupuesto es un factor que les afecta para atender cualquier emergencia?
A nivel general está claro que el presupuesto de todas las instituciones está limitado. El Cuerpo de Bomberos no es la excepción. Ahorita con la reforma que se hizo el 8 de enero de 2015 del Cuerpo de Bomberos, específicamente al artículo 11, donde se aumentó del 2 al 4 por ciento el aporte que las compañías de seguros dan sobre la prima de seguros contra incendios, mejoramos un poco los ingresos. Antes eran 600 o 700 mil dólares al año; con esta reforma solo con el aporte de las compañías aseguradoras crecimos a más o menos 1.6 millones de dólares.
Ahorita se están haciendo las coordinaciones con el señor Ministro de Gobernación para renovar las motobombas. Tenemos un proceso que se ha iniciado por medio de la UNOPS (Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos, por sus siglas en inglés), para la adquisición de dos motobombas en el menor tiempo posible.
También el señor ministro de Gobernación está haciendo gestiones para obtener financiamiento de otro tipo, como refuerzos presupuestarios e incluso obtener préstamos; para hacer la renovación de toda la flota de motobombas a nivel nacional que es el objetivo que tenemos.
¿Tienen censados los edificios que hay en el Gran San Salvador? ¿Cuántos cumplen con las normas de seguridad?
La mayoría de edificios no tiene las medidas de seguridad que deberían tener. La mayoría de edificios no tienen escaleras de emergencia; o sea, puede ser que se amplíe una escalera de salida normal, que se amplíe, que se mejore; pero no es una escalera de emergencia. Las escaleras de emergencia tienen características propias. Deben ser antisísmicas tienen que tener un sistema presurizado en el caso de un incendio no se llenen de humo.
Si bien es cierto que tenemos edificios que no cuentan con esos criterios, por las razones que sean, públicos o privados, no quiere decir que así van a seguir para siempre o que los vamos a evitar; porque entonces, ¿dónde vamos a hacer el trabajo de las instituciones públicas?, ¿adónde van a vivir las personas? No. Lo que hay que hacer son las acciones pertinentes para complementar y atender estas limitantes que se tienen.
La Ley de Prevención establece que hay que hacer los comités de seguridad y salud ocupacional. Acá tienen participación la parte patronal o dirección, los trabajadores y participación de los sindicatos; no para ver quién es el malo de la película, sino para contribuir todos para mejorar nuestros ambientes laborales y llevarlos a un punto de seguridad. En nuestro país hace falta conciencia que convivimos con el riesgo. Vemos apatía con las personas en los ejercicios de evacuación; unos dicen “no, estoy muy ocupado”, otros lo agarran de chiste y lo hacen broma. Pero ahora pregunto con lo que pasó: ¿en realidad es una broma?
¿Cuántos edificios hay en el Área Metropolitana de San Salvador y cuántos cumplen con estas normas de seguridad?
Honestamente no le puedo dar una cifra de cuántos edificios hay. Pero lo que sí le puedo decir que los que tienen medidas de seguridad son muy pocos.
¿Cuántos?
Porcentualmente hablando yo creo que por un 5% andaría, exagerando y bastante optimista.
¿Si son pocos, cuáles son los edificios que cumplen?
Puedo señalar el Banco Central de Reserva, la torre del IPSFA (Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada), hay un edificio del Seguro Social y otros edificios privados que son ejemplos.
Y si me puede nombrar edificios ejemplos, cuáles son los que usted no me recomienda
Hay varios, hay varios, no los voy a decir. Ustedes los pueden verificar, solo vayan y pregunten cuáles son las escaleras de emergencia y les van a decir “esas son” y si preguntan por dónde salen y entran los trabajadores y les van a volver a responder “esas mismas”. Entonces no son para la salida habitual de las personas.
A nosotros nos presentan planos de construcciones, hacemos las evaluaciones técnicas y vamos al sitio a evaluar; pero nosotros no tenemos autoridades algunas para decir, siga o no construyendo, habite o no habite el edificio. Eso corresponde, en el caso de San Salvador, a la OPAMSS, o en las oficinas pertinentes en los municipios. Nosotros no podemos validar una construcción que tenga esas deficiencias, pero la OPAMSS es la que niega la habitación o uso de esas construcciones.
Pero si usted dice que solo el 5% de los edificios cumple y ustedes los validan, ¿por qué el otro 95% se encuentra habitado?
Hay que trabajar en eso. Lo que pasa es que seamos realistas. El tema de la seguridad contra incendios y terremotos y todo eso se vio a partir del 11 de septiembre. Eso marcó un precedente. Ahora tenemos más información de la ocurrencia de todos los fenómenos.
Lo que pasa es que todavía no tomamos las acciones que deberíamos tomar. Pero si así estuvieron todo el tiempo no se puede seguir con eso.
Hace poco se comenzó a normar en la legislación salvadoreña estos temas. Antes solo teníamos como referentes normas internacionales que no eran de aplicación obligatoria. Hace 15 años el marco legal era muy limitado en ese sentido y se iba más que todo por las recomendaciones.