El llanto de un recién nacido inunda el pabellón de Puerperio 2, área en la que se encuentran las madres que recién acaban de dar a luz y las que ya tienen consigo a sus niños luego de haber sido revisados por el pediatra. “Ella es Karla”, dijo la doctora Cecilia Cerón, coordinadora del Programa Madres Adolescentes del Hospital San Rafael.
Karla Gutiérrez (nombre ficticio) es una de las primerizas que están en una de las siete camillas instaladas en el cuarto de recuperación luego del parto, de las cuales seis son ocupadas por menores de 18 años.
Con cuatro relaciones coitales, Karla nunca imaginó que podría quedar embarazada cuando solo tenía 12 años. “Sí, tuve miedo y por eso le dije que nos cuidáramos y él aceptó, pero nunca se puso nada”, señaló la adolescente, quien afirmó entre susurros, que el padre de su hija nunca la obligó a estar con él.
Los datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) señalan que la fecundidad de las salvadoreñas ha bajado (situación que se ve reflejada en que tienen menos hijos), sin embargo, una de cada cuatro mujeres se ha convertido en madre antes de cumplir los 18 años.
El hospital Nacional San Rafael se convierte en una casa temporal para las jóvenes madres. En 2013 los partos atendidos fueron más de tres mil en adolescentes, y en niñas de 10 a 14 años se atendieron 195 alumbramientos.
Karla es una de las chicas que fue atendida en el sanatorio. Ante las felicitaciones por haber sido valiente al traer al mundo a su bebé, reaccionó sin alegría alguna. Sus ojos expresaron desorientación y su rostro, cansancio por el trabajo de parto.
Pese a que únicamente estuvo ocho horas en labor de parto dijo sentirse exhausta. “Solo siento sueño y creo que luego dormiré”, acotó Karla sin tener mayor conciencia de lo que representa la realidad que ahora la invade.
A sus 13 años, ella dio a luz una niña que nació parto vía vaginal. Peso cinco libras y midió 47 centímetros.
Recostada en la camilla junto a su pequeña, Karla solo la observa y acaricia el diminuto rostro con el dedo índice de su mano derecha. Su vista pasó por desapercibido que Kenia Elizabeth, nombre con el que bautizará a su hija, cubrió todo su rostro con la manta que la envuelve.
Ella siguió mirándola sin saber qué hacer, hasta que alguien le indicó retirar la sábana del rostro de la criatura porque podría asfixiarse.
Habían transcurrido seis horas desde que Karla diera a luz y, la única vez que había amamantado a su hija fue por indicaciones de la enfermera al momento de llevarle a la niña a la habitación de recuperación. “Me cuesta mucho darle de mamar porque no puede succionar bien”, expresó Karla.
Los pechos de la niña de 13 años aún son diminutos y, por tanto, no están completamente desarrollados.
Una bata de hospital sujetada por un cordón que logra traslapar dos vueltas, también dejaron ver el delgado y minúsculo cuerpo de Karla, que a simple vista nadie imaginaría que se ha convertido en madre.
Además, sus manos y dedos esqueléticos tiemblan al querer cargar a la bebé. Karla es una niña que ahora se ve obligada a ser mamá y, por tanto, aún no imagina el significado de haber traído un ser, que a pesar de lo pequeño que es, demanda desde ya los cuidados minuciosos de la menor.
Aunque el período de gestación de Karla transcurrió sin mayor complicación, en 2013 el hospital San Rafael registró 672 embarazos clasificados y atendidos como de alto riesgo porque la hipertensión es una patología que puede presentarse en el primer trimestre del embarazo y llegar a causar complicaciones mortales como el desprendimiento de la placenta, hemorragia cerebral e insuficiencia renal tanto para la madre como para el feto.
Como parte de ese trastorno hipertensivo se encuentra la preeclampsia, que la sufren con mayor frecuencia las madres de entre 10 a 19 años. Durante la maternidad se convierte en la primera causa de muerte. En 2013 se registraron 545 defunciones; la infección en las vías urinarias es la segunda causa de morbilidad y la tercera es la amenaza de un parto prematuro.
El también joven padre de Kenia Elizabeth es un chico de 20 años de edad, que según mencionó Karla trabaja en una fábrica en la que gana 150 dólares al mes. “Lo quiero mucho, pero no me iría con él porque no es lo mismo, dice mi mamá”, manifestó ella.
El hombre no tiene idea alguna de que la madre de su hija fue traída al hospital y, mucho menos, que dio a luz a su retoño, pese a que es el día en que las darán de alta.
Ella conoció al joven un día en que fueron de paseo a la playa con su hermano, ya que éste era amigo del muchacho. A partir de aquella fecha, Karla empezó a mantener comunicación y visitas con el padre de la niña.
La relación que mantiene con él no sabe cómo definirla, a pesar de que es el padre de su hija, porque nunca le pidió que fuera su novia. La madre de ella nunca se imaginó que un joven de 20 tuviera una relación amorosa con su hija de 13 años.
“Ella ni siquiera sabía que era mi amigo. Vino a mi casa unas cuantas veces y en las horas que mi mamá no estaba”, reveló Karla, quien se dio cuenta de su embarazo hasta que tuvo dos meses al percatarse que llevaba ese tiempo sin ver menstruación. Y aunque no tuvo ningún síntoma como vómitos, mareos o desmayos, intuía que algo le sucedía.
El padre de su bebé fue el primero en enterarse de su estado, aunque en ese momento no lo confirmaban. Hasta que un día Karla no aguantó más y le dijo de las sospechas a su madre, quien la llevó a hacerse una ultra y comprobar el embarazo.
El 83% de las madres adolescentes dan a luz a su primer hijo antes de los 18 años de edad. El informe del Programa Madres Adolescentes que realiza el hospital San Rafael muestra que las consultas prenatales han aumentado significativamente, ya que en 2010 se registraron 28 consultas y en 2013 la cifra llegó a 65 solo en las edades de 10 a 14 años.
Mientras que las consultas de adolescentes embarazadas entre 15 a 19 años de edad pasaron de 239 a 607 en 2013, año en que el porcentaje de partos en adolescentes fue de 38%. significó un aumento de más del 5% en cuatro años.
Karla aumentará ahora la cifra de partos atendidos en adolescentes, las cuales por temor a ser rechazadas y juzgadas esconden su vientre ante todos los sectores de la sociedad.
Sin embargo, ella no siguió ese patrón, ya que al escuchar la confirmación de su embarazo no dudó en contárselo a su padre, pues afirma que él siempre ha estado al pendiente de toda la familia aunque radica en Estados Unidos desde que ella tenía dos años de edad.
Posiblemente aquel sea el destino que le espera a Karla, pues afirmó que su padre mandará dinero para que pueda emigtrar a ese país.
La mayoría de mujeres en estado de gestación en las edades de 10 a 14 años aún no han terminado la primaria y solo el 36% ha iniciado o están cursando la secundaria. Mientras que las adolescentes de entre 15 a 19 años únicamente el 46% han cursado la secundaria o están en algún grado escolar y obviamente ninguna de estas ha ingresado a la universidad.
Asimismo, la escuela para la niña madre dejó de ser una institución más para su vida porque el papá, aunque lejos, le prohibió volver a estudiar. “Mi mamá solo me dijo: seguiremos la orden de tu papá, y yo solo respondí: ya no iré”, dijo Karla, sin mostrar sentimiento o turbación alguna al contar lo sucedido.
– ¿Tú deseas ir a vivir a otro país y dejar a tu bebé?
– Mi papá dice que allá iré a terminar de estudiar porque todavía no termino el sexto grado.
– ¿Y a quién le dejarás a tu niña?
– Si mi mamá quiere cuidarla, a ella, si no a cualquiera de mis tías, expresó sin mayor preocupación la adolescente.
La gineco obstetra, Cecilia Cerón atribuye el abuso sexual a algunos de los embarazos en las niñas de 10 a 14 años, ya que el registro del programa que ella coordina indicó en 2013 que 62 embarazos fueron producto de violaciones sexuales, pero 2012 fue el año en el que las agresiones sexuales se dispararon porque se contabilizaron 139 casos.
Sin embargo, Cerón manifestó que esos datos no significan ni reflejan una disminución de gestas previas en niñas de dichas edades porque muchas de ellas exteriorizaron haber dado el consentimiento, aunque la Ley Integral de la Niñez y la Adolescencia (LEPINA) lo consideran una violación en menor incapaz.
El aumento de embarazos en la adolescencia temprana y tardía cada vez más se eleva, ya que según las proyecciones de Salud, dentro de cinco años el 50% de los embarazos será en adolescentes.
Por ello, el gremio médico del hospital hace énfasis en el uso de métodos de planificación familiar. Ante esto, Cerón señaló que difícilmente después de un embarazo se pueda evitar el contacto coital, por lo que el objetivo de ellos es alargar un próximo embarazo.
La mirada acusadora para las adolescentes y, en este caso para Karla por haber quedado embarazada aún no está fuera de la realidad social que envuelve al país. Esto continúa porque todavía no se trata el problema desde su raíz.
Karla piensa que dentro de poco estará en Estados Unidos. Su hija, en el mejor de los casos, se quedará con la abuela materna, a quien le tocará criar a una niña que crecerá sin madre. Pero, de no viajar al extranjero la madre de 13 años repetirá su papel como mamá antes de cumplir los 16 años de edad.