viernes 25 de octubre del 2024

José Miguel Fortín Magaña: Mis antepasados son los mareros del siglo XVII

por Pabel Bolívar


El director del Instituto de Medicina Legal es uno de los más beligerantes detractores del presidente Funes. Dice que se enfermó desde que llegó a la silla presidencial. Alto y de voz carrasposa, Fortín Magaña asegura que nadie lo va a callar cuando de decir la verdad se trata. Aunque se le diagnosticó cáncer, asume la muerte sin drama.

Un día cualquiera la joven se paró en una piedra de la Puerta del Diablo para entregarse a la muerte.

-¡Si está en algún lado, si en algo de verdad le importo a este mundo, dígalo ahora o nunca, porque me voy a tirar!-gritó. Esperó una respuesta, cualquier cosa.

De ninguna parte, casi por generación espontánea, una mariposa de alas frescas empezó a revolotearle la cara. Luego se posó en su zapato izquierdo. Intentó espantarla pero parecía que se había hecho de piedra. Ella se quería matar, pero no matar a la mariposa. Por más que batía su zapato, no se movía.

Cuando se lo quitó, la mariposa por fin se alejó, pero para consumar su mensaje definitivo: se posó sobre una cruz dibujada por un pandillero. La joven se bajó de la piedra, se puso su zapato y comenzó a llorar.

“Todo esto me lo contó días después y aún no deja de sorprenderme. Volvió a la clínica de nuevo y se recuperó. Ahí está: se casó y es feliz”, relata Fortín Magaña. Luego, silencio breve y contundente.

Como si hablara de sus veleros, o de la taza que le regaló Fernando Llort, para beber té, dice que tiene cáncer. No está médicamente curado ni activo. Por el momento no hay células malignas activas, pero por el tipo de cáncer tiene un mal pronóstico.

“Yo soy un hombre de fe. Me acuerdo que llegó el sacerdote. Mi esposa chillaba, los niños chillaban, todo el mundo va de chillar, hasta el padre. Me dijo “vamos a pedirle a Dios para que te cure del cáncer”. Yo le hice una mirada de desaprobación, ¿por qué hay que pedir? Hagamos la voluntad de Dios. Lo que hay que hacer es aceptarla bien. La realidad es que no estoy deprimido ni me quiero tirar de la Puerta del Diablo porque realmente. No hay drama en la muerte. No es algo que pueda diferir, ni mandarle a decir que regrese después”, manifiesta.

Una vez más, sus manos se amarran una con otra. Ya no hay voz estentórea ni melancolía. Queda ante mí un funcionario público con semblante sereno dispuesto a seguir su jornada laboral y, solo si se presenta la oportunidad, despotricar contra uno que otro político. Al final, es simple y sencillamente un médico que quería ser psiquiatra.

Entrevista Miguel Fortín