El Salvador podría estar a un paso de entrar a la era espacial a través de un sistema de medición de gases: el proyecto Colibrí, con el que se pretende lanzar un globo atmosférico unido a un avión a la estratósfera y sobrevolar el territorio.
Desarrollado por la iniciativa de El Salvador Aerospace Institute (ESAI), Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) y la Universidad Don Bosco (UDB), este proyecto buscaría que en el país se puedan medir las magnitudes de los gases de efecto invernadero, como vapor de agua, dióxido de carbono CO2 y metano CH4, en la estratosfera. Al obtener esta información, se haría un estudio científico del calentamiento global, con el fin de determinar el impacto ambiental y mejorar en la prevención de desastres naturales, generadores de sequías, inundaciones y la formación de huracanes.
Si se toma como ejemplo los problemas climáticos que sufre el país, hay que tener muy en cuenta las intensas lluvias que se registraron en los meses de septiembre y octubre últimos, en los que hubo presencia de fuertes inundaciones y desprendimientos de tierra. Así lo explica Héctor Pompilio Escobar, catedrático de la UCA e involucrado en el Proyecto Colibrí: “Este tipo de situaciones no eran tan frecuente hace un par de años. Las lluvias no se acumulaban tanto; se distribuían más en el periodo de invierno. Esto es lo que se quiere evitar con la medición de gases de efecto invernadero que pretende el proyecto”,
Además de la prevención de fenómenos naturales, el director del Proyecto Colibrí, Napoleón Cornejo, asegura que se tiene otros dos objetivos importantes: promover la aplicación de investigación y desarrollo en la agenda nacional e involucrar a estudiantes en investigaciones novedosas, multidisciplinarias junto a sus catedráticos, para crear aplicaciones que midan los gases de efecto invernadero, aplicaciones de comunicación, de control, o de vuelo; que son las que se ocupan en la vida diaria.
Invención prometedora pese a falta de apoyo
Con el proyecto Colibrí se pretende poner en alto, literalmente, el nombre del país. Su cohete de fibra de carbono hecho por salvadoreños emprendedores subirá a la estratosfera a una altura de 30, 000 metros sobre el nivel del mar, con la ayuda de un globo aerostático.
Al enfocarse en el desarrollo tecnológico, especialmente en el área de investigación, El Salvador no tiene muchas historias qué contar, al menos en los últimos años. Y el Estado está consciente de ello. Para la directora nacional de investigación en ciencia, tecnología e innovación del Viceministerio de Ciencia y Tecnología, Sonia Merino, hasta antes de la guerra (de los años 80) se vislumbraba un horizonte muy positivo al desarrollo científico y tecnológico. “En 1977, la Facultad de Medicina de la Universidad de El Salvador estaba entre las once principales de América Latina, en lo que refiere a calidad de la formación médica, además la facultad de Ciencias Agronómicas, por su parte, destacaba por sus investigaciones en la genética del café”, comenta.
Para que El Salvador vuelva a contar historias relacionadas al desarrollo tecnológico local, y deje de ser pobre en esta área, primero tendrá que luchar con los desafíos y exigencias que pone la globalización para lograr el desarrollo económico. Así respondió Merino al preguntársele acerca de cómo están actualmente las investigaciones tecnológicas del país. La directora también consideró que la limitada capacidad de formación especializada en las áreas de ciencias, tecnología e innovación, y las limitadas estructuras para la ejecución de la investigación científica, son dos obstáculos que no permiten que las investigaciones tecnológicas avancen. Sin embargo, hay personas en el ámbito del desarrollo tecnológico salvadoreño que creen lo contrario; Napoleón Cornejo, por ejemplo.
El director del Proyecto Colibrí, salvadoreño residente en Holanda, considera que el mayor problema para trabajar con proyectos multidisciplinarios en el área de ciencia y tecnología, antes de económico y académico, es cultural. A pesar de coincidir con Sonia Merino en la idea de que en El Salvador la inversión para ciencias y tecnologías es poca, Cornejo sostiene que en el país sí hay talento para la investigación científica y tecnológica. Su fuente de comprobación ha sido el trabajo que la UCA y la UDB han hecho en el Proyecto Colibrí. “Aquí (El Salvador) se han hecho cosas que se hacen en Estados Unidos y Europa”, asegura Cornejo.
Al igual que el director del Proyecto Colibrí, los encargados de los equipos de trabajo de Colibrí en la UCA y la UDB consideran que los estudiantes que se involucraron en dicho proyecto mostraron tener potencial en el área. “La UCA echó mano de los alumnos que estaban a punto de comenzar los procesos de graduación. Es decir, eran los alumnos egresados los que tenían las mejores calificaciones en las materias relacionadas con los temas que cubre el proyecto”, dice el catedrático de Informática de la UCA, Guillermo Cortés.
El director del Instituto de Investigación e Innovación en Electrónica de la UDB, Carlos Bran, asegura que una de las claves para el desarrollo científico-tecnológico en El Salvador es dar más confianza a los estudiantes de las universidades que tienen nuevas ideas en el área antes mencionada. Estas opiniones confirman que la participación de la UCA y la UDB en Colibrí han sido fundamentales para la realización de este.
En este punto coincide el catedrático de Eléctrica en la UCA, Óscar Valencia, quien comenta que uno de los objetivos principales -si no es que el principal- de las universidades con la realización de Colibrí es crear conocimiento científico nuevo, a partir de la práctica empleada en el proyecto. Sin embargo, aunque es prometedor, el financiamiento de esta no se ha visto apoyada por ninguna empresa privada ni tampoco por el gobierno.
No hay duda que el Proyecto Colibrí podría marcar un precedente en el desarrollo tecnológico en la región. Con hechos como este, que se concretaría a finales de 2014 o a inicios de 2015, El Salvador podría contar historias como la que comentó Sonia Merino, quien dijo desconocer la iniciativa de Napoleón Duarte. Pero más que contarlas, el vuelo de Colibrí puede crear una nueva historia de la investigación científica-tecnológica del país.
Para este año 2015 se estaría teniendo los primeros resultados de los estudios a los que aspira el proyecto. Entre los logros más importantes estaría: comprobar que tan baja es la temperatura en la tropopausa y tener una idea precisa del comportamiento de la temperatura en la estratósfera de El Salvador.
La apuesta de la UCA
Desde el 2012, la UCA ha participado en el Proyecto Colibrí. Napoleón Cornejo, ex-alumno de la universidad y director del proyecto, fue el encargado de llevar la iniciativa a su alma máter. La UCA se interesó por lo ambicioso que sonaba el proyecto y se encargó de trabajar en tres subsistemas del proyecto. Los encargados del proyecto dentro de la universidad ven al proyecto no como un fin, sino como el principio para desarrollar técnicas, conocimientos o productos que se pueden aplicar en otras áreas.
Óscar Valencia, Pompilio Escobar y Guillermo Cortés han sido los catedráticos encargados de los diferentes subsistemas del proyecto. Ellos con el apoyo del vicerrector académico adjunto, Carlos Rivas, y las demás entidades de la universidad han creído en el proyecto.”La universidad a lo que ha aspirado con este proyecto es a adquirir conocimiento y luego aplicarlo en otras áreas”, explica el catedrático de Informática de la UCA.
También se contó con la ayuda de expertos en áreas no trabajadas por la universidad, relacionadas a la aeronáutica y aviónica. Estos expertos aceleraron el proceso de cómo hacer las cosas. Entre los muchos beneficios de elaborar este proyecto están la generación de conocimiento y tecnología: “Por ser un proyecto aeroespacial, se espera que se vayan generando tecnologías que aun si no triunfa el programa espacial, esas tecnologías pueden quedar al benéfico de la sociedad, un ejemplo: la NASA”, asegura Valencia. Aparte de estos beneficios, los alumnos ganarán una experiencia sobre la elaboración de un proyecto científico, trabajo en equipo, y en esta área innovadora.
La integración de los alumnos al proyecto se dio por medio de trabajos de graduación. La elección de estos alumnos fue por sus notas y materias relacionadas a los subsistemas. También se tomó en cuenta su interés en el proyecto y sus aptitudes con la investigación. Se formularon trabajos de graduación especiales para cada grupo de alumnos. “Con más de 8 o 7 trabajos de graduación, la colaboración de nuestros estudiantes ha sido muy valiosa y el nivel que el proyecto ha alcanzado a estas alturas, yo diría, es en su mayoría gracias a egresados de la Universidad, hoy ya graduados,” añade Valencia.
No es la primera vez que la UCA participa en un proyecto multidisciplinario. La UCA trabajó con la Cooperación Japonesa en un proyecto que estudia el comportamiento de paredes en tamaño real ante la aplicación de cargas a través de un sismo. Según el vicerrector académico adjunto, Carlos Rivas, se armó un grupo de diferentes disciplinas que incluía ingeniería mecánica y ciencias de la computación. También se integró personal de la Universidad de El Salvador y del Viceministerio de Vivienda. “Los proyectos de ingeniería suelen ser bastante multidisciplinario”, aclara Rivas. A pesar de que no es una novedad que la UCA participe en un proyecto multidisciplinario, es la primera vez que apuesta por el área aeroespacial.
Actualmente, se está en el proceso de transición de los subsistemas de la UCA a la Universidad Don Bosco (UDB). Es allí donde se unirá todos los subsistemas adentro del avión de fibra de carbono con diseño aerodinámico. Se espera que el traspaso ocurra en las primeras semanas de diciembre.
UDB lista para el primer vuelo
El equipo de la Universidad Don Bosco, que se encargó de trabajar el sistema de potencia que llevará el Proyecto Colibrí, ya tiene lista la primera parte del planeador que se usará en el Proyecto Colibrí. A pesar de ser un proyecto ad honorem, la UDB ha cumplido con los tiempos de trabajo.
“La parte que le correspondía hacer, inicialmente, a la UDB está al 100 % completa. Ahorita solo hay que definir de qué tamaño será la batería (del planeador)”, asegura Bran. A pesar de esto, la UDB sigue trabajando con nuevas asignaciones correspondientes al ala que llevaría el planeador. Esta etapa la está trabajando la universidad mediante uno de sus catedráticos, el cual la adoptó como proyecto de investigación. “Digamos que esa nueva parte del ala está en un 50 %”, sostiene Bran.
De momento, la UDB está esperando que la UCA termine el trabajo relacionado con los subsistemas de Colibrí, para hacer el ensamblado de los subsistemas con el planeador.
Además del Proyecto Colibrí, la UDB tiene trabajos independientes en los que utiliza la tecnología empleada en el proyecto antes mencionado. Por esta razón es que ya han terminado la primera parte asignada del proyecto. La universidad también tiene proyectos relacionados a aeronáutica. De hecho esta está fundando una ingeniería en aeronáutica. “Nos interesa entrar en la exploración para sensores y seguridad. La prioridad de la UDB es que la tecnología utilizada para que Colibrí opere se use en proyectos a futuro relacionados con vehículos autónomos”, menciona Bran. De hecho, no solo están interesados en que Colibrí opere, sino que tienen ideas de cómo podría mejorar una vez probado. Incluso piensan en buscar otro tipo de aplicaciones del proyecto.
*Infografía, texto e imágenes por Edwin Teos y Liessel Ortiz.