El Salvador
sábado 23 de noviembre de 2024

Lorena Peña: orquídeas en las trincheras y García Márquez en el bolsón

por Redacción


En la familia Peña Mendoza la formación académica era una tarea suprema, obligatoria. Pero la libre determinación estaba a la orden del día, tanto que a corta edad a ella y a sus hermanos los dejaban salir y tenían llave de la casa

Leonel González llegó puntual al atrio de la Iglesia Concepción. Eran las once de la mañana. En la mano izquierda llevaba una zanahoria y en la mente un mensaje clave que debía pronunciar ante un contacto del que solo sabía que iba a llevar una zanahoria en la mano derecha. El desconocido iba a proponerla una cosa muy seria: militar en las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), una organización político-militar que luchaba contra la dictadura que gobernó El Salvador en la segunda mitad del Siglo XX.

El contacto anónimo era Lorena Guadalupe Peña Mendoza, quien durante el conflicto armado era conocida con dos seudónimos: Rebeca Palacios o Nadia Palacios.

Desde ese encuentro la historia ha transcurrido vertiginosa: Salvador Sánchez Cerén, conocido en la guerra como Leonel, se convirtió en uno de los firmantes de los Acuerdos de Paz y hace un año ganó la presidencia de la República mientras la mujer que lo invitó a entrar a la insurgencia y posterior partido Frente Farabundo Martí (FMLN) fue electa presidenta de la Asamblea Legislativa durante los próximos 18 meses.

Pero, ¿quién es realmente la guerrillera que sembraba orquídeas en los campos de batalla y en su mochila cargaba libros de Gabriel García Márquez? La nueva presidenta de la Asamblea es hija de Ángela Concepción Mendoza y José Belisario Peña y nació el 20 de diciembre de 1955 en un pensionado del Hospital Rosales. El activismo social lo lleva en los genes: su padre –graduado como militar en la Escuela de Cadetes- participó en un intento golpista para derrocar al dictador Maximiliano Hernández Martínez pero fracasó y él sus compañeros fueron condenados a muerte. Huyó y cuando la persecución cesó se convirtió en uno de los fundadores del PCN aunque después se retiró cuando se dio cuenta que el partido se había convertido en el instrumento de los omnipotentes oligarcas.

Además de José Belisario también tuvieron vena combativa el tío abuelo Manuel Mendoza, que sentaba a la diputada durante varias horas a escuchar la Novena Sinfonía de Ludwig Van Beethoven y sus hermanos Felipe, Ana Margarita y Virginia que fueron asesinados por agentes de la dictadura en la Guerra. Todos influyeron decisivamente en el camino que tomó la funcionaria.

“La mayoría de veces que mi papá se quedó sin empleo fue porque había descubierto un robo o porque se metía de golpista contra un dictador”, recuerda Peña en su libro autobiográfico Retazos de mi Vida, testimonio de una revolucionaria salvadoreña publicado en 2009. La cabeza de los Peña Mendoza también fungió como gerente en la construcción del Puerto de Acajutla –desde CEPA- pero renunció cuando se enteró que los obreros que trabajaban en el dragado no podían beneficiarse con una indemnización pese a lo arriesgado de la labor.

En la familia Peña la formación académica era una tarea suprema, obligatoria. Pero la libre determinación estaba a la orden del día, tanto que a corta edad a ella y a sus hermanos los dejaban salir y tenían llave de la casa. Al final la educación era para formarlos como profesionales autosuficientes y honestos.

La vida de la presidenta legislativa está íntimamente relacionada con la historia del país. En 1972 la Unión Nacional Opositora (UNO) postuló como candidato a la presidencia y vicepresidencia a José Napoleón Duarte y Guillermo Manuel Ungo. Fue un triunfo arrollador pero los militares escondieron, quemaron y manipularon las papeletas contenidas en las urnas y proclamaron como vencedor al coronel Arturo Armando Molina. Posteriormente reprimieron las protestas contra el fraude.

El papá de Lorena Peña intentó dar un nuevo golpe de estado junto a un grupo de militares progresistas para reconocerles el triunfo a los democristianos. Dirigió el asalto al cuartel de Telecomunicaciones y lo controló pero desistió porque sus compañeros habían fracasado en la toma del poder. Los protagonistas estuvieron presos durante nueve meses. La menor de los Peña Mendoza lo iba a visitar; mientras conversaban se escuchaban los gritos de los torturados.

Mientras su padre era una de las víctimas de los militares su conciencia despertaba cada día con más fuerza. En esos años conoció la pedagogía de la liberación del brasilero Paulo Freire, leyó las conclusiones de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín, Colombia y los movimientos guerrilleros empezaban a germinar. La idea de que era posible construir un paraíso en la tierra parecía cada vez más real. En la casa de la diputada también discutían del Mayo Francés y del padre del existencialismo Jean Paul Sartre; su hermana Virginia era integrante del grupo musical Mahucuta y Felipe casi no regresaba a dormir por andar en conspiraciones. “Yo buscaba la manera de incorporarme, era como una pulguita tratando de aprender”, explica en su autobiografía.

Fue en este tiempo cuando tuvo su primer encuentro con la Guardia Nacional. En diciembre de 1970 alfabetizaba en el cantón Girón, de Quezaltepeque cuando dos agentes capturaron a sus compañeras; ella logró huir. Después regresó con Monseñor Arturo Rivera y Damas a reclamar por la liberación. Entonces se encontró con José Alberto “el chele” Medrano que vivía cerca de su casa en la colonia Centroamérica y además era amigo de su papá.

Y del aprendizaje pasó a la acción. Durante un tiempo le pidió a Felipe que la introdujera al mundo clandestino de los conspiradores y él como buen estratega le dio una probadita: un folleto. Luego más y más hasta que entró a las FPL. Era mayo de 1973 cuando se convirtió oficialmente en una luchadora insurgente. Ella a la vez reclutó a su novio Dimas Rodríguez que trabajaba como promotor social de la Alcaldía de San Salvador.

Foto Diario1. Archivo

Ese mismo año ingresó como estudiante de economía en la Universidad Nacional. También empezó a trabajar como cajera en el Aserradero el Triunfo de Luis Cardenal padre. Tocar todos los días tanto dinero le hizo entender que no estaba hecha para manipular billetes. Pero también descubrió el acoso sexual cuando a la hora de cuadrar la caja el auditor se le acercaba y si detectaba un faltante de dinero le pedía favores sexuales a cambio de no denunciarla; a veces la llamaba por teléfono para acosarla. En el trabajo solo duró cuatro meses porque ganó un puesto en la Alcaldía como promotora social.

Un día sus compañeros de lucha le pidieron que decidiera qué camino iba a tomar. Repartir su vida a partes iguales entre la universidad, el trabajo y la naciente guerrilla era imposible. Entonces decidió entrar de lleno como apoyo de un comando urbano. Estaba a cargo de una casa de seguridad ubicada en la colonia Juan Bosco donde capacitaban, entrenaban, llevaban víveres y dinero, aprendían a usar armas, mapas militares, a hacer bigotes, enmascaramiento, patillas, borrar huellas y cientos de cosas más.

Un año más tarde nació Vladimir, el primer hijo del amor entre Lorena Peña y Dimas Rodríguez. Para desgracia de la pareja la llegada del nuevo miembro de la familia coincidió con ataques casi certeros del Ejército contra las FPL que los obligaron a adentrarse más en la clandestinidad. La organización decidió que la madre debía dejar a su hijo con la abuela e irse a impartir cursos político-militares en el campo. “Por primera vez sentí que me quitaron un brazo sin anestesia”, dice en el libro y señala que para intentar superarlo se refugió en un artículo de Lenin en el que aseguraba que las madres bolcheviques habían “renunciado a sus hijos para criar a la humanidad”.

Y entonces sucedió lo que jamás habría esperado. En una casa del barrio Santa Anita hubo una pequeña explosión, la Guardia se dio cuenta y asesinó a Felipe y a su novia Gloria Palacios. Fue el 16 de mayo de 1975 cuando tenía 25 años. Eso la obligó a extremar las medidas de seguridad así que no pudo ni siquiera ir al entierro y durante mucho tiempo se mantuvo alejada de sus padres y el pequeño Vladimir. “Desde que murieron pasaron unos seis años hasta que superé la visión de cómo se los comían los gusanos… era algo terrible”.

Pero resistió al dolor y la tristeza. Persistió en la labor que le había encomendado las FPL hasta llegar a convertirse en una de las líderes a nivel nacional. Tiempo más tarde eso le costó el divorcio con Dimas Rodríguez que no supo entender las nuevas responsabilidades de su cónyuge. La dirección de la organización interpretó la separación como una “desviación pequeño burguesa” de Peña porque él era campesino. Le prohibió hablar cosas íntimas con hombres durante seis meses consecutivos.

Después de un tiempo a cargo de los controles médicos de Salvador Cayetano Carpio –el máximo líder de las FPL-  Peña  fue designada como comandante en el Frente Occidental en 1980. Tuvo a su cargo no menos de 2,000 combatientes diseminados en Armenia, Sonsonate, Ciudad Arce, Metapán, Texistepeque, Chalchuapa, Atiquizaya, Ahuachapán y Acajutla. Y entonces nuevamente llegó la tragedia: luego de una estadía en Vietnam le llegó la noticia su hermana Ana Margarita estaba desaparecida. Julia, como se le conocía en las trincheras, había caído en las manos del enemigo. Tiempo más tarde la familia se resignó a no verla más.

“Sentía que el mundo se me venía encima, que mi casi gemela se iba en un hoyo sin fin y yo no la podía alcanzar. Por unos segundos tenía la idea de que me iba a pegar un tiro (…) hasta hoy me da miedo recordar esos cuarenta segundos suicidas”, dice en su libro.

Esa no fue la última muerte. El 12 de julio de 1986 el Batallón Atlacatl ejecutó a Virginia en el cantón Cuevitas, Dulce Nombre de María, Chalatenango. Hubo un combate con la unidad que ella dirigía y la hirieron en la pierna; indefensa y tirada le dieron un tiro en la cabeza. De cuatro hermanos del matrimonio Peña Mendoza solo seguía viva la menor. Al momento de morir era miembro del Estado Mayor del Frente Norte Apolinario Serrano.

Pero los momentos de tristeza no fueron capaces de hundirla en un abismo definitivo. De los frentes pasó a la lucha diplomática en los años previos a la firma de los Acuerdos de Paz. Ella perteneció a Comisión Político Diplomática en la que también participaban Salvador Samayoa, Rafael Moreno, Ana Guadalupe Martínez, Nidia Díaz, Miguel Sáenz Varela, Roberto Cañas, Schafick Hándal y Mercedes Letona.

De los años previos a la lucha diplomática la exdiputada Ana Guadalupe Martínez recordó que la primera vez que supo de Lorena Peña fue en Nicaragua cuando ambas llegaron a una reunión en la que iban a discutirse asuntos de la negociación para la paz. Ambas, asimismo, estaban embarazadas.

“Siempre ha sido una mujer de buena capacidad de conducción; tiene un liderazgo muy particular”, destacó Martínez de su excompañera de armas. Agregó que por su experiencia siempre muestra gran interés por las mujeres, especialmente por las madres: “Tiene un sentido humanitario bastante profundo (…) es la particularidad más importante de su carácter”.

Peña se ha convertido en la tercera mujer en presidir la Asamblea. La primera es María Julia Castillo y la segunda Gloria Salguero Gross.