Los principales y actuales dirigentes del fútbol salvadoreño no quisieron nunca hablar de ese tema. Cuando se les preguntaba por ese inesperado partido de fútbol era como si se hubiesen puesto un bozal en sus bocas.
El partido se jugó en una cancha extraña, un día absolutamente inesperado y con árbitros que aparecieron casi de la nada. Nadie esperaba que la tarde del martes 12 de octubre del 2010 se jugara un partido entre Costa Rica y El Salvador en una zona muy lluviosa, y en un estadio de tercera categoría de una ciudad costarricense cercana a Nicaragua.
Ni siquiera los periodistas deportivos salvadoreños aguardaban ese encuentro entre las selecciones de fútbol de ambas naciones. Todo era extraño. Todo era anormal. Todos fueron sorprendidos por el juego.
El partido se jugó una lluviosa tarde. A Costa Rica la entrenaba Rónald González, un jugador muy exitoso que llegó al mundial de Italia, en 1990, cuando todavía no dejaba de ser un adolescente. González es ahora el entrenador del Deportivo Saprissa después de un paso victorioso por el club Comunicaciones de Guatemala.
El entrenador de la selección de El Salvador fue improvisado. El equipo lo dirigía el exjugador José Luis Rugamas.
Los salvadoreños se presentaron con la mayoría de sus mejores figuras hace cuatro años. Ahí estaban Mardoqueo Henríquez, Víctor Turcios, Ramón Sánchez, Léster Blanco, Shawn Martin, Denis Alas y muchos otros.
Costa Rica no llevó al estadio de San Carlos a jugadores desconocidos. Ahí alineó al portero Víctor Bolívar, a Bryan Oviedo, Gabriel Badilla, Michael Barrantes, Yosimar Arias y otros candidatos a acudir al Mundial de Brasil que se realizará este año.
Los dos equipos se hospedaron en un hotel cercano a la ciudad de San Carlos en los que se podía disfrutar hasta de las aguas termales que salen de las costillas del volcán Arenal.
Los jugadores salvadoreños y costarricenses fueron acomodados en un hotel respetable. Comieron bien. Fueron atendidos correctamente. No se escatimaron gastos.
Pocos se dieron cuenta de que por los pasillos del hotel caminaba Gaye Alassane, un hombre originario de Mali quien se había nacionalizado en Singapur, y que descaradamente había llegado a Costa Rica acompañando a los jugadores salvadoreños.
Siete meses antes, Gaye Alassane había sido detenido en el aeropuerto de Ezeiza, en Buenos Aires, después de que le pidieran que abriera un maletín que llevaba consigo.
Cuando lo abrió le encontraron $10 mil en el interior del maletín. A Alassane lo acusaron de “tentativa de contrabando de divisas” en un Juzgado Penal Económico de Buenos Aires.
El 12 de marzo del 2010 una cámara compuesta por tres jueces aceptó que Alassane llevaba el dinero, de esa manera, por seguridad. Los jueces dijeron que el singapurense cometió una falta aduanera pero no contrabando. Por eso es que, pocos días después, luego de pagar una fortuna a un abogado, pudo viajar a Europa.
Cuando eso pasó en Buenos Aires, Alassane había llegado a Argentina después de pagar más de $100 mil a jugadores del equipo salvadoreño Metapán para que perdiera 6 a 0 ante el Árabe Unido de Panamá, como parte de la Liga de Campeones de la Concacaf.
$30 mil dólares a la Federación
Hace pocos días se publicó, en Inglaterra, un libro que que se titula “The Kelon King”, el rey de los partidos arreglados. La obra fue escrita por dos periodistas italianos y contiene las confesiones de Wilson Raj Perumal, el jefe de Alassane.
Raj, quien está preso en Finlandia, era el dueño de Exclusive Sports. El hombre del maletín nacionalizado en Singapur (donde la empresa amañadora de juegos tenía su sede), representaba a Exclusive Sports.
En ese libro, que ha comenzado a producir mucho ruido en el mundo del fútbol, dice Raj que para que se realizara el encuentro entre Costa Rica y El Salvador en el 2010, Alassane entregó $30 mil, al contado, a la Federación Salvadoreña de Fútbol (FESFUT).
El contrato que aceptaron los federativos salvadoreños fue tan descarado que se decía que los árbitros los designaría la empresa Exclusive Sports, la mayor amañadora de juegos de fútbol de la historia.
Lo sorprendente de todo eso es que los mismos y actuales dirigentes del fútbol salvadoreño que habrían recibido esos $30 mil y permitieron que Alassane-quien también está preso en Singapur- acusaron a jugadores de amañar partidos de la selección nacional pero jamás pidieron, ni informaron, los detalles del partido entre Costa Rica y El Salvador.
Los federativos aplicaron todo el peso de las disposiciones sobre amaños contra más de una docena de importantes jugadores salvadoreños, pero nunca explicaron, públicamente, qué pasó en ese juego y por qué Alassane los acompañó en el hotel La Fortuna de San Carlos, en Costa Rica.
Raj Perumal habría sido, en el fondo, el verdadero contratista del juego. Alassane fue el ejecutor del amaño. De todas maneras, Raj había contratado desde mucho tiempo atrás al hombre de Mali (quien también jugó fútbol), luego de verlo cobrar $50 la hora por entrenar a equipos femeninos.
La historia entre ambos es negra: Raj usó a Alassane hasta de entrenador de fútbol de Sierra Leona en un partido contra Singapur.
El partido en San Carlos lo ganó Costa Rica dos goles a uno. Pero ahora se dice en el libro de Raj que ahí descubrió que Alassane lo habría estado traicionando con otros mafiosos del fútbol.
Raj dice en su libro que el amaño en Ciudad Quesada no funcionó porque miembros de la Federación Costarricense de Fútbol se opusieron a que árbitros de Zimbabue participaran en el encuentro. Pero se desconoce cuánto dinero pagaron a la selección nacional de fútbol de Costa Rica y bajo qué condiciones. En Costa Rica también se ha guardado silencio sobre ese excepcional encuentro que fue arbitrado por el panameño Luis Rodríguez, bajo contrato de Exclusive Sports.
En la obra también se dice que los salvadoreños viajaron a Costa Rica financiados por Raj y que en el negocio también participó el nicaragüense Yasser Arauz.
Para que se diera ese partido de fútbol un agente de la FIFA, Subramanian Rasamanick, les firmó un contrato falso a cambio que otra dosis de billetes.
Lo injustificable es por qué los federativos salvadoreños jamás hablaron de este encuentro pero sí ordenaron investigar otros amaños de partidos de fútbol. De esas pesquisas resultaron castigados más de una docena de importantes jugadores salvadoreños. Pero ningún dirigente del fútbol fue sancionado por lo que sucedió en Costa Rica. Hasta ahora trascienden los detalles de ese juego.
Otros amaños
Uno de los hechos más graves que confiesa Raj en la prisión de Finlandia es que él intervino en un partido crucial para clasificarse al campeonato mundial de Sudáfrica.
Supuestamente su mano también inclinó la balanza en un juego entre El Salvador y Honduras. La noche del 14 de octubre del 2009, Honduras necesitaba ganarle a El Salvador en el estadio Cuscatlán y esperar que Costa Rica empatara con Estados Unidos para que los catrachos fueran al mundial.
Efectivamente Honduras ganó uno a cero a El Salvador y Costa Rica empató con los Estados Unidos. Raj habría influenciado la pérdida salvadoreña aunque deseaba, para determinar dinero de apostadores, que los catrachos ganaran dos a cero.
Raj dice que esa noche dolorosa para los costarricenses, Bee Hoon, otro singapurense que trabajaba con él, entregó $200 mil a jugadores salvadoreños aunque el dinero lo perdió porque necesitaba el 2-0 para ganar en las apuestas.
“Honduras debía jugar un partido eliminatorio contra El Salvador de visita. Ellos necesitaban ganar para clasificarse a Sudáfrica sin tener que irse al repechaje. A través de Armando Collado habíamos contactado a los salvadoreños y Bee Hoon estaba en el estadio para hacer que las cosas funcionaran. Queríamos que El Salvador perdiera por dos goles pero antes que yo pudiera colocar mis apuestas, Bee Hoon ya había metido $200 mil de su dinero en el asunto. Desafortunamente para él, Honduras jugó con mucha cautela, atacó poco y ganó apenas por un gol”, dice Raj en el libro.
Esto revela que la selección de fútbol salvadoreña era una suerte de campo de aterrizaje de manejadores de apuestas deportivas y amañadores de juegos de fútbol, cualquiera que fuera su rango. Otros juegos que Raj confiesa haber intervenido son:
1. Partido amistoso entre Guatemala y El Salvador celebrado en el 2010, según el libro “Kelong Kings”.
2. Arreglaron un partido amistoso con Estados Unidos. Los norteamericanos ganaron 2 a 1 el 24 de febrero del 2010 en Tampa.
La filosofía de Raj para amañar los partidos era sencilla: jugadores salvadoreños que ganan $300 mensuales, no pueden resistir que se les ofrezca $10 mil.