Son las tres de la tarde, y en un local de tres por cinco metros suena el timbre. Dos asisten la tienda, una dependiente y un hombre, quien es el gerente del lugar. Ella sale del lugar y abre el portón metálico. Es un cliente. Un treinteañero que con naturalidad entra al lugar, sin titubear le dice a la dependiente: “Necesito un gel multiorgásmico”.
Ella abre el mostrador saca unos pequeños botes y se los muestra. Él escucha atentamente, pregunta el precio y ella le dice: “Son 45 dólares”. Paga, toma su bolsa y sale sin más. Este cliente es uno de los cientos que mensualmente llegan a este local, una tienda de juguetes sexuales, ubicada en la zona de bulevar de los Héroes.
Esta sex shop funciona en el país desde hace casi 15 años. Su nombre parece retar a la sociedad completa: Tabú. Nada más acorde con lo que esta actividad ha sido durante tantos años en este país. Su gerente, Walter Fermán, ha estado a cargo de la tienda los últimos ocho años y se sabe todos los recovecos del negocio, de los productos y mejor aún del arte de la sexualidad humana.
“Nuestra idea es ayudar a las personas, es darles lo que necesitan y para eso hay que saber lo que se hace”, explica. Por esa razón, está estudiando sexología. “Por eso mismo me están dando los estudios, para poder ayudar”, confiesa.
Fermán llegó al lugar cuando aún tenían el nombre Exxxtasis, pero luego adoptaron el nuevo nombre ya que Tabú es la distribuidora más grande del mundo de juguetes sexuales. Al principio para él fue un poco difícil explicar su trabajo, hoy en día es cosa del pasado. Ahora maneja al dedillo cada producto y además orienta y ayuda a sus clientes.
“Recuerdo que una vez vino una clienta que era anorgásmica. Resulta que habían abusado sexualmente de ella y nosotros acá la ayudamos hasta logró tener un orgasmo”, recuerda. Y es que más allá de los consoladores, vibradores, anillos, cremas y lubricantes, Fermán explica que buscan que las parejas salgan de la monotonía, experimenten su sexualidad y sobre todo evitar la infidelidad.
De la misma opinión es la doctora Zulma Méndez, coordinadora de la Clínica de Atención Integral del Hospital Nacional San Rafael y especialista en sexualidad. “Llega un punto en la pareja en que definitivamente ni las mismas posiciones, ni los mismos lugares de siempre logran mantener el deseo y el deseo es bien importante en la pareja habitual. Si hay cosas para alimentar o para avivar o para meter erotismo a la relación juntos, en pareja, y jugar juntos y experimentar juntos en el cuerpo del uno y del otro sí puede ser muy bueno, buenísimo”, reflexiona.
Fermán explica que el desconocimiento y el tabú que impera en la sociedad no permiten que los beneficios de los juguetes sexuales ganen más terreno. Pese a eso, asegura que la afluencia de clientes siempre es variada, inclusive han llegado a atender hasta 35 personas en un solo día. Además de los servicios de encargos de productos que traen desde Los Ángeles y Miami.
Agrega que sus clientes son de todos los estratos sociales, ya que los precios son accesibles para todos. “Los precios son bastante cómodos, que alguien que gana unos 250 dólares puede comprar algo, porque incluso tenemos cosas de 15 dólares”, manifiesta. Asegura que incluso diputados, funcionarios públicos y personalidades han llegado como clientes, aunque es a través de sus empleados que hacen las compras.
“Aunque estos no son productos de primera, ni de segunda, ni de tercera necesidad, siempre los buscan. Aunque el placer sexual es básico en una relación no llega a ser de primera necesidad”, argumenta.
No obstante, Méndez asegura que si bien es cierto la apertura de estos espacios es un oasis en el desierto, asegura que sin la educación sexual pertinente se queda muy corto. Este punto de la necesidad también es punto preocupante para ella, ya que lo único que se obtendrá serán otros consumidores más de productos que ofrece el mercado.
“Entonces tenemos necesidades creadas y sociedades satisfechas. Sobre todo los salvadoreños que estamos en la lista de los países más consumistas del mundo y el mercado busca los deseos del mercado de una manera formidable para transformar tu deseo en un producto”, explica.
Por otro lado, explica que otro de los grandes peligros, manifiesta, es reducir la sexualidad al placer genital. “Y en este sentido, recuran a esos objetos como un alivio. Tenga la necesidad de un orgasmo y piensan lo voy a satisfacer ya con una vagina, con un vibrador, con un dilatador, con un dildo”, agrega.
Y es que si se limita el uso de los juguetes sexuales de manera utilitaria para la búsqueda del placer podría estar evitando una verdadera conexión con el otro. “Lo más importante es todo lo que engloba el espectro de relación con el otro y el problema que tenemos con los juguetes sexuales es que si se meten en una esfera individual de placer o si se mete en una esfera con tu pareja se limita puramente a lo genital”, explica.
Fernán indica que la finalidad principal de la tienda es ayudar a mejorar las relaciones de pareja, a realizar las fantasías y a buscar el placer según las necesidades de las personas.
“Desde el punto de vista comercial, poner una sex shop es una tienda muy prometedora, pero desde el punto de vista de la responsabilidad hay que explicarle a la gente que el placer no se limita con la genitalidad ni a la experiencia que puedes tener con un aparatito de esos”, insiste.
Apertura a los juegos
Fermán cuenta que tanto hombres como mujeres se acercan a la tienda por igual. En ocasiones, las mujeres compran para ellas o para sus parejas y también los hombres compran para su pareja. Agrega que las edades superan los 26 años.
Por su parte, la especialista explica que en la mayoría de los casos las mujeres están más abiertas para experimentar con su pareja y los juguetes sexuales. Por su parte, los hombres son mucho más reacios a utilizarlos dentro de la pareja. “El mayor problema con ellos es el machismo porque se creen dueños de tu placer y suficientes. Una mujer que utiliza un vibrador o un dildo no te está sustituyendo como amante sino que está aumentando tu placer y es parte de una fantasía”, manifiesta.
Asimismo, asegura que además los hombres temen tocar un miembro masculino de juguete, porque temen convertirse en homosexuales. “Muchos heterosexuales han estado muy atados a que las prácticas definen su orientación sexual, y eso sucede por priorizar el placer sexual o la genitalidad y eso lo hace la industria”, explica.
En este sentido, la doctora agrega que es este grupo el que más consume este tipo de productos puesto que viven con mayor plenitud su sexualidad, sin tanto tabú. “La población homosexual tiene una erótica mucho más rica, mucho más diversa y mucho más creativa”, sostiene.
Las parejas heterosexuales que logran incorporar los juguetes sexuales a su vida íntima, explica, ya se han liberado de todas esas manifestaciones como el machismo, la carga religiosa y la idea patriarcal de la sexualidad viven con menos límites. “Los heterosexuales que utilizan estos juguetes y quieren darle un plus a su relación de pareja, son hombres muy seguros de su sexualidad y muy diferentes”, resume.
Los más buscados
La variedad que se puede encontrar en esta sex shop va para todos los gustos, para todas las economías y para todas las necesidades. Desde vibradores de $65 a $250 los más completos hasta los dildos que suelen ser más caros debido al material de silicón con el que son hechos. Estos productos suelen ser los más buscados por las mujeres.
Por otro lado, los hombres buscan en su mayoría cremas agrandadoras de pene que cuestan unos $15. Y aunque este efecto de agrandado es breve es de los productos que más buscan. Fermán explica que solo debe aplicarse 10 minutos antes de la relación sexual y este crece un par de centímetros.
Pero si se quiere un efecto más duradero, recomienda una bomba de vacío que ayuda a un crecimiento permanente que puede ir desde uno a seis centímetros. Explica que el tratamiento dura 60 días y, posteriormente, debe utilizarse dos veces por semana para ser efectivo. El producto más cómodo cuesta $65 y el más caro $250.
Asimismo, otro de los productos más vendidos es la crema que ayuda a la eyaculación precoz que cuesta $15 y las cremas multiorgásmicas para mujeres de $45.
En la variedad está el gusto y es lo que está tienda puede ofrecer para todo placer. Sin embargo, recuerda Méndez: “Lo más importante es que este tipo de industrias no nos distraigan de lo que es realmente importante: la experiencia de placer con el otro”.