El Salvador
domingo 22 de diciembre de 2024

Mucho sexo y un poco de fútbol en Vietnam

por Bryan Avelar


Un relato de un partido de fútbol visto desde las entrañas de "Vietnam", un lugar donde las palabras se mezclan entre sexo, insultos y deporte. Conozca cómo y qué hablan los "vietnamitas" salvadoreños.

Un hombre moreno delgado viene entrando al estadio con la camiseta azul y blanco puesta, una calzoneta negra y su mujer de la mano. Ella, un metro sesenta, piernas blancas y pelo teñido de rubio, viste un micro short tipo jeans que en algún tiempo fue celeste, deshilado de la orilla, y una camisa de la selecta a la que le ha hecho un nudo en el centro, dejando a merced del viento y las miradas su pequeño ombligo. Juntos buscan el lado izquierdo del graderío con sus caras pintadas y se adentran en el Sol General, mejor conocido como Vietnam.

Son cerca de las seis de la tarde y este día la afición se prepara a ver el partido entre la selección salvadoreña y la de Canadá en la eliminatoria Concacaf rumbo al mundial Rusia 2018, en el “monumental” estadio Cuscatlán; pero no es solo de fútbol de lo que trata este relato, sino también de sexo. Sexo y fútbol en el Vietnam salvadoreño.

No es secreto que el fútbol nacional tiene un vínculo estrecho con la sexualidad. Empezando por cómo se vende en algunos casos y terminando con el comportamiento de los aficionados en el estadio, en el graderío, cada vez que se juega un partido.

-Estimada afición, escuchemos con respeto el himno nacional de Canadá – dice la voz en el altoparlante.

De inmediato, como si cada palabra pronunciada por el interlocutor significara exactamente lo contrario de lo que dijo, el Vietnam completo da media vuelta y, de espaldas a la cancha, cada uno hace la ofensa que puede. Unos alzan al cielo el dedo corazón y lo mueven como haciendo un remolino mientras gritan “hijos de puta”, otros “culero”, y algunos incluso “a la mierda los gringos”.

Vietnam es el graderío que comprende la zona Sol General y aquí no existe la palabra respeto a menos que sea en referencia a la bandera salvadoreña, el himno nacional y la selecta. Lo demás tiende a tener el apellido “culero” o “hijueputa”.

De acuerdo con el filólogo y escritor Josep Lapidario, la palabra “culero” hace referencia a “el que da el culo”, “el dominado”, “el penetrado”, y es utilizada constantemente en el lenguaje machista o “del macho” haciendo alusión a todo lo carente de falo o “poder”. Por eso quizá es que “culero” se ha vuelto la principal ofensa-muletilla de la afición salvadoreña. Por eso es que quizá aquí, en el estadio, se mencionará más veces la palabra culero o culo que cualquier otra cosa.

El primer hecho que llama la atención sobre la sexualidad en el Vietnam cuzcatleco es que cuando viene entrando una mujer por el descanso que atraviesa el graderío de lado a lado y hace las veces de pasarela.

-¡Culo, culo, culo…! ♫ – empieza el grito alguien entre el graderío y todos, en automático, lo corean y buscan con la mirada a la mujer de mejor figura que vaya pasando y los que están más cerca empiezan a pegarle nalgadas con el más impune de los descaros.

La barra ahora sí se pone verdaderamente loca, y si el que va con la mujer se molesta porque le nalgueen a su pareja, novia o lo que sea, lo recomendable es que mejor no diga nada, agache la cabeza e intente pasar lo más rápido que pueda con su acompañante o de lo contrario será pateado, escupido y bañado en agua y orines por la jauría del Vietnam.

Si bien este comportamiento también se ve en las calles, en el estadio el verdadero “macho” salvadoreño se sale de sus casillas y, lleno de euforia, le grita a toda mujer que ve pasar de cerca.

-¡Uy! Mirá esa mamasita. ¡Qué bárbara, mi amor! ¡Rico eso! – grita un hincha mientras ve pasar a una vendedora de cigarros con pantalones pegados – ¡Hey dale chance de pasar a mi novia, vos! – le grita a otro de los suyos que está al paso de la vendedora.

En el estadio, según los aficionados, “uno puede venir con su mujercita”, pero si tiene planeado ir al Vietnam es mejor que no la traiga porque esto es una verdadera selva. “Aquí podes venir con tu propia esposa y si le dan nalgadas solo tener que callarte y pasar rápido”, me dijo un hincha varios partidos atrás. Pero hoy la barra no está brava. A pesar de que Canadá no es un contrincante por así decirlo “fácil”, habrá unos diez mil aficionados en un estadio con capacidad para 35 mil, y las gradas están pobres de gente.

Solo el Vietnam está concentrado, y la banda (un bombo y dos tambores) ya ha empezado a orquestar las canciones de la barra que también tienen vinculación con el tan famoso culo del Vietnam.

-¡El que no salte le puyan el culo, el que no salte le puyan el culo! ♫ – y todos saltamos por miedo a que la amenaza se cumpla.

La barra continúa con sus canciones y para animarlos, un aficionado que levanta su cerveza en vaso señala al estadio mientras dirige su mirada a sus compañeros de grada y les grita ¡cantemos con huevos, hijosdeputa!

Los jugadores empiezan a salir de los camerinos y Vietnam arde. Uno de los aficionados se tambalea de borracho, sentado en la grada, y mira con ojos enternecidos a un niño que está a su lado, y señalando la cancha intenta leerle el futuro.

-Ahí vas a jugar vos, mirá… sos el futuro… pero así, mirá – le dice mientras extiende el brazo frente a su cara y hace la seña de tener algo como una piedra pequeña en la mano – ¡con huevos!

Las bromas en doble sentido y las ofensas que vinculan el sexo no se hacen esperar. Para la barra, el primer “culero” es todo el que no se levante a apoyar a la selección, el segundo es cada uno de los jugadores contrarios y el tercero es el árbitro.

Sin embargo, es el árbitro el que más sufre de los insultos y vituperios durante todo el partido. Cada pitido, cada señal, cada falta que marca a desfavor de la selecta salvadoreña es el botón de encendido para una metralla de puteadas que seguro han de llegar muchas veces a sus oídos.

-Esa banderola metetela en el culo / Esa banderola metetela en el culo (bis) ♫ – le grita Vietnam a uno de los árbitros laterales luego de pitar a desfavor de la azul y blanco.

En eso, un vietnamita que se ha sentado a mi lado pone su vaso con cerveza en la grada y se para darle indicaciones a los jugadores como si de verdad creyera que lo escuchan. Haciendo su máximo esfuerzo agarra aire en el pecho y les grita.

-¡Busquémosle el hoyo a esos culeros! ¡Tenemos que ganar!

Otros dos se levantan y se unen en un lazo humano a lo ancho del graderío. Se conocen apenas de hace unos minutos pero ahora mismo hasta fuman del mismo cigarro y cantan abrazados.

-Movete, selecta, movete, movete y dejá de joder, porque la barra está loca y hoy no podemos perder ♫

Cerca del final del partido, cuando la pelota no ha atravesado ni una sola vez ninguna de las dos porterías, un aficionado se levanta y se pone las manos encima del ziper del pantalón como agarrándose algo y grita para el público en general: ¡Tomen, hijosdeputa!

El pitazo final cierra el partido y el marcador sigue cero a cero por más esfuerzos gastados en la cancha. La afición también se ve cansada de gritar pero los ánimos no desisten y continúan gritando puteadas.

-Pensé que íbamos a quedar dos a cero, la verdad, compadre – me dice, desalentado, un vietnamita ebrio mientras se agacha a recoger su vaso con cerveza – pero estos culeros nunca encontraron la portería… como no tiene pelo.