Los papas Juan Pablo II y Juan XXIII subirán a los altares de la Iglesia Católica como santos el próximo domingo. Los salvadoreños podrán seguir en vivo la ceremonia de canonización a partir de las 2:00 a.m. de ese día.
Como parte de los actos de celebración de esta canonización, la Iglesia Católica salvadoreña realizará una procesión el sábado 26, la cual partirá de la Nunciatura Apostólica y finalizará en la parroquia San José de la Montaña, donde se llevará a cabo una vigilia, informó monseñor Jesús Delgado.
Mientras, la directora de Radio Paz, Maritza Villa, dijo que en San José de la Montaña se transmitirá en vivo, en una pantalla gigante, la ceremonia que se efectuará en el Vaticano a partir de las 2:00 a.m. del domingo.
La mayoría de salvadoreños saben quién fue Juan Pablo II, quien visitó al país en dos ocasiones.
En 1983, en plena guerra civil, el Pontífice formuló un llamado a dejar las armas y dialogar. Durante su segunda visita, el 8 de febrero de 1996, fue recibido por miles de feligreses. Permaneció en el país solo un día.
El Papamóvil −que trasladó a su Santidad Juan Pablo II en sus dos visitas a El Salvador− fue creado por técnicos de la Maestranza del Ejército y ha permanecido en exhibición en el Museo Militar (ex Cuartel El Zapote, de San Jacinto).
Juan Pablo II, un papa conservador, moderno e inflexible en temas morales
El papa Juan Pablo II (1920-2005) fue un pontífice conservador y moderno: carismático e inflexible en temas morales, contribuyó al derrumbe del comunismo y pidió que el mundo se abriera a Cuba, en una histórica visita a la isla.
El papa polaco amaba viajar y llevar su mensaje hasta los más recónditos rincones de la tierra. Así conoció América Latina y se empapó de las problemáticas de muchos otros países.
Visitó 129 países, algunos de ellos más de una vez, como Brasil o México.
Elegido papa el 16 de octubre de 1978, fue el sucesor de Juan Pablo I, que ocupó apenas un mes en el trono de Pedro. Falleció el 2 de abril del 2005, tras una larga enfermedad que el mundo entero siguió paso a paso.
El pontífice número 264 de la historia de la Iglesia fue beatificado por su sucesor, Benedicto XVI, y será canonizado por el argentino Francisco, el primer papa latinoamericano, en una ceremonia en la que también será canonizado otro pontífice, Juan XXIII.
El papa polaco será santo tan sólo nueve años después de su muerte, un plazo récord, y después de haber sido aclamado por la multitud que pedía durante su funeral en la plaza de San Pedro, que fuera proclamado «santo subito» (santo ya).
Intercedió en dos milagros
Las autoridades de la Iglesia certificaron dos milagros gracias a su intercesión. El primero, la curación del Parkinson de una monja francesa, permitió que fuera beatificado en 2011.
El segundo, la curación inexplicable de una costarricense que había sufrido un aneurisma cerebral, permite, según las normas de la Iglesia, que sea consagrado santo.
Karol Wojtyla nació en Wadowice, cerca de Cracovia (Polonia), el 18 de mayo de 1920, en una familia modesta. Tuvo que trabajar en una mina de sodio para ganarse la vida pero siguió sus estudios secundarios y universitarios con tenacidad.
Fue ordenado sacerdote en 1946 y luego de haber sido profesor de Teología, en 1964 fue nombrado obispo de Cracovia. Como tal participó en el Concilio Vaticano II. En 1967 fue designado cardenal.
Su pontificado pasó a la historia también por haber impuesto un estilo que contrastaba con los usos de la Curia Romana, acercándose a la gente, sin temer el contacto directo con los fieles.
En América Latina hizo furor por su simplicidad. Los indígenas lo llamaban «papacito» y él no tenía problemas en acercarse y hablarles pausadamente en castellano pese a que las medidas de seguridad se habían hecho muy estrictas desde el atentado de 1981 en el Vaticano.
El 13 de mayo de 1981, en efecto, estuvo al borde la muerte, cuando el turco Ali Agca lo hirió de tres balas en el abdomen en plena plaza de San Pedro.
A lo largo de su pontificado casi 27 años, uno de los más extensos de la historia de la Iglesia- se pronunció por la paz y el entendimiento internacional, la defensa de los derechos humanos, la promoción de una gran Europa, la solidaridad entre el Norte y el Sur, la reconciliación con los judíos y el diálogo con los musulmanes y con otras confesiones.
El papa, que había conocido tanto el nazismo como el comunismo, pidió en numerosas ocasiones perdón por los errores y horrores cometidos por los católicos en el curso de los siglos.
Adoptó una línea sumamente conservadora sin embargo en temas relacionados con el control de la natalidad, el aborto y el divorcio.
Ciertos sectores de la opinión pública criticaron su firme rechazo de los métodos anticonceptivos y del uso del preservativo, en un mundo donde el sida se cobraba millones de víctimas.
Visita histórica a Cuba
En enero de 1998, cumplió una histórica visita a Cuba, entonces el último bastión del comunismo en América, donde fue recibido con todos los honores por Fidel Castro.
«Que Cuba se abra al mundo» y «que el mundo se abra a Cuba», proclamó, marcando el deshielo en las relaciones entre la Iglesia a y el régimen comunista tras cuatro décadas de enfrentamiento.
Actualmente hay quienes le reprochan su falta de determinación y transparencia para tratar las denuncias de abusos de pedofilia por parte de sacerdotes y otros miembros de la Iglesia, un fenómeno de vastas proporciones.
Muchos no le perdonan que no haya empleado contra los curas pedofilos -como el fundador de la influyente organización católica Legionarios de Cristo, el mexicano Marcial Maciel-, la misma intransigencia que aplicó a los sectores más progresistas de la Iglesia, como los representantes de la Teología de la Liberación latinoamericana.
El teólogo y sacerdote franciscano brasileño Leonardo Boff, uno de los fundadores de la Teología de la Liberación, fue uno de los suspendidos luego de un «juicio» en Roma realizado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, entonces dirigida por el severo cardenal Joseph Ratzinger, el futuro Benedicto XVI.
Para contrarrestar los cuestionamientos de algunos teólogos, Juan Pablo II se apoyó en grupos ultraconservadores, como el Opus Dei y el movimiento neocatecumenal, que consiguieron una importante influencia dentro del Vaticano.
Otro asunto que le ha sido criticado es el manejo de las finanzas de la Santa Sede. En particular el banco vaticano IOR y otras organizaciones como APSA (Administración del Patrimonio de la Santa Sede), que hoy están en la mira de Francisco para reformarlos.
Juan XXIII, «el papa bueno», padre de la Iglesia moderna
Juan XXIII (1881-1963), llamado «papa bueno», es considerado como el padre de la renovación de la Iglesia Católica a través del lanzamiento en 1962 del Concilio Vaticano II.
El pontífice, reputado por su sencillez y afabilidad, estuvo al frente de la Iglesia apenas cinco años, desde 1958 hasta 1963. Fue beatificado el 3 de septiembre de 2000 por Juan Pablo II, junto a quien será canonizado a fines de este mes por el papa argentino Francisco.
Se ganó la reputación de progresista por haber promovido el diálogo con otras religiones y con los no creyentes y por haber destacado las raíces judías del cristianismo, intentando cerrar antiguas cicatrices.
Angelo Giuseppe Roncalli nació el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte (norte de Italia), en el seno de una modesta familia campesina de Lombardía. Estudió en el Seminario Pontificio Romano y fue ordenado sacerdote en 1904 y obispo en 1925. Emprendió la carrera diplomática y fue enviado a Bulgaria, Turquía y finalmente a Francia poco después de la Segunda Guerra Mundial.
Evitó que miles de judíos fueran a campos de concentración
Durante el conflicto mundial ayudó a salvar a miles de judíos de la persecución nazi en Hungría, lo que ha sido reconocido por importantes organizaciones judías.
«Fue una de las personas más sensibles ante la tragedia judía e hizo mucho para salvarlos», indica una inscripción en el portal Yad Vashem, el Memorial del Holocausto de Jerusalén.
Su estratagema -un plan para bautizar a judíos húngaros, que con esos certificados evitaron ser enviados a los campos de concentración- salvó a 24.000 personas, según testimonios dados ante los tribunales de Nüremberg.
En 1953 fue designado cardenal y nombrado patriarca de Venecia.
Tenía 77 años cuando fue elegido papa, el 28 de octubre de 1958, con el nombre de Juan XXIII, sucediendo a Pío XII.
«Voy a abrir la ventana de la Iglesia»
El nuevo papa, que era visto al principio como una figura de transición, sorprendió al mundo al anunciar el 25 de enero de 1959 la celebración del Concilio Vaticano II, una asamblea con todos los obispos del mundo para cambiar a la Iglesia, que llegó a inaugurar el 11 de octubre de 1962.
«Yo voy a abrir la ventana de la Iglesia con el fin de que podamos ver lo que sucede afuera y que el mundo pueda ver lo que pasa en nuestra casa», clamó entonces.
La noche de su elección al trono de Pedro, ante la muchedumbre, pronunció el memorable «Discurso a la Luna», con el que estableció un contacto directo y humilde con la gente, que ha servido de inspiración al argentino Francisco.
«Aquí, de hecho, está representado todo el mundo. Se diría que incluso la Luna se ha apresurado esta noche, observadla en lo alto, para mirar este espectáculo», afirmó bajo la luz de una espléndida luna de octubre.
«Regresando a casa, encontraréis a los niños; hacedles una caricia y decidles: ésta es la caricia del papa», concluyó, empleando palabras simples e innovadoras.
«Con Juan XXIII la Iglesia era menos lejana», comentó el vaticanista Gian Franco Svidercoschi.
Al principio los sectores conservadores del Vaticano pensaban que el Concilio no debatiría asuntos importantes, pero rápidamente se dieron cuenta de que no sería así.
La crisis de los misiles en Cuba
El Concilio Vaticano II debatió muchos temas, desde abandonar la sotana hasta el latín como idioma oficial de la Santa Sede, pasando por la libertad de conciencia y de religión, el diálogo con otras religiones y con los no creyentes y modificó la actitud del catolicismo hacia los judíos.
El Concilio Vaticano II no había concluido cuando Juan XXIII falleció, el 3 de junio de 1963, luego de haber publicado la encíclica «Pacem in Terris» (Paz en la tierra).
Pocos meses antes de su muerte, en octubre del 1962, había enviado su histórico mensaje radial urbi et orbi a las embajadas de Estados Unidos y la Unión Soviética para pedir la paz y frenar la llamada crisis de los Misiles en Cuba, que amenazó con desencadenar una guerra nuclear.
Sabía combinar dinamismo con tradición
Juan XXIII «dejó en todos el recuerdo de un hombre con los brazos abiertos para acoger al mundo», aseguró Juan Pablo II el día de su beatificación en el 2000.
El papa Francisco decidió de forma poco tradicional -aunque las normas canónicas lo establecen como una prerrogativa del pontífice-, que Juan XXIII sea canonizado aun sin que la Congregación para la Causa de los Santos comprobara que había intercedido en un milagro.
«Todos nosotros conocemos las virtudes y la personalidad del papa Roncalli y no hay necesidad de explicar los motivos de la decisión de Su Santidad», adujo el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi.
Su anciano secretario privado, Loris Capovilla, de 98 años, explicó que uno de los secretos de papa Roncalli era «su capacidad de combinar dinamismo con tradición, conservadurismo con apertura evangélica».
Numerosas anécdotas circulan sobre su agudo sentido del humor y su admirable don para no tomarse en serio a sí mismo.
Contaban en Roma que Juan XXIII dijo poco antes de morir: «Si desde el comienzo de la eternidad Dios sabía que yo iba a ser papa y tuvo 80 años para irme modelando ¿por qué me hizo tan feo?».