En un pequeño país de 21 mil kilómetros cuadrados habitan unas 6.3 millones de personas, que tienen en su poder, al menos, 9 millones de celulares circulando. Es decir que cada persona tiene más de un celular en su poder, 1.4 para hacer más precisa la cifra.
Sin embargo, no toda la población puede utilizar los teléfonos móviles, por lo que los números reales podrían indicar que cada persona que en realidad utilice el aparato quizá posea 2, 3 e incluso 4 celulares (uno de cada compañía que existe en el mercado salvadoreño).
Desde que se privatizaron los servicios telefónicos, la guerra entre las principales compañías por ganar el mercado se hizo cada vez más fuerte y hoy en día cuatro compañías se reparten el mercado.
No es extraño, si usted anda por las calles de la zona metropolitana, encontrar una batalla campal entre los vendedores de cada una de estas compañías buscando más y más adeptos.
Hoy en día, ya no es necesario comprar un celular de cada compañía. Basta con comprar un chip, incluso un teléfono con la banda abierta y aunque tenga que andar los chips en su billetera, solo basta apagar el celular, cambiarle el chip y pasa de tener un número Tigo, a un Claro, y el mismo proceso es para tener un número Digicel o Movistar.
Esta es la vieja práctica, mientras está en proceso la portabilidad numérica, es decir que cuando está ley sea puesta en marcha en 2015, el usuario podrá usar su mismo número con cualquier compañía. Eso sí, la práctica no será simultánea, tendrá que pedir el cambio y trasladarse de compañía de manera definitiva.
Pero mientras eso llega, las compañías se esmeran por vender más y más chips, tener más y más adeptos. Y en estos 21 mil kilómetros cuadrados habitan más teléfonos celulares que personas y de seguir la tendencia, podrían duplicar la cantidad.
Las mejores ofertas
Solo basta con hacer un pequeño recorrido por algunas de las plazas de la zona metropolitana de San Salvador y las bandadas de vendedores de las cuatro principales compañías de celular, no solo se pelean el espacio, sino se disputan los posibles clientes.
El primero al que oigo es el vendedor de Claro. Es un muchacho, de unos veinte años, vestido de rojo, mirada cabizbaja. Me acercó. Comienza la letanía: Le tenemos el chip Claro a dos dólares… y comienza a escupir las palabras atropelladas, arrastrándolas lo más rápido que puede. La verdad no entiendo si son ofertas o está promulgándome un rezo.
Cuando termina, le digo: “Me lo podés repetir más despacio”. Y nuevamente comienza la misma cantaleta. De nuevo, no le entiendo, aunque al menos logro captarle la mitad de las ofertas.
Le digo que se calme, que trate de explicármelo despacio. Me mira apenado y hoy sí entiendo su letanía: “El chip le cuesta dos dólares y le trae seis dólares de saldo promocional, dos dólares de saldo para cualquier compañía, 50 mensajes y un número favorito al que puede llamar sin costo al mes, siempre y cuando ponga tres dólares en esos 30 días y el segundo número favorito cuesta $0.25 inscribirlo”.
Le agradezco su esmero y le pregunto cuánto cuesta el celular más barato que ofrecen. Me expone que cuesta $18 y que trae esa misma cantidad en saldo. Le agradezco nuevamente y sigo mi rumbo.
A pocos metros, encuentro un microbús pequeño, a los que comúnmente les dicen “chanchitas”, identificadas con la marca Tigo y su característico color azul. Frente a la chanchita hay 4 vendedores jóvenes ofreciendo el producto, mientras el equipo de sonido de la chanchita expone el mejor estilo del perreo intenso mientras ofrecen el producto.
Ese joven tiene al menos unos 25 años, luce una camisa blanca con la marca y un jeans. Este muchacho es mucho más jovial que el anterior y entenderle se me dificultó menos.
“Tenemos dos tipos de chips, el primero cuesta un dólar y el segundo cuesta tres dólares”, me explica. “El que cuesta un dólar tiene 15 minutos de llamada a cualquier red, 100 mb de navegación y dura dos días. El segundo tipo de chip cuesta tres dólares y le ofrece nueve dólares de saldo, 300 mb de navegación y le dura una semana”, termina.
Me sorprende que el servicio de Tigo ofrece navegación además del saldo que usted puede gastárselo entre minutos de llamadas o mensajes de texto. El único problema que le veo es el límite de tiempo. Eso de navegar 100 mb en dos días es relativamente poco si uno se pone a descargar aplicaciones, por ejemplo.
Le pregunto por el celular más barato con el que cuentan. Y me explica que cuesta $16 y tiene esa misma cantidad en saldo consumible. Me dice que el celular viene liberado, es decir que acepta cualquier chip, independientemente de la compañía.
Le agradezco, me retiro y camino unos metros más. Y en un mismo espacio encuentro a las cuatro compañías disputándose los transeúntes. Uno no sabe ni a quien escuchar. Pareciera que uno atraviesa la calle peatonal del centro de San Salvador oyendo las diversas voces: “venga, mi amor; qué va a querer, mi vida; qué busca, corazón”. La diferencia entre estos y los de las telefónicas es mínima.
Me acerco a un agente de ventas de la compañía Movistar. Es vendedor, también joven, vestido de jeans y una camiseta con el característico verde de esta empresa, comienza a explicarme muy atentamente: “El chip cuesta un dólar y trae dos dólares para hablar o mensajes y un giga de navegación que le dura siete días”.
A la par de él, se encuentran los vendedores de Digicel, la compañía que menos ofrece servicios adicionales a partir de la compra del chip. El joven me dice: “El chip cuesta un dólar y le trae un dólar de saldo”. Ya acostumbrada a las múltiples ofertas lo miro de manera sospechosa, no le termino de creer. “¿Eso es todo?”, le pregunto. “Sí”, reitera.
En todas las compañías el procedimiento es el mismo para adquirir un nuevo chip. El único requisito es tener su Dui y poder adscribir su documento a ese número. De esta manera, cada persona es responsable de lo que se haga con ese número de celular.
Y sin más esas son las ofertas en el mercado. En pleno centro de San Salvador, por ejemplo, la cantidad de comerciantes de chips es incalculable. No solo los puestos fijos en las aceras o en centros comerciales ofrecen el producto, sino los vendedores en las plazas, o incluso los ambulantes.
Aquellas calles donde se comercia, ropa, fruta, verduras, zapatos y cualquier cantidad de objetos no están exentas de los chips y celulares, por el contrario, es el lugar idóneo.
Pero estos vendedores no se limitan a las calles de los centros de las ciudades del área metropolitana, sino que incluso asistente con sus líneas móviles a las colonias y residencias del gran San Salvador.
La idea es que no importa ni cómo, ni dónde, lo importante es llegar a más cantidad de personas en esta guerra campal.
Los números
Las telefónicas se han colado en cada hogar salvadoreño, según la última Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de 2013 que realiza la Dirección General de Estadística y Censos (DIGESTYC), el servicio con mayor porcentaje de cobertura es el de la telefonía celular. Los datos dicen que 91.8% de hogares salvadoreños tiene al menos un teléfono móvil. De este modo, los teléfonos fijos cada vez son menos.
Más allá de los números, no se puede obviar que las campañas agresivas para sumar más adeptos han hecho mella en los salvadoreños.
Para hacernos una idea, la SIGET calculó para 2012 que por cada hogar salvadoreño hay al menos 5.69 teléfonos celulares.
Para 2013, según la última encuesta de propósitos múltiples de la DIGESTIC, se observa que la cantidad de líneas telefónicas móviles fue de 8,991,899 de los cuales 8,206,610 corresponden a líneas de telefonía móvil prepago y a penas 785,289 son líneas telefónicas móviles pospago.
No es de extrañarse que de todos los servicios en los hogares, como agua potable, energía eléctrica, acceso a radio y televisor, el porcentaje de hogares con teléfonos celulares es superado por todos con un 91.8% de hogares que posee este servicio.
Definitivamente el teléfono celular es un invitado de honor en todas las casas de los salvadoreños y las cuatro compañías más grandes del país lo saben. Es por eso que batallar por que esos más de 6 millones de salvadoreños sigan comprando celulares y chips es un cuento de nunca acabar.
De acuerdo con estimaciones de las mismas empresas de telefonía, la porción más grande del pastel se la disputan Tigo y Claro, seguido por Digicel y Movistar.
Mientras la ley de la portabilidad numérica no se aplique los usuarios seguirán andando dos o más aparatos móviles o un celular de banda ancha para poder introducir diferentes chips. Mientras no se controlen los costos de las llamadas entre diferentes compañías probablemente en El Salvador sigue habiendo más celulares que personas.